UNA HISTORIA OLVIDADA
Durante la Guerra Fría y en el marco del conflicto entre las dos Coreas, la ciudad de Seúl pasó de la destrucción total a ser, casi 70 años después, una gran metrópoli
Por Guillermo Genini
Seúl es en la actualidad una de las grandes metrópolis mundiales. Es sede de grandes compañías y corporaciones internacionales que en su conjunto producen gran parte de los avances tecnológicos que consumen ciudadanos de todos los continentes. Su influencia cultural se ha expandido gracias al fenómeno del K-pop y a sus productoras musicales y audiovisuales que han popularizado a los grupos coreanos y el estilo de vida de Corea del Sur.
Siendo un fenómeno urbanístico de alcance global (su organización metropolitana abarca la ciudad de Seúl y 20 ciudades satélites en un complejo de más de 20 millones de habitantes) es poco conocido que esta enorme estructura tiene menos de 70 años.
Efectivamente, la ciudad de Seúl fue destruida al comienzo de la Guerra de Corea que durante cuatro años enfrentó a Corea del Sur con Corea del Norte y sus respectivos aliados en un conflicto tan destructivo como la Segunda Guerra Mundial, pero concentrado en un pequeño territorio.
Tras la finalización de Segunda Guerra Mundial, Corea, que hasta entonces había estado en poder de Japón como potencia colonizadora, quedó divida en dos áreas de influencia: el norte, que abarcaba la mayor parte continental del territorio coreano quedó bajo administración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, mientras que la península coreana permaneció bajo mandato directo de Estados Unidos. Esta trágica realidad dividió a un pueblo que hasta entonces había vivido su experiencia histórica como una sola nación. Desde 1945 las potencias ocupantes de las dos partes organizaron sendos Estados y comenzaron un proceso de separación política y militar que continúa hasta el presente.
Enfrentamiento directo en una guerra indirecta
Con el comienzo inmediato de la Guerra Fría que enfrentó a la URSS con Estados Unidos por el dominio mundial, Corea se transformó rápidamente en una zona crucial para la política internacional, pues era el único territorio donde las dos superpotencias atómicas del momento se enfrentaban en forma directa.
El territorio de Corea era relativamente pequeño, carecía de interés estratégico y de materias primas abundantes. Sin embargo, a raíz del conflicto entre el capitalismo y el comunismo, tomó importancia mundial. El objetivo de liberar al pueblo coreano de la ocupación japonesa se alcanzó rápidamente, pero el acuerdo de crear una Corea como Estado unificado, independiente y democrático, se frustró de inmediato.
Como recurso temporal y práctico la URSS y Estados Unidos dividieron a Corea con una frontera tan teórica como ficticia en la línea imaginaria en el paralelo norte de 38°, que cruzaba la península de este a oeste más o menos por la mitad.
En la parte norte se formó Corea del Norte con capital en Pyongyang que, con ayuda soviética, logró una rápida recuperación bajo el liderazgo del exguerrillero comunista Kim Il-sung. En el sur, Estados Unidos no logró consolidar un Estado inmediatamente pese a brindar apoyo militar y político a Syngman Rhee, a quien impusieron como Presidente de Corea del Sur, con capital en Seúl. Esta ciudad, ubicada en cercanías de la costa occidental de la Península de Corea y a pocos kilómetros del paralelo 38°, había sido considerada capital tradicional de Corea y poseía grandes adelantos urbanísticos y edilicios.
Tras años de tensiones, amenazas mutuas y refriegas fronterizas en una nación ya divida, en junio de 1950 las tropas de Corea del Norte, apoyadas por la URSS, y bajo la vigilancia constante de China, cruzaron el paralelo 38° e invadieron Corea del Sur, que si bien estaba respaldada por Estados Unidos, no pudo repeler el ataque.
Conflicto local con dimensión internacional
La Unión Soviética, bajo el impulso de Stalin, ansiaba expandir el comunismo por Asia y apoyó generosamente con armas y municiones al Ejército Popular de Kim Il-sung, convencido de que Estados Unidos no entraría en guerra por Corea del Sur. El 25 de junio de 1950, tropas norcoreanas protegidas por blindados soviéticos avanzaron sin encontrar apenas resistencia. Tres días más tarde llegaron a Seúl y la ocuparon sin dificultades pese a que los sudcoreanos destruyeron los puentes, vías ferroviarias y carreteras para evitar el avance enemigo.

Al medio: Tanques Pershing M26 estadounidenses en el centro de Seúl. En primer plano, las tropas de las Naciones Unidas rodean a los prisioneros de guerra norcoreanos.
Abajo: Almacenes de suministros e instalaciones portuarias en Wonsan son bombardeados por aviones B-26.
El ejército sudcoreano se retiró al sur y establecieron una zona de resistencia en torno a la ciudad de Pusan. Desde allí iniciaron una contraofensiva con el apoyo logrado por el Consejo de Seguridad de la ONU que había declarado a Corea del Norte como Estado agresor y autorizó la formación de una fuerza aliada encabezada por Estados Unidos, al mando del General Douglas MacArthur, para recuperar el equilibrio perdido.
Las fuerzas de la ONU desembarcaron en el puerto de Incheon y avanzaron rápidamente hacia Seúl. El 18 de septiembre de 1950 se iniciaron los combates en el sur de Seúl que había sido fortificada durante la ocupación norcoreana.
Tras largos y sangrientos enfrentamientos que incluyeron fuego de artillería y de blindados, la ciudad fue liberada el 25 de septiembre pese a continuar por varios días los combates callejeros. MacArthur sabía de la importancia estratégica y simbólica de Seúl y se concentró en su toma pese a los graves daños que sufrió la ciudad.
El avance aliado continuó hacia el norte superando el paralelo 38 que llegó, por una parte, hasta Pyongyang, y por otro hasta la frontera con China. Esta amenazante situación era inaceptable para el nuevo gobierno comunista de Pekín que decidió la inmediata intervención de sus tropas que derrotaron a las fuerzas de MacArthur y avanzaron hacia el sur. El 4 de enero de 1951, las fuerzas combinadas de China y Corea del Norte iniciaron nuevos combates para recapturar Seúl, que fue ocupada el 17 de enero.
Pese a que se corrió el riesgo de que Seúl fuese bombardeada en forma masiva por parte de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, como estaba sucediendo con las ciudades norcoreanas y para forzar la salida de las tropas enemigas, se optó por una nueva ofensiva terrestre. Así las fuerzas sudcoreanas y los aliados liderados por Estados Unidos lograron recuperar Seúl el 14 de marzo de 1951, utilizando principalmente tropas de infantería y blindados.
De la destrucción a la reconstrucción
Tras cuatro tomas sucesivas, entre 1950 y 1951, Seúl quedó completamente destruida. Los constantes combates dejaron cientos de miles de bajas civiles y muchas personas refugiadas de las zonas rurales que buscaron protección en Seúl.
Sin embargo, la propia población de la ciudad se vio obligada a abandonar sus hogares, disminuyendo en un año de 1,5 millones a poco más de 700.000. La mayoría de sus edificios fueron destruidos al igual que las casas, fábricas y vías de comunicación.
Tras la firma del armisticio en 1953 que puso fin a la guerra, Seúl protagonizó un gran esfuerzo de reconstrucción con ayuda extranjera a causa de dos motivos principales: era la capital de un nuevo Estado e ideológicamente convenía a Estados Unidos y a los países capitalistas mostrar las bondades de ese sistema, sirviendo de gran valor simbólico para los sudcoreanos.
Por otra parte, Seúl se convirtió en el principal centro de atracción de una gran población de refugiados que había huido de otras zonas en guerra o de Corea del Norte.
Es por ello que hacia 1954 su población aumentó a 2,5 millones de habitantes, más de la mitad de ellos sin hogar. La combinación de mano de obra abundante y barata, y el aporte de fondos de instituciones internacionales hicieron de Seúl un ejemplo de modernización urbana, resolviendo en las décadas de 1960 y 1970 con destreza los problemas que se presentaban (asentamientos ilegales, contaminación ambiental, crecimiento descontrolado) hasta convertirse en la ciudad sostenible que es hoy.