Expresiones de la Aldea, San Luis

EL GOLEADOR

Por Kümey Cadasal (*)

No imagino lo que hubiese sucedido si en vez de lograr la victoria, el resultado hubiera sido diferente. Recuerdo que el país entero salió a las calles a festejar lo que después con el tiempo resultó ser toda una farsa, como cuando te enteras que Papá Noel o el Ratón Pérez son las mismas personas, pero esto realmente fue peor, porque acá no te contaron un cuento inocente para que tu niñez sea feliz, cosa que tampoco comparto, pero eso… por el momento vamos a pasarlo por alto.

Y yo que ese día salí con mi bandera en alto y orgulloso de ser argentino. Con mis diecisiete años creí que era un ganador, que todo tenía sentido en la vida.

Mis amigos y yo, fuimos pisoteados por la multitud que saltaba fervorosa expresando su alegría, pero no solo fuimos pisoteados por la gente, detrás de ese circo existieron mil olimpos, que no tienen nada que ver con las olimpiadas, pero sí con lo nefasto, con lo macabro, y esos pisotones sí me dolieron… pues despertar de una mentirosa fábula fue como morir un poco. Descreyendo de todo lo que te rodea donde las cosas se reconstruyen a partir de lo incierto, que en cierto modo, y aunque parezca un trabalenguas, se destruyen obstruyendo el camino que cada uno intenta abrir…

Por lo menos eso es lo que siento yo, que aunque muchos piensen que soy un masoquista del proceso de reorganización nacional, soy solo un trocito de realidad que quedó del desparpajo, y los despojos de la irónica suerte que le tocó al país que una vez echó a los ingleses con aceite hirviendo y agua caliente, y, lamentablemente hasta no hace mucho, creíamos que iba a suceder lo mismo.

Pero al igual que en un partido de fútbol todo tiene su revancha, y desgraciadamente esta vez nos tocó perder, perder la dignidad, la identidad que creo que nunca tuvimos. Por ese motivo vivimos escondidos en la rutina, para no seguir perdiendo, por eso ahora cuando nuestro equipo gana tomamos revancha con el del bando contrario que goza siempre con nuestra derrota, y las idas y vueltas concluyen nuestra vida conformada de altibajos que no sirvieron más que para seguir destruyendo esta falsa imagen de creernos invencibles, yo pienso que los partidos de fútbol son eternos, solo se terminan con la vida del hincha.

Por eso yo tengo una sola camiseta y está bajo estas letras, y con ella perder es un orgullo, perder la paciencia, el miedo, la sensatez, puede que alguno piense que soy un perdedor empedernido, o resignado, aunque en mi abismo interior sé que he ganado varias batallas, que si de ganar hablamos, con mi bicicleta le he ganado a los caminos que corrían a la par, al viento que no pudo voltear mi barrilete, he ganado cariños, afectos, amigos.

Le gané al amor perecedero, le gané a la distancia, porque pude viajar sin moverme del lugar, le gané al deseo, porque pude tener el fuego de una mujer entre mis sábanas, le gané a la altura de esa montaña que escalé hasta su cima, le gané al sol, a las plegarias, al oráculo fatal, a la desinformación superpuesta, le gané al desamor, refregando toda esta naturaleza llena de bosques y de ríos en su cara.

Y he ganado lo más importante que existe en este croquis genealógico, la capacidad de mis hijos para desenvolverse en este paquete suburbano, así es que, en síntesis, estoy lleno de victorias, y aunque mis sueños hayan sido derribados en mil pedazos, mi espíritu está en pie, con ansias de vencer, y quizá algún día cante el gol tan deseado, pero recordando siempre las treinta mil voces que faltarán al festejo.

En el Mundial de fútbol del 78, en plena dictadura militar, la Selección Argentina salió campeona. En la foto Mario Kempes festejando.

(*) Soy Kümey Cadasal (Daniel Salto). No he tenido formación académica y mis escritos son espontáneos, mi inspiración no tiene límites, eso me llevó a volar varias novelas a las que tuve la suerte de darles vida y a las que titulé: Títeres de la sociedad, Las cartas de mi padre, El efecto Penélope, El cadáver de Mackenna, Nébula. Suelo escribir entrelazando realidad con ficción sumándole mis propias fantasías. Mis viajes imaginarios por este mundo y de vez en cuando por el mismísimo universo, encuentran pasajes secretos donde se unen todos los mundos que describo. En el taller literario Silenciosos Incurables, y con las propuestas de su profesora Viviana Bonfiglioli, me nacieron algunas poesías que agregué a mi libro poético titulado: Fusión Literaria de las cuales expuse como párrafos en algunas de mis novelas y también en dos libros de cuentos, uno para niños y otro para adultos y un ensayo al cual titulé Paréntesis.