Expresiones de la Aldea

ABRO HILO: MÁS ALLÁ DEL LIBRO

Nuevas formas de ofrecer literatura se presentan como una atractiva oportunidad en las diferentes redes sociales

Eliana Cabrera

Michel Pètit, antropóloga francesa especializada en el valor cultural de las prácticas de lectura, sostiene que el libro es conocido como el soporte por excelencia de la literatura. A su vez, es un símbolo de un estereotipo de “lectura culta”, de erudición e incluso se la vincula rápidamente con lo escolar y académico.

Las prácticas lectoras suelen ser vinculadas con el nivel de posibilidades y recursos que dan acceso a los libros, generando una presunta categorización de las personas en “lectoras” y “no lectoras”. Mientras algunos deciden que no les interesa leer libros, otros no pueden tenerlos.

¿Cómo puede la literatura escabullirse de sus formas tradicionales y democratizar las posibilidades de acceso, además de seducir a quienes consideran que están alejados de la lectura literaria?

La escena más común de alguien leyendo es la de una persona con un libro abierto, sola, estática y en silencio. Hoy eso puede considerarse casi un acto de rebeldía, ya que en la actualidad todo se encuentra atravesado por la necesidad de la inmediatez, el movimiento constante, la aceleración, la urgencia.

El mismo viaje, distintos formatos

Abstraerse del mundo es cada vez más difícil y, sobre todo en cuanto a la cultura, prevalece el consumo efímero y fugaz. A estas demandas responden mejor los medios digitales y redes sociales: allí encontramos contenido de todo tipo, sintético, gratuito (tanto para quien crea y quien consume) y de un gran atractivo, especialmente para las generaciones conocidas como millennials y centennials.

En estos espacios virtualesy masivos, la literatura se hace presente a través de quienes han decidido compartir o promocionar creaciones propias y/u obras de otros artistas, aprovechando el gran alcance que tienen las redes sociales y adaptándose a los formatos que estas ofrecen para explotar la creatividad.

Instagram, conocida como una red social cuyo fuerte es el contenido fotográfico y audiovisual, es una de las plataformas que más usan escritoras y escritores. De hecho, la Biblioteca Pública de Nueva York lanzó en 2018 una campaña llamada “Insta Novels” para acercar obras clásicas de la literatura a los más jóvenes a través de las llamadas “stories” de Instagram.

Fueron publicados Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll, La metamorfosis de Franz Kafka y Cuento de Navidad de Charles Dickens, entre otros, complementando las publicaciones con pequeñas animaciones y dibujos. El pasar de página fue reemplazado por un toque en la pantalla del celular.

Elvira Sastre, conocida escritora y poeta española, comparte a través de publicaciones en su cuenta de Instagram @ElviraSastre fragmentos de sus textos, editados e inéditos.

Pintura de Jacob Lawrence, 1960.

También fue precursora de Poesía en tu sofá, un proyecto motivado por los tiempos de pandemia y cuarentena. Se trata de un ciclo de lectura que en Argentina se llevó a cabo en mayo de este año, en el cual escritores y escritoras de todo el país, entre ellas Claudia Piñeiro y Tamara Tenenbaum, trasmitieron en vivo lecturas de sus textos a través sus respectivas cuentas.

De esta forma, la oralidad se combina con las habilidades teatrales en torno a los tonos de voz y la expresión gestual y corporal, mediada siempre por la cámara del celular, para dar lugar a una poesía o narrativa performática y digital.

Estos recursos de imagen y video son utilizados también por otras escritoras, escritores y poetas que se encuentran iniciándose en la creación literaria.

A la facilidad que existe para publicar un texto breve o fragmento se suma la inmediatez de los comentarios que puedan hacer sus seguidores (lectores) de una obra y su difusión, por lo que Instagram también es útil para la autora o autor a la hora de evaluar su trabajo y avanzar en sus proyectos.

Existe toda una comunidad de escritores y escritoras jóvenes cuyo principal espacio de escritura es Instagram y que también organizan encuentros de lectura y promoción de obras literarias.

Twitter es otra red social donde la literatura se ha infiltrado. En ella, las publicaciones de los usuarios (tweets) son principalmente textuales, aunque limitadas: no pueden tener más de 280 caracteres, e incluso en un principio solo se contaba con 140. Este uso reducido de las palabras provoca que los exploradores de nuevas narrativas creen y lean principalmente microcuentos, micropoemas o aforismos.

Pep Bruno (@pep_bruno), por ejemplo, es un narrador y cuentista que todos los días publica un cuento breve en Twitter. Ajo Micropoetisa (@ajomicropoetisa) también publica sus poemas, y de hecho en el encabezado de su cuenta se lee la premisa: “buscando un centro de brevedad permanente.”

Los llamados “hilos” de Twitter dieron lugar a la difusión de textos un poco más extensos: se trata de varios tweets consecutivos que generalmente inician con la expresión “abro hilo”, indicando que la publicación completa consta de más de un tweet.

Este procedimiento fue utilizado en 2008 por Emmett Rensin y Alexander Aciman, dos alumnos de la Universidad de Chicago que se propusieron difundir clásicos de la literatura en no más de 20 tweets, y cuyo compilado luego se convirtió en un libro llamado Twitterature.

Esa denominación hoy es utilizada para hacer referencia a toda obra literaria que se desarrolle en esta red social. La misma Margaret Atwood, autora de libros como El cuento de la criada y Alias Grace, participó en el #TwitterFictionFestival en 2015.

Otro festival similar de escritura fue #FeriaDelHilo, del cual fue parte Nagore Suarez, autora de uno de los mejores relatos de misterio del 2019 en Twitter, donde a través de la narrativa de hilo cuenta una historia acerca de un libro no devuelto que desencadena la investigación de un asesinato.

Síntesis, elipsis y el uso estratégico de recursos literarios son los protagonistas de una plataforma donde la literatura también pisa fuerte ante una sociedad de consumo de lo preferentemente breve y virtual.

“Bibliotecario”, por Georg Reimer. 1866

Para quienes no hacen uso constante de las redes sociales pero sí son parte de este mundo moderno en el que es habitual el multitasking (llevar a cabo varias actividades a la vez) existen los podcast, archivos de audio descargable o reproducible en aplicaciones como Spotify.

El audiocuento o radioteatro no son algo novedoso, pero en algunas series de podcasts se seleccionan cuentos y poemas que se caracterizan por ser cortos, es decir que pueden ser reproducidos en cualquier momento, sin necesidad de tener que dedicarles un tiempo exclusivo de escucha. “Por qué leer”, de Cecilia Bona y “Audioteca”, creada por el Ministerio de Cultura de la Nación, son algunas de las series de podcasts más populares en Argentina.

Estos espacios y medios digitales de creación, consumo y promoción de la literatura son solo una muestra de las vastas posibilidades que existen a la hora de ir más allá de los libros y de acercar la poesía y la narrativa oral y escrita a todas y todos.

Las prácticas de lectura y escritura literaria se vuelven más cotidianas y accesibles y puede que quien no se acerque a una biblioteca sí se interese por una serie de relatos virtuales.

Aquí no se trata de evaluar las opciones en términos de “buena” y “mala” literatura, sino de poner de manifiesto que esta se abre paso en la actualidad gracias al ingenio y la creatividad de artistas y promotores culturales que ven en las redes sociales y la era digital nuevas formas de expresión artística.