Expresiones de la Aldea, La Aldea y el Mundo, San Luis

Luz, cámara y…poesía

Por Eliana Cabrera

“Tal vez las palabras sean lo único que existe / en el enorme vacío de los siglos/ que nos arañan el alma con sus recuerdos”. Para Alejandra Pizarnik, el lenguaje construye el mundo, aunque su búsqueda por nombrar lo que existe nunca logró satisfacerla. Vivió deseando que las palabras atravesaran su extrañeza y la iluminaran.

¿Sabrá cómo sus poemas calaron hondo y se hicieron carne? ¿Habrá imaginado que podrían trascender la palabra y convertirse en imagen y teatralidad?

La fotopoesía es un término fue acuñado por el artista argentino Luis Vence y el español José Fábrega Agea, quienes la definen en su Manifiesto Fotopoético como “hacer poesía con luz”, “un proceso similar al del poeta de papel, pluma y palabra, solo que utilizamos una cámara y papel fotográfico como herramienta y soporte”.

Valga la redundancia, se trata de la combinatoria entre fotografía y poesía, donde a veces no está claro si uno está basado en el otro, pero resultan inseparables. Podría decirse que tiene sus antecedentes en la llamada “poesía visual” que nos remite a los primeros caligramas (formar figuras con palabras), en el sentido de que imagen y texto crean una unidad en sí misma y un sentido general en esa hibridez de recursos artísticos.

Carlos Mascioni, quien vive en San Luis hace ocho años, es ingeniero electrónico, pero también un apasionado de la fotografía. Realizó especializaciones en retrato y fotografía artística, llegando a realizar varias exposiciones de su trabajo, además de ser parte de la Agrupación Visual de Artistas de San Luis (AVASLhttps://www.facebook.com/artistasvisuales.sanluis/). Tras uno de los talleres que tomó, en el cual recurrió a un poema de Alejandra Pizarnik para inspirarse, decidió desarrollar a fondo su trabajo y elaborar una muestra fotográfica más extensa.

En ese momento, se contacta con Peyró, actriz puntana a quien él llama afectuosamente “la Pizarnik de San Luis”, y quien ya había realizado performances teatrales basándose en la misma autora. Así fue como gestaron en tiempos de pandemia un ensayo fotopoético denominado Trozos de infinito, que además de poder visualizarse en https://issuu.com/carlosmascioni/docs/ebook_trozos_de_infinito, se encuentra en vistas de ser expuesto en bares y centros culturales, acompañados de una conmocionante puesta en escena de Romina llamada “La Valise”.

La situación pandémica retrasó un poco sus planes, pero ya el 19 de febrero estuvieron presentes con ambas propuestas en el bar de Al Fondo, en la ciudad de San Luis.

Durante tres meses, ambos se reunían a leer y releer la obra de Alejandra, seleccionando lo que más les conmovía y cuyas impresiones podían llegar a representar.

Alejandra Pizarnik, poetisa argentina. Durante sus años en Francia comenzó su amistad con el escritor Julio Cortázar y con el poeta Octavio Paz.

“Entré de manera emocional y profunda. La soñaba, la sentía en mis días cotidianos, en las madrugadas del 2020 de pleno invierno, en cuarentena…tan próxima que cada sesión de fotos era jugar un rato a sentirme parte de ella y transitar esos estados de soledad y melancolía, que la pandemia aumentaba”. Así lo vivió y encarnó Romina.

Con la performance, su propósito es principalmente sensorial, provocativo: “Intento que lo que sucede en ese momento sea irrepetible, sincero, explosivo, espontáneo, y si bien siempre me envuelve ella y la siento presente, le agradezco esas lágrimas que siempre brotan en quienes me reciben, y en mí. (…)”.

Resalta principalmente que su deseo es hablar de “esa herida de la que solo los seres sensibles se hacen cargo y lo transforman en arte, arte para resistir y nunca olvidar que somos de la naturaleza y no de la Matrix”.

Partiendo de ese estado emocional y anímico, ambos artistas recorrieron distintos puntos de la ciudad retratando imágenes alusivas a los poemas y la interpretación con el cuerpo y los gestos.

La hibridez del proyecto se empapa de la espontaneidad con la que una poeta como Pizarnik de pronto colapsa los sentidos y emociones, por lo que tanto la muestra fotográfica como la performance acaban siendo la captura de un instante irrepetible del poema, el que se vive como lectores y lectoras.

Carlos Mascioni sugiere que no es lo mismo fotografiar a una actriz que a una artista, y junto con Romina, que aporta a la dirección artística, forman un buen equipo.

Transmutar el poema al cuerpo, y a su vez capturarlo con una cámara fotográfica, además de llevarlo a escena, nos habla no sólo del impacto de la poesía en sí, sino de la travesía de la palabra que se abre paso más allá del papel.

¿Qué otros devenires se aproximan, ante la transdisciplinariedad del arte y sus posibilidades?