Expresiones de la Aldea, San Luis

Lo injusto de la crítica infundada y tendenciosa

La Columna de Iris

Bueno nena, ahora sí que el caldo se puso espeso. Hay cosas que no puedo tolerar. Mejor dicho, mi intachable trayectoria no las puede tolerar. Paso a detallar: voy caminando tranquila bajo los eucaliptus de Juana Koslay y aparece una muy vieja amiga de casi toda la vida. O por lo menos eso es lo que yo creía.

Vos podés creer que me empezó a criticar mis columnas. Sin ningún fundamento. Vos sabés que yo tengo años de la mejor trayectoria. Que estuve a punto de ganar un Pulitzer, que finalmente se lo dieron a un noruego pero todo el mundo sabe que hubo acomodo. Me lo dijo un gran periodista de El País de España que también competía, pero que sabía que no tenía nada que hacer al lado mío. Por favor, que tupé.

Qué descaro, que falta de respeto. Por supuesto desinformada y carente de fundamentos, como todas las críticas mezquinas. La interrogué: ¿Leíste el último número de La Opinión? No, ese no. Te das cuenta que hablan por hablar, que no investigan para la crítica constructiva que ayuda a mejorar.

Blasfeman con perversión. Claro que tirando de la piola, ya sé por dónde viene la mano. Resulta que esta ingrata sospecha que yo le robé un libro muy importante de su biblioteca. Y efectivamente, como ya te conté, en un golpe comando milimétrico le robé la publicación en cuestión.

Pero eso no le da ningún derecho a la muy pacata a desprestigiar mi publicación. Te juro que hace días que tengo un dolor en el pecho, una especie de nudo que no se puede desatar. Es una amistad de una vida.

Si te digo cincuenta años me quedo corta. Y no estaba preparada para recibir esa puñalada artera. No la pienso perdonar, jamás. Yo tengo honor, valores y principios. Te aviso que se ha generado una especie de conflicto diplomático, porque ella tiene ciudadanía española. Me hablaron de Cancillería, y no aflojé.

Lo siento. Ni que me lo pida el Rey, o ese diputado español petisito, que tiene una oratoria de la gran flauta. Encima, encima…voy presurosa a buscar el apoyo de un fervoroso lector, que me sigue de toda la vida, algo falto de estatura que también moraba en Juanita Koslay.

No lo vas a creer. Le dio la razón a la otra. Primero balbuceó, después ensayó una defensa timorata, y al final, cuando lo apreté firme, no fue capaz de argumentar a mi favor. Otro al que le hice la cruz. Me despachó al grito de “vieja loca”. Respondí con altura: “Pagarás con tu piel esta osadía”.

Estoy tan, tan dolida, que te juro que se me traba la pluma. Vamos a otra cosa. A ver si me distraigo y puedo superar este disgusto. Ganó la Claudia lo del MasterChef. Que me perdone el trío del jurado, pero no podés comparar un conejo envuelto en cerdo, o al revés, con un pulpo que se corta con el tenedor.

Además el chocolate blanco me resulta muy pesado para un postre. En fin, sobre gustos no hay nada escrito (esta frase es absolutamente falsa, porque sobre los distintos gustos está casi todo escrito, pero qué se yo…se dice así). Para mí tenía que ganar la Analía. No importa, ahora empieza el segundo ciclo.

No pienso mirarlo porque después me engancho y me acuesto a cualquier hora. O me duermo durante la propaganda larga, me despierto durante la novela de la Verónica Llinás, y no me entero quién corno ganó ese día. Tampoco me importa mucho.

Igual la televisión está al revés de la milanesa. Un certamen de canto lo gana el que peor canta, y el jurado intenta explicar no sé qué pelota. Y si no entendiste, seguilo en las redes. Cualquier cosa. Igual la pelea prehistórica de Nacha y Moria me parece de cuarta y es anterior a los setenta.

Y los del fútbol están indignados porque no se explican cómo no están Boca y River en la final de la Libertadores. Los periodistas deportivos inventan excusas y justificativos: que es injusto, que son mejores, que el Var. Déjense de embromar. Les metieron más pepinos los de Brasil y a otra cosa.

A llorar al campito. Boca no está, pero salió campeón de otra cosa contra Banfield. Y Defensa y Justicia ganó otra copa que no sé cómo se llama, pero igual los de Florencio Varela están refelices.