Reportajes

FERNANDO DE VARGAS, 24/01/2021

El trabajo es mi ocupación principal por razones de supervivencia. La escritura, el arte, la piel y el amor tironean permanentemente mi vida entre economía y placer. Actualmente además de la escritura y periodos de docencia, estoy retomando la vitrofusión de objetos artísticos no utilitarios. Algo que postergo hace años, desde que aprendí con la gran maestra Susana Sendón.

Considero que la vida es una bisagra en la vivencia de todos nosotros. El mío fue el nacimiento de mi hijo Nicolás.

Me definiría como: palabras, habladas o escritas sobre la piel, siempre de otras/os.

Me muevo por las pasiones mencionadas y me enojan las injusticias sociales.

La música me acompaña en casa y en el auto, no uso auriculares nunca. Y escucho en general rock nacional, también siempre el blues (no el jazz) y algunos folk como CHURUPACA y tango electrónico. Siempre mi soporte son los libros.

Creo que radicalmente estamos solos. La pandemia del COVID-19, básicamente nos ha obligado a la “amistad virtual”; algo en lo que no me es posible creer ni practicar, tenemos tiendas virtuales, compramos objetos que distan mucho de la realidad cuando abrimos la caja del envío. Hay sexo virtual, pero no hay piel. Ya lo aprendimos con Jacques Lacan en su sentencia: “Usted podrá saber lo que dijo, pero nunca lo que el otro escuchó”…Porque es verdad, no podemos saber cómo alcanzan a los demás las informaciones que les transmitimos, o bien cómo van a ser éstas interpretadas.

Mi relación con San Luis desde hace 32 años es una película de cine. Clásica en su formato, es decir: no digital. Hay carretel de celuloide para disfrutar mucho más.