La Aldea y el Mundo, San Luis

COMPRENDER EL TERRITORIO

Por Soledad Sallenave

Licenciada en Ciencias Biológicas (*)

Abordar el territorio como un sistema (del cual somos parte) es, en mi opinión, el primer paso para comprenderlo.

¿Qué significa esto? significa que tomar una decisión de planificación y/o gestión territorial, es tener en cuenta que pequeñas acciones locales pueden tener impacto a nivel regional o global y viceversa. Tal la frase acuñada desde la planificación urbanística y adoptada para el medioambiente en la década del 70´, “Piensa globalmente, actúa localmente”.

Pasar de una concepción mecanicista (la idea de un conjunto conformado de diferentes partes) a una concepción organicista (donde impera el sistema con sus diferentes componentes todos igualmente importantes y absolutamente inseparables); requiere de algunos aprendizajes y ajustes de nuestra parte.

Por ejemplo, dado que el sistema territorial implica trabajar con múltiples intereses debido a la variedad de actores sociales; diversas actividades; diferentes ecosistemas y también momentos (pasado, presente y futuro); uno debe identificar y deponer algunos supuestos internalizados como trabajar en el “silo profesional”, que aporta desde lo propio, pero resulta insuficiente para la comprensión del todo.

Por esta razón, a través de los años, lo territorial (al igual que lo ambiental) ha transitado desde la disciplina a la multidisciplina, la interdisciplina y, finalmente, la transdisciplina que brega por la co-producción de conocimiento el cual se enriquece y se valida con el saber popular de las comunidades y el saber ancestral de aquellos pueblos que viven el territorio. Todo un desafío.

A medida que vamos profundizando el análisis, emerge otra necesidad: la de elevar la mirada, ampliar la escala espacial de trabajo y proyectar a mediano y largo plazo lo que existe hoy como producto de una historia. Esto es, trabajar a escala de paisaje y con diversos escenarios futuros en base a la situación actual.

Un ejemplo es la gestión del agua, en la cual se ha promovido fuertemente el abordaje integral de la cuenca hidrográfica o de la cuenca hidrogeológica cuando se requiere incorporar lo que acontece subterráneamente.

Para situar esto en el territorio puntano, ¿Cuántas veces tenemos presente la cuenca del Río Quinto si visitamos el dique Antonio Esteban Agüero? ¿O pensamos en la conexión existente entre el Dique la Florida y el agua que sale cuando abrimos el grifo en las ciudades de Juana Koslay, San Luis o La Punta? (esto se denomina trasvase de cuenca).

Ni qué decir de localidades del suroeste provincial que se abastecen de las aguas del Río Quinto para uso humano y pecuario a través del Acueducto Del Oeste.

¿Hacemos proyecciones que vinculen la disponibilidad de agua con la presión de uso debido al crecimiento poblacional y la demanda del recurso para diversas actividades? ¿Somos conscientes cuando disfrutamos de actividades recreativas y deportivas, por ejemplo en el Embalse Villa Mercedes, que estamos en las aguas de un río que es patrimonio ecológico provincial? ¿Y de que los embalses y diques forman parte del Sistema de Áreas Naturales Protegidas de San Luis?

Esto implica analizar el territorio como un sistema y trabajar bajo el paradigma de la integralidad.

Si pensamos en agua, debemos atender de forma simultánea aspectos como: los diferentes sectores de la cuenca hidrográfica con sus dinámicas propias (cuenca alta, media y baja); dónde están las zonas de recarga del sistema y dónde las salidas del mismo; cuáles son los usos a los que se destina el recurso (riego, abastecimiento poblacional, industria, turismo, recreación, saneamiento, energía hidroeléctrica, etc.); quiénes son los diferentes actores territoriales que lo utilizan y cuáles los que lo gestionan; la infraestructura hídrica que regula el cauce ya sean obras de almacenamiento y/o de conducción y distribución, existentes y proyectadas y los posibles impactos que pueden generarse debido a la variabilidad climática o la contaminación.

Finalmente, a la mirada sistémica del territorio que requiere de un trabajo transdisciplinario a escala de paisaje, debe sumarse un marco de planificación y gestión acorde, en un entorno de coordinación interinstitucional a distintos niveles que maximice y optimice el equilibrio entre la disponibilidad y el estado de los recursos; las presiones de uso que ejercemos sobre los mismos; la vocación del territorio y su capacidad de acogida y la distribución equitativa de los beneficios que nos aporta, entre otros aspectos.

Pero esto, será tema de análisis en la siguiente entrega.

(Segunda parte)

Clic aquí para la primera entrega

(*) Magíster en Gestión Sostenible del Ambiente

“Paisaje de San Luis”, por Lino Enea Spilimbergo.