Expresiones de la Aldea, Notas Centrales

BITÁCORA DE PANDEMIA


Hojear sin juzgar el cuaderno de bitácora de viaje en esta pandemia en el que diferentes y distantes personas escriben reflexiones y sentires de esta historia

La Opinión/ La Voz del Sud

Hoy espiamos en el cuaderno de bitácora de Yael Coria, una joven sanluiseña y estudiante universitaria que enfrentaba esta nueva vida cuando la pandemia recién llegaba:

Siento que fui muy afortunada de egresarme de la secundaria en el 2019 y disfrutar del cierre de ese ciclo. Aun así, el cambio que implicaba entrar a la universidad (hecho que por sí solo ya traía dificultades) no se compararía a todos los cambios que se avecinaban y acompañaban a la “nueva normalidad”.

Implementar la virtualidad fue todo un reto. Los profesores tenían que aprender a  aplicar nuevas herramientas de enseñanza y también, por las condiciones que planteaba la pandemia, en el día a día fueron descubriendo que se veían casi en la obligación de extender su horario de trabajo.

Mi mirada con respecto a la enseñanza con modalidad virtual se puede dividir en dos aspectos: lo académico y lo emocional.

Entiendo que no debió ser fácil para nadie, había materias que se adaptaban bien a las circunstancias pero otras se limitaban a enviar trabajos prácticos y un PowerPoint.  Y allí quedábamos nosotros frente al conocimiento y medio en soledad frente a los textos. Se complica adquirir conocimiento cuando no tenés la posibilidad de recibir una explicación por parte de un docente. Al final todo se redujo a copiar y pegar, completar el trabajo y enviarlo.

Estrés, ansiedad, desorganización, inseguridad, confusión, angustia y miedo fueron sentimientos que nos atravesaron en algún momento de la cuarentena.

 Tuvimos y tenemos que convivir con las fake news, y la información tergiversada en los diferentes grupos de whatsapp.

Profesora de inglés haciendo videollamadas con estudiantes. Foto: Prostock-studio / Shutterstock.

No había algo fijo o seguro los horarios de distintas materias se superponían, o se cambiaban en cuestión de horas, por ejemplo aduciendo problemas de conexión.

El combo que se generó a partir de estos dos aspectos, más todas las dificultades y carencias que tuvimos que atravesar resultó en un colapso.

El desgano y la desmotivación se abrieron paso acompañados de un exceso de pensamientos y de comentarios negativos. Fueron meses muy difíciles.

A más de un año de pandemia, aprendimos de nuestros errores, pero aún nos falta mucho por aprender.

La flexibilidad para adaptarse al cambio es esencial y también lo son las medidas que se establecieron para poder cuidarnos y cuidar a los demás.

¿Seremos mejores, peores o iguales como personas y como sociedad? Yo creo que no seremos mejores, ni peores. Pero sí seremos más conscientes y estaremos más preparados para actuar sin dejarnos arrastrar por el miedo a lo desconocido.

Ahora más que nunca la solidaridad, la empatía y la cooperación son indispensables para convertir esta crisis en una oportunidad de cambio que fortalezca nuestros lazos como sociedad.