La Aldea y el Mundo, Notas Centrales

LAS CONSPIRACIONES


A 210 años de lo que se conoce como la “Conspiración de Querétaro” y el inicio de la independencia mexicana, la historia aún tiene pendiente reivindicar los legados ancestrales

Agustina Bordigoni

Podríamos decir que tanto la conquista como la emancipación de México fueron producto de supuestas conspiraciones: la independencia mexicana derivó de lo que algunos autores conocen como la “Conspiración de Querétaro”, una serie de reuniones clandestinas que empezaron en septiembre de 1810 con la idea de comenzar la revolución en octubre de ese año.

Si bien esto último no fue posible, dado que los “conspiradores” (vistos como tales por los españoles) fueron descubiertos, se conoce a estos sucesos como el inicio del proceso emancipatorio.

Claro que no podríamos hablar de emancipación si no hablamos primero de conquista. Y en esa conquista por parte de los españoles que llegaron junto a Hernán Cortés también se especuló con la posibilidad de otros complots. Muchos ven a Moctezuma Xocoyotzin como al emperador que entregó su imperio, otros como un líder engañado por los españoles, o como víctima de sus propios súbditos aztecas.

Para aclarar esta situación, Federico Acosta Ruiz-Peinado, descendiente de Moctezuma II, aclara la visión sobre el proceso de la conquista del gran imperio, en una entrevista exclusiva con La Opinión y La Voz del Sud.

La conspiración es el mito

Federico comienza contando que “todo lo que se ha dicho durante 500 años en la educación tradicional es una mito-historia. El primer encargado en acabar con la personalidad de Moctezuma Xocoyotzin fue Hernán Cortés e inmediatamente después la Iglesia. La razón es muy simple: tanto Cortés y demás soldados que participaban en la conquista, tenían que justificar legalmente sus actos, ellos buscaban su parte del botín, lo que incluía (además de riquezas), el que gobernaran comarcas del nuevo territorio conquistado.

La Iglesia por su parte buscaba la evangelización y compartir el poder en esos nuevos territorios. El contenido de las cartas de relación de Hernán Cortés a Carlos V en gran medida es falso, e igualmente la iglesia, los códices y demás documentos de la Iglesia contienen información falsa. Lo anterior es fácil de comprobar, simplemente porque Cortés y sus hombres convivieron entre los aztecas por alrededor de 8 meses sin que nadie los molestara porque eran huéspedes de honor, hasta que conspirando con otros pueblos como los Tlaxcaltecas, Cortés y sus hombres sorprendieron a Moctezuma y demás nobles, y los tomaron presos para después asesinarlos, es decir que traicionaron a la confianza que les habían conferido”.

“Por su lado la Iglesia sostuvo en un inicio que los aztecas adoraban a Satanás y eran caníbales, lo que era falso pero los facultaba para evangelizarlos y poderlos tomar como esclavos. Nada de todo eso es verdad. Actualmente hay antropólogos forenses que han logrado desentrañar la verdadera identidad de Moctezuma Xocoyotzin y de los aztecas”.

Esa visión de los aztecas es la que sus descendientes quieren recuperar a través de una fundación en la que se encuentran actualmente trabajando.

Los verdaderos pobladores

Para Federico, los españoles encontraron un pueblo muy diferente al que detalla Cortés. Según describe, Moctezuma II logró crear un imperio con importantes avances en tecnología hidráulica, medicina, justicia, astrología y sistema de gobierno.

“La primera misión de Moctezuma II fue reconstruir Tenochtitlán. Cuando Hernán Cortés y su ejército llegaron por primera vez al Valle de Anáhuac que hoy en día es la Ciudad de México, se quedaron perplejos por lo que vieron: parecía un mar interior constituido por cinco lagos separados en el que los aztecas habían construido una ingeniería hidráulica con la que controlaban las inundaciones y el clima del valle. Cortés le informó al Rey de España que parecía un mar interior con mareas, flujos y reflujos. En el centro de esos lagos había una isla artificial construida por los aztecas: Tenochtitlán. Fray Torquemada describía que las calles eran tan lisas que se podía pasar la palma de la mano por encima de ellas sin hacerse daño. Las calles estaban perfectamente bien trazadas, y los españoles que acompañaban a Cortés, llamaban a Tenochtitlán y demás ciudades que estaban en el margen de los lagos como ‘ciudades encantadas’, con casas y palacios perfectamente construidos, iguales o mejores a los que había en Europa”.

Cuenta Federico que Tenochtitlán “tendría alrededor de 300 mil habitantes, con baños públicos aseados varias veces al día” y que “la ciudad estaba iluminada de noche y había un hospital especial, un orfanato, y un mercado que estaba en Tlatelolco y por el que circulaban 60 mil personas diarias. En todo el valle había entre 800 mil a 1 millón de habitantes”.

“En Tenochtitlán había diversas áreas destinadas al arte y templos, de los desechos orgánicos producían fertilizantes, el Palacio de Moctezuma tenía 100 habitaciones con baños, salas y fuentes por todo el palacio, las habitaciones estaban decoradas con telas de algodón perfectamente elaboradas y decoradas, había maderas preciosas bien talladas”.

Federico Acosta, descendiente de Moctezuma II (derecha), y Ascanio Pignatelli (izquierda), de la familia de Hernán Cortés, se encontraron en el mismo lugar que lo hicieron sus ancestros.

Sobre su antepasado, Federico cuenta que “Moctezuma II tenía una vasta biblioteca, tenía un zoológico con especímenes de todo el imperio, jardines botánicos en los que se estudiaban a las plantas comestibles y las medicinales”. En cuanto a este último aspecto, afirma que ya existía también un complejo sistema de cirugías.

Por otro lado, y “por influencia de los toltecas y los mayas, los aztecas tenían conocimientos muy avanzados en astrología”, a la vez que contaban con un sistema de gobierno muy diferente al resto del mundo: “había un Consejo de la Federación compuesto por 38 Señoríos que tomaba decisiones importantes, entre ellas el de designar al Rey o Tlatoani, así que Moctezuma II fue elegido por méritos propios y ascendió al poder por decisión del Consejo de la Federación. Cuando Cortés y su ejército arribaron a Tenochtitlán, tanto Moctezuma II como su hermano Cuitláhuac querían recibirlos con el ejército azteca, sin embargo fue el Consejo de la Federación el que ordenó que lo recibieran como a un diplomático porque decía que representaba a un emperador (Carlos V) y a un líder religioso (el Papa)”.

Aclarado así el asunto de la supuesta traición de Moctezuma, la conspiración vendría después, de la mano de los propios pobladores del imperio.

Recuperar la historia

Pasaron muchos años desde aquellas conspiraciones que derivaron tanto en la conquista como en la libertad de los mexicanos. En el medio muchas historias quedaron olvidadas o fueron tergiversadas por quienes las escribían.

Para dar un paso hacia la reconciliación y el reconocimiento, los descendientes de Hernán Cortés y Moctezuma decidieron reunirse en el mismo lugar en el que 500 años antes sus antepasados se encontraron por primera vez. Y aunque hay muchas versiones de aquél encuentro sucedido hace 5 siglos, Federico está para contar cómo fue el que protagonizó el año pasado junto a Ascanio Pignatelli: “no conocía a Ascanio, nunca lo había visto y desde un inicio me causó una magnifica impresión, es una muy buena persona, se disculpó ante la sociedad mexicana por todo lo malo que su antepasado haya hecho, y a partir de ahí hemos desarrollado una excelente amistad”.

“Siento la obligación y responsabilidad de traer lo mejor de Moctezuma II a los tiempos actuales. Él era el Tlatoani, lo que significa que era el líder espiritual y social, y estaba muy dentro de la mente y el espíritu de su gente. Hay que reivindicarlo”

Federico Acosta Ruiz-Peinado, descendiente de Moctezuma II

“La experiencia me hizo sentir la responsabilidad del legado, siento la obligación y responsabilidad de traer lo mejor de Moctezuma II a los tiempos actuales. Él era el Tlatoani, lo que significa que era el líder espiritual y social, y estaba muy dentro de la mente y el espíritu de su gente. Hay que reivindicarlo y con esa fuerza darle confianza al pueblo de lo sólido de sus raíces y la grandiosidad del pueblo que llegó a ser, para que sea el cimiento del futuro”, comenta a la vez que afirma sentirse orgulloso de sus antepasados.

“Me parece que si la gente en México viera actualmente lo que era Tenochtitlán y el Imperio Azteca que funcionaba como un reloj, se sentirían orgullosos, y me parece que con ese orgullo los mexicanos debemos recobrar nuestra identidad y códigos de conducta, corrigiendo los errores o defectos que facilitaron la invasión que derrocó a Moctezuma II, ya que esencialmente fue la división el factor determinante”.

El imperio perdido

Tras la llegada de los españoles, toda esa organización política, social, y económica se perdió. “Con Moctezuma II el Imperio azteca había alcanzado alturas nunca antes vistas, y aún hubiera seguido escalando si no hubieran sido conquistados”, afirma Federico.

Pero esto último no sucedió: los territorios fueron conquistados y mucho tiempo después vendría la liberación. Antes de eso, una nueva conspiración contra los “conspiradores” a la corona, terminó por descubrir los intentos de darle fin a esa etapa de dominio español. Los revolucionarios fueron descubiertos y denunciados por quienes pretendían participar del proceso. Una vez más, las divisiones terminaron con el futuro de una nación independiente.

Desde entonces y hasta ahora, casi como una constante en los países de la región, resta trabajar porque el legado de los pueblos originarios no sea conspirado u olvidado por la historia oficial.