San Luis, Tertulias de la Aldea

MUJERES, Y UNA MUJER

Por José Villegas

En esta breve introducción, con intención de redención, deseo tocar dos temas que en el mundo femenino han sido “tabú”. Es decir, pertenecen al cerrado, controlado y silenciado espacio del “de eso no se habla”. Se trata de la familia y el deseo. Estamos adentrándonos entonces en cuestiones obvias, pero no tan obvias.

Así, Michel Onfray nos dice que desde el principio de los tiempos “por naturaleza, la familia recluta al macho y a la hembra, cada uno para desempeñar un papel diferente. Para las mujeres, cuidar el fuego, preparar los alimentos, cocinar, tejer, curtir las pieles, coser, hilar la lana, proveer la vestimenta, y muchas otras labores sedentarias, mientras sus compañeros cazan, pescan, cultivan entre otras actividades nómadas. Miles de años después, a pesar del revestimiento cultural y los estratos intelectuales de las civilizaciones, ¿es realmente distinto?”.

Y con respecto al goce del placer, nos dice que “con el tiempo la llama de la pasión original se consume y luego desaparece. El aburrimiento, la repetición, la sujeción del deseo en la forma limitada de un placer repetitivo y sedentario extingue la libido. En la familia tradicional en la que la mayor parte del tiempo está puesta al servicio de los niños y del esposo, la mujer muere cuando triunfan la madre y la esposa, que gastan y consumen la casi totalidad de su energía”.

Estas son solo algunas de las consecuencias del ejercicio de un patriarcado secular, y de las sentencias de las religiones monoteístas que han situado a la mujer en un plano absolutamente desigual respecto del hombre. Así, para estos misóginos “célibes” que escribieron y dijeron, escriben y dicen, la mujer es la responsable (culpable) de cuanto pecado (empezando por el “original”) se le endilgue en el nombre ¿de quién?

Así, a lo largo de la Historia la mujer, decididamente se ha empeñado en una lucha desigual para obtener los mismos derechos que el hombre. A la dulce y leal María Magdalena la “borraron” de la Historia, por ser mujer. A Juana de Arco la quemaron, por ser mujer. La Edad Media fue el terror de las mujeres que pretendían hablar, luchar, reírse y gozar.  

En los tiempos de la Edad Moderna, tanto Papas como Reyes, utilizaban a las cortesanas para intrigas palaciegas y crímenes inconfesables; y las mujeres del pueblo solo servían para parir, cocinar y callarse la boca.

Después vinieron las revoluciones y la mujer aprovechó para dejar de ser la “costilla”. Las mujeres en San Luis no se diferenciaron de sus pares de todo el mundo.

“Magdalena penitente”, por Domenico Tintoretto. 1602

Los puntanos contamos con cientos de ellas, destacadas en todos los ámbitos imaginables. Más, en esta oportunidad, quiero ir al rescate de una científica puntana que no ha sido aún reconocida ni valorada en su verdadera dimensión, salvo por algunos pocos. Y aquí se siente la necesidad de redimirla:

Nuestra ADA PASTORE debió abrirse paso en un mundo académico de hombres, y eso es doble mérito aunque no debiera verse así. Fue botánica, curadora, investigadora y docente. Doctora en Ciencias Biológicas, desarrolló su prolífica labor en el IBODA y el CONICET.

Fue discípula de los eminentes botánicos Lorenzo Parodi y Arturo Burkart. Era hermana del Dr. Franco Pastore, un maestro en las ciencias de la mineralogía, geología y petrografía. Ese fue el ambiente de preferencias intelectuales que la nutrieron en su hogar puntano.

Obtuvo su título en la Facultad de Ciencias Físico-naturales de la UBA, y allí se doctoró. Volvió a su San Luis natal y ocupó la cátedra de Química en la Escuela Normal Juan P. Pringles, para luego marchar nuevamente a Buenos Aires donde entre la docencia y la investigación descolló enormemente con trabajos ponderados por la comunidad científica argentina tales como “Propiedades del almidón de plantas alimenticias aborígenes”, “Reservas nutritivas de los piñones de las araucarias argentinas”, “Sinopsis de las Equitáceas argentinas”, entre otros.

Ada Pastore se nos fue muy pronto, en 1952.

Y otro naturalista puntano de renombre nacional e internacional, su profesor, el Dr. Dalmiro S. Adaro nos decía este réquiem: “San Luis perdió la escala luminosa de una fama para su capítulo de la ciencia, y la ciencia argentina perdió un cruzado glorioso”.