San Luis, Tertulias de la Aldea

EL PRIMER VIAJE

Por Roberto Tessi

Aquellos años en los que el siglo entraba en su última etapa, asombraban inventos y descubrimientos por doquier que a todos mantenían en vilo.

Las comunicaciones fueron un rubro que se expandía a pasos agigantados dejando perplejos a propios y ajenos.

Es difícil un siglo y medio más tarde medir la conmoción que causaban los trenes impulsados por locomotoras a vapor, para la mayoría de la gente era incomprensible que algo se moviera por si solo y no estuviera impulsado por la fuerza bruta de los animales.

La curiosidad, no obstante, fue un elemento que hizo superar cualquier temor supersticioso que comúnmente dominaba sus vidas.

Cuando los primeros troperos que bajaban de las sierras, arriando ganado casi salvaje para los centros urbanos, se toparon con los rieles que al ras del suelo se perdían en el infinito, les resultaba algo insólito e inexplicable.

Pero la gran sorpresa se la llevarían cuando se toparon con una locomotora que venía resoplando humo, chirridos y pitos para espantar las vacas que en forma porfiada no querían salir de las vías.

Algunos de los paisanos se persignaron y se alejaron al trote por las dudas, pero el Braulio, que hacía de capataz, se bajó del caballo, facón en una mano y el poncho arrollado en la otra para defenderse, nunca había visto algo parecido.

Pensó que sería el diablo, como vagamente alguna vez el cura que los visitaba en el rancho bautizando niños y grandes había mencionado, para colmo la máquina había atropellado varias vacas y toros cuyos despojos habían quedado triturados en la trompa salpicando de vísceras y sangre,  a aquellos lustrosos metales.

Así durante años contaba el Braulio en la Pulpería del Turco Manzur, camino al Sur, dando detalles del monstruo que se comía los animales de un bocado y que él se había salvado porque cerró los ojos y se encomendó al milagroso Señor de Renca.

En tanto, aquel 11 de septiembre de 1875, partía de la estación Orellano hasta Villa Mercedes, a las 7.00 hs. pm. el viaje inaugural del Ferrocarril al Pacifico con los dueños de la Empresa Concesionaria Juan E. Clark y Jhon Cok. El tramo nuevo tenía cerca de 300 Km.

Casi como una excursión estudiantil la comitiva vivía la experiencia con gran algarabía y a las tres horas de viaje el tren se detuvo en la Estación Mercedes para departir un suculento almuerzo servido en el Hotel Nogues.

Continuó el viaje haciendo escala en Junín y los viajeros además de cenar recorrieron el pueblo hasta reanudar el viaje en medio de la noche donde asombrados miraban por las ventanas de los vagones la interminable sabana de pastizales iluminados por la luna llena.

Encabezaba la locomotora “Rafael Igarzabal”, llena de banderas, gallardetes y adornos de ocasión hasta que en la estación Orellano fue remplazada por la Máquina a Vapor “San Juan ” y con las primeras luces del día la majestuosidad del desierto atrapó la atención de los viajeros, todos concientes que protagonizaban un hecho histórico e inaugural.

(Continuará)  

Un tren de carga detenido, mientras un numeroso grupo de personas descansan junto a él, en las afueras de San Luis, hacia 1920. Foto: José La Vía.