Tertulias de la Aldea

HERMENÉUTICAS: ¿OBJETIVAS?

Por José Villegas

RIVADAVIA Y LA “LIBERTAD”

A

El Congreso rivadaviano declaraba el 9 de mayo de 1825 “que aunque las cuatro provincias del Alto Perú han pertenecido siempre a la Argentina, es la voluntad del Congreso General Constituyente que ellas queden en plena libertad para disponer de su suerte, según crean convenir mejor a sus intereses y a su felicidad” Sabino

Pinilla, La creación de Bolivia,

 p. 102, Ed. América; Madrid.

B

¡Bolívar no podía creer en la resolución porteña! “Bolívar miró la noticia de esta ley como una patraña que habían forjado en Córdoba o Salta. ¡No lo podía creer! Tuvo Sucre que enviarle en copia auténtica los documentos. Se rindió entonces a la evidencia”. No repuesto aún de su sorpresa, al festejar la llegada de la misión argentina encabezada por Alvear en Potosí, el Libertador brindó por “el Congreso de las Provincias Unidas del Río de la Plata cuya liberalidad de principios es superior a toda alabanza y cuyo desprendimiento con respecto a las provincias del Alto Perú es inaudito”.

Gabriel René-Moreno

Ayacucho en Buenos Aires,

 p. 31, Ed. América, Madrid.

C

Domina la escena el partido de Bernardino Rivadavia, nuestro conocido personaje, untuoso y quimérico, servil con las potencias extranjeras y despótico con los gauchos. Considerado por los liberales cipayos como “hombre del porvenir”, o como individuo “que se adelantó a su tiempo”, en realidad es un “hombre del pasado”, un puro sobrevivido. Habíase educado en las tradiciones dieciochescas de la nobleza borbónica. Pertenecía a la escuela del conde Floridablanca y de los hombres del “despotismo ilustrado” que había hecho su hora. Reducido a su parroquia portuaria, todo en él era ridículo, menos los resultados de su política.

Ramos, Jorge A

 “Historia de la Nación Latinoamericana”

 T1. Ed. Peña y Lillo

EL CRIMEN DE NAVARRO

A

Salvador María del Carril, segundón de Rivadavia, sanjuanino de origen y porteño de adopción, carácter débil para los poderosos, petulante para los inferiores, infatuado en su valer, y desdeñoso del ajeno según cuenta en sus recuerdos Vicente G. Quesada, escribió la segunda carta a Lavalle. Impulsándolo a ejecutar a Dorrego, este hombre sinuoso decía en su misiva secreta que una revolución es un juego de azar en el que se gana hasta la vida de los vencidos cuando se cree necesario disponer de ella. Haciendo la aplicación de principios de una evidencia práctica, la cuestión parece de fácil resolución.

ANGEL JUSTINIANO CARRANZA,

Lavalle ante la justicia póstuma, p. 59,

Buenos Aires, 1941.

B

Los conjurados ultimaron los preparativos del golpe contra el gobernador y la decisión de su muerte en una reunión mantenida el domingo 30 de noviembre en una casa de la calle del Parque (hoy Lavalle) entre las de San Martín y Reconquista. 

San Martín no tuvo dudas de quiénes fueron los instigadores del golpe: “Los autores del movimiento del primero (de diciembre) son Rivadavia y sus satélites, y a usted le consta los inmensos males que estos hombres han hecho, no sólo a este país, sino al resto de la América con su infernal conducta”

José de San Martín

Carta a O’Higgins

Abril de 1829.

C

Lavalle confesaría en 1839, ante un grupo de oficiales, toda la verdad: Los hombres de la casaca negra, ellos, ellos, con sus luces y su experiencia me precipitaron en ese camino, haciéndome entender que la anarquía que devoraba a la Gran República presa del caudillaje bárbaro, era obra exclusiva de Dorrego. Más tarde, cuando varió mi fortuna se encogieron de hombros… Pero ellos, al engañarme, se engañaban también, porque no era así.

ANGEL JUSTINIANO CARRANZA,

Lavalle ante la justicia póstuma, p. 59,

Buenos Aires, 1941.

(Cuarta parte)

Retrato de Bernardino Rivadavia. Artista desconocido.