La Aldea y el Mundo, Notas Centrales, San Luis

DESNUDAR SENTIDOS CONSUMIDOS


Los efectos socioculturales de la pornografía y su industria develan mandatos, peligros y replanteos en torno a la Educación Sexual

Por María José Corvalán

Hay frases que se repiten por años y suelen ser la punta del ovillo: “Los pibes aprenden del porno lo que no aprenden en la escuela” es una de ellas, y encierra tantos planteos en sí misma como debates irresueltos en la sociedad.

La pornografía se muestra en las películas como una picardía entre niños o adolescentes, donde en escenas divertidas los protagonistas comparten una revista con mujeres desnudas. Pero, ¿cuánto hay detrás de esta industria millonaria, su impacto en las adolescencias, en las personas adultas y en cómo se reproducen violencias y se imaginan los propios encuentros sexuales?

Causas y efectos

Martha Rosenberg, médica psiquiatra y activista feminista referenta en la lucha de los derechos sexuales reproductivos y no reproductivos define la pornografía como una “expresión que se ha desarrollado en función de los deseos sexuales masculinos de fragmentación, en donde hay un sujeto masculino y un objeto femenino”. Esto refiere a la pornografía tradicional, heteronormada, falocéntrica, y la mayoría de las veces violenta y misógina.

Argentina se encuentra entre los diez países que más consume la industria  pornográfica. Esta destrucción de las mujeres como personas para mostrarlas sólo como un objeto en partes también se da en el cine, los programas de televisión y los anuncios publicitarios. 

¿Cuántos de estos mandatos podría derribar la aplicación de la educación sexual en las escuelas?

Lenny Cáceres, periodista feminista y directora de “Diario Femenino” tiene una lectura crítica sobre los efectos del porno en quienes lo ven y en quienes lo producen: “Cuando infancias y adolescencias no reciben Educación Sexual Integral completa y ampliada, no como taller o una clase aislada, irremediablemente se ‘educan’ o, mejor dicho, se informan a través de la pornografía. La curiosidad, el despertar sexual o las bromas entre amigos, más el fácil acceso a internet, hacen un combo fatal. La Educación Sexual Integral permite formarnos para generar vínculos afectivos, amorosos, con conocimiento de la propia sexualidad y de las/os otros.

En cuanto al uso de las mujeres en la pornografía, es claramente explotación sexual así como hay mil formas de explotación del cuerpo de las mujeres, adolescentes y niñas con la excusa del ingreso que perciben. Y la consabida excusa ‘si ellas quieren’, cuando sabemos que existen razones políticas y sociales para que las mujeres acepten un pago por sexo.

Hoy vivimos otra realidad, hay mayor compromiso y lectura de estas situaciones, pero es muy difícil que quien consume pornografía se detenga a pensar que ahí hay una explotación y un poder sobre el cuerpo de las mujeres. ¡Ni hablar de quienes consumen explotación sexual de infancias y adolescencias! Hay que visibilizar que la explotación sexual de las mujeres, adolescentes y niñas es una de las más crueles formas de la violencia de género”.

Quizás vale decir que el placer, la masturbación y el poder ejercer la libertad sexual son derechos que durante siglos fueron reservados solo para los varones, será por eso que en los encuentros íntimos hay varones que imitan escenas porno en donde son dominantes, esperan que las mujeres solo brinden disfrute y se comporten como conejitas de Playboy.

Argentina se encuentra entre los diez países que más consume la industria  pornográfica…

Sandra Cabrera, especialista en ESI y responsable de Nodo Género y Políticas de Equidad de San Luis, sostiene que siempre vio una relación entre pornografía, prostitución y trata de personas con fines de explotación sexual: “hay una terrible cosificación de los cuerpos, deseos, y el ser de las mujeres como tal”.

Sandra sostiene que la pornografía genera una profundad distorsión del deseo, las relaciones sexuales y la afectividad: “un estudio español difundido en 2019 afirma que el consumo de pornografía inicia ahora alrededor de los 8 años y que también se incrementó el abuso sexual en grupo. Esto es porque la pornografía muestra relaciones cada vez más violentas, donde hay varios varones sometiendo y maltratando a una mujer.”

El Gobierno de Nueva Zelanda ha lanzado vídeos para concienciar a los padres a la hora de hablar con sus hijos sobre la imagen que el porno les proporciona del sexo.

Pero no solo estas cuestiones demuestran la peligrosidad del consumo del porno, sino que además estimula conductas delictivas como la pornografía infantil, forzar a mujeres a participar de filmaciones con violencia extrema y la divulgación de esas imágenes. Muchos varones o jóvenes naturalizan estas situaciones y además hay una pérdida de empatía hacia la otra persona.

Sandra considera indispensable distinguir entre la ESI y la salud sexual “decir que sin ESI los chicos aprenden de la pornografía no es correcto porque la pornografía no educa, se limita a lo genital, cuando la ESI aborda la sexualidad integral, atravesada por diferentes dimensiones que está presente desde el momento en que nacemos hasta que morimos. Aborda las relaciones sexoafectivas positivas, el cuidar del propio cuerpo y el de los demás junto al derecho a disfrutar y gozar en pareja o con otras personas pero con respeto mutuo y elección”. A esto agrega que “la pornografía tal como está planteada es un deseo asociado a la violencia, el sometimiento y la dominacion al igual que en el consumo y exposición de contenidos que rayan lo pornográfico en cualquier medio, internet o en las redes sociales donde abundan las violencias sexuales y simbólicas”.

Patricia de Miguel es responsable del área de ESI del gobierno de San Luis y refuerza la necesidad de “trabajar la ESI para prevenir y proteger contra la pornografia infantil, por eso un tema clave en la primera infancia es la idea de intimidad, donde se les explica que nadie puede tocarles las partes íntimas. Hay ciertos grupos conservadores que cuestionan la ESI con el slogan #ConMisHijosNoTeMetas sin entender que lo mejor sería que las escuelas impartan educación sexual integral para que los pedófilos no se metan con nuestros hijos”.

El consumo de pornografía aumentó un 46% en los últimos 8 años y entre el 2018 y el 2020 se recibieron un 22% más de denuncias por contenido pornográfico grabado con niños, niñas y adolescentes forzados.

Del porno al posporno

Karime Kandalaf (Paraná) se define como bisexual, feminista, atea y abortera, y en el marco de esta nota aporta su visión dando una vuelta de tuerca a la cuestión. “ La cultura de la violación se expresa en todos los ámbitos de nuestras vidas, ámbitos que están atravesados por una idea de moral judeo cristinana que nos permite relativizar. En lo personal creo que el consentimiento es el límite y el principio de todo”.

Y desde este concepto se puede partir para analizar el porno feminista o el posporno. Si el tradicional es el porno hecho para el varón hetero, lleno de imágenes, saberes, sentidos y roles estereotipados, el posporno es la exprexión que construye y pone en disputa. No es el masivo ni el más publicitado pero es el que incluye otras identidades, otras corporalidades y otras posibilidades del deseo.

Sobre esto Karime entiende que “en el porno feminista hay un consentimiento más claro en los diálogos, en el intercambio y el uso de las tecnologías que abre otras posibilidades para, si se quiere, accionar contra la industria del porno tradicional, porque le da autonomía a las personas. Estar en tu casa en una pieza, sola con una cámara si bien te expone a otro tipo de riesgos, un streaming genera menos impacto en el cuerpo y en el esfuerzo”. Kari se pregunta, ¿por qué ‘cachondea’ tanto el porno XXX si quienes lo ven saben que no es real, que hay un guión y es un cúmulo de secuencias repetidas mecánicamente? “El cambio de paradigma y el gran desafío es que el consentimiento ‘cachondee’ y garpe. Pero no solo en el porno, en todo”.

En esa misma línea Alejandro Aymú, periodista y activista de CABA, pensando en la pornografía como objeto de consumo entre adultos y juventudes, entiende que se ha extendido y se ha multiplicado en géneros “en distintas formas de interpelación al sujeto y de la erotización del mismo. Lo que vale la pena preguntar ahora es si la pornografía en estas nuevas variantes es capaz de transformar las condiciones opresivas y de dominación por otras prácticas, creando nuevas representaciones eróticas”. Alejandro cree que el posporno busca poner en tensión la heteronormatividad, la jerarquía de género, el binarismo y en el caso de estas nuevas propuestas que buscan romper estructuras, la interseccionalidad, la clase, la procedencia y la orientación sexual.

“Las maricas por ejemplo tomamos el término puto y ahora lo reivindicamos para definir nuestra orientación sexual, y de la misma manera se buscan resignificaciones que representen eróticamente un cuerpo que no es deshumanizado. A diferencia de la pornografía industrial estos nuevos formatos pueden ser pensados como un campo de batalla donde se disputan sentidos y donde se subviertan normas del género”.

Lo que definitivamente es alarmante es el aumento del consumo de pornografía infantil y la impunidad con la que las redes producen, comercializan y difunden contenido.

Hace pocos días se concretaron una serie de allanamientos en el marco de la operación “terra” que desbarató una banda de distribución de pornografía infantil que operaba en Buenos Aires, Chaco, Salta, Córdoba y Río Negro y era investigada desde 2017. El consumo de pornografía aumentó un 46% en los últimos 8 años y entre el 2018 y el 2020 se recibieron un 22% más de denuncias por contenido pornográfico grabado con niños, niñas y adolescentes forzados.