La Aldea y el Mundo, Notas Centrales

Las mujeres desobedecen

Agustina Bordigoni

“No deje que disparen a esas chicas (…) Esto es demasiado. Tienes que hacer algo ¿Cuántas veces más van a volver a aprovecharse de ellas?”, pregunta el policía al comisario que prepara un gran operativo sobre el final del film “Thelma and Louise”.

La frase, más que elocuente, seguramente llamará más la atención de un espectador o espectadora actual que en aquellos tiempos.

Por entonces, en mayo de 1991, la película protagonizada por Geena Davis y Susan Sarandon parecía revolucionar Hollywood en pos de la igualdad de género. Sin embargo, pasaron muchos años para que esa igualdad empezara a asomar, aún muy tímidamente, en el mundo del cine. Y realmente es tímida su aparición: incluso después del #MeeToo, la participación de las mujeres a la cabeza de direcciones o producciones cinematográficas sigue siendo baja.

El verdadero éxito

La película fue protagonizada por dos mujeres y escrita por otra mujer, Callie Khouri, una guionista que debutaba en el mundo del cine. Convertirse en un éxito de taquilla en una industria casi 100% masculina fue el verdadero éxito, pero la oportunidad en parte se perdió, porque luego de eso las películas continuaron tratando a la mujer como hasta entonces, por lo general en papeles secundarios (y no se trata de roles dentro del guion, sino de roles en el contexto de la toma de decisiones).

Khoruri nunca había escrito un guion. Eran pocas las mujeres en su rubro y de hecho desde 1932 ninguna colega había ganado un solo Oscar por ese tipo de trabajos. Cansada de que las mujeres solo interpretaran papeles como locas o descerebradas, Khoruri se decidió a escribir para Hollywood. Desde el comienzo supo que quería que lo suyo fuera una película y no otra cosa. Para eso se inspiró en su propia historia y en historias de sus amigas.

Y logró su cometido al menos por un tiempo: sus actrices lograron el mismo protagonismo que los hombres musculosos y todopoderosos capaces de destruir a cualquiera y salvar a cualquiera también.

Thelma y Louise romperían esos estereotipos e intentarían salvarse solas. Claro que el camino no era fácil, nunca lo fue.

Ni siquiera las propias actrices estaban conscientes del impacto posterior del film: “yo nunca pensé en la posible influencia de aquel proyecto. Sencillamente firmé porque se rodaba en verano y eso encajaba en mis necesidades como madre”, dijo Susan Sarandon tiempo después. Hoy, sin embargo, es una ferviente defensora de la igualdad de género.

De hecho, junto a Geena, apoyan la Women’s Sport Foundation, y crearon el Instituto Geena Davis sobre género en los medios de comunicación, con el objetivo de aumentar la presencia de personajes femeninos en los medios. Davis es además promotora del Festival de Cine de Bentonville, que busca visibilizar la igualdad de género y la diversidad.

La revolución que causó fue también muy elocuente: los sectores conservadores, acostumbrados a ver sangre en el cine por doquier, se escandalizaron con la muerte del violador a manos de Louise. Sin embargo, nada tuvieron que decir sobre la violencia que llevó a la muerte de las dos protagonistas.

¿Quién les creería que fue en defensa propia si todos vieron a Thelma bailar con él?, se planteaban todo el tiempo las protagonistas. De hecho, casi nadie les creía. El gran operativo desplegado para encontrarlas probablemente jamás se hubiera desplegado si ellas denunciaban al abusador. “¿Todo esto por nosotras?”, se preguntaba Louise.

La transformación pendiente

La historia es atrapante, pero tiene tantos guiños hacia la realidad que puede verse, desde lejos, que se trata mucho más que de una historia. Por lo menos son muchas más. Acosos callejeros, engaños o maltratos son moneda corriente, aunque no todas lleven al Gran Cañón. Imposible educar a los hombres, pensaron entonces las protagonistas, que optaron por una especie de venganza como compensación.

Pero el impacto que tiene hoy no fue el mismo que tuvo en el estreno: si bien la película recaudó millones, la participación femenina no cambió. Las mujeres representaban el 29% de los personajes de Hollywood en aquel momento y el mismo número en la actualidad. Ni hablar de la dirección, que sigue siendo un número bajísimo en comparación.

Pero, además de lo que puede contrastarse en números, también se puede en historias: hay muchas como las de Thelma y Louise. De maltrato, de defensa propia, de denuncias no escuchadas, de culpa y revictimización de las víctimas.

¿Quién mató a Thelma y a Louise?

“¿Ya empacaste? esta noche nos vamos”, dice Louise. “Espera, todavía no le pregunté a Darrel si nos podíamos ir”, responde Thelma. “Thelma por favor, ¿es tu esposo o tu padre?”

En el primer diálogo de las protagonistas, una Thelma visiblemente encerrada en un matrimonio infeliz decide rebelarse y escapar de viaje de fin de semana con su amiga Louise, a quien, claro, su esposo Darrell no soporta.

Thelma empaca, sale de su casa con Louise no sin antes sacarse una foto, que las protagonistas (Susan Sarandon como Louise y Geena Davis como Thelma) hoy reclaman como de su autoría. Se trata nada más y nada menos que de la primera selfie conocida, al menos en el cine. La foto, de paso, las acompañará hasta el final de la travesía.

Thelma y Louise eran víctimas de un marido maltratador e infiel, de jefes y hombres acosadores, y durante el viaje de intentos de violación, engaños, acosos, robos y diferentes tipos de violencia.

Ese camino las empujaría a la persecución y al precipicio. Pero: ¿fueron ellas las que decidieron morir?

Es eso precisamente lo que trata de decir el policía, único hombre aliado de la historia. Es de aquellos de los muchos que existen en las vidas reales, capaces de desestimar todo eso que por años les enseñaron o creyeron que era lo correcto.

Por qué no deben morir

Pese a todo lo malo que persiste, la película convirtió a las actrices en activistas, enseñó a algunos a ver más claramente el maltrato y el acoso que todavía pasa inadvertido. Y, sobre todas las cosas, que los finales en la vida real no siempre son felices y que la felicidad no es el amor de una pareja o de un hombre, sino que la felicidad está en la libertad. Una que sus protagonistas tuvieron por un corto tiempo, una que se espera que todas tengan de manera permanente.

Mientras tanto las actrices siguen reivindicando sus papeles, luchando contra estas injusticias y buscando y ganando protagonismo en todos los ámbitos de la vida.

Quizás por eso, y en la vida real, la policía detuvo – junto a otras 500 mujeres– a Susan Sarandon en una protesta contra la política migratoria de Tolerancia Cero de Donald Trump, en 2018. En su Twitter la actriz, posteriormente liberada, escribió: “Arrestada. Permanezcamos fuertes. Sigamos luchando. #LasMujeresDesobedecen“.

Como en la película, el compañero de Susan Sarandon, Paul Newman, cedió parte de su salario cuando se enteró que ella cobraba menos que los hombres coprotagonistas en señal de protesta ¿Sería tal vez con el mismo argumento del policía que pide por ellas?.

Como en la película, Louise (o Susan Sarandon), se puso al frente para identificar aquello que está mal. Y estar al frente de una lucha significa que ya no hay más silencio, que no vale callarse una vez más.

Como en la película, Thelma y Louise (o Geena y Susan) se toman de las manos para escapar e intentar salvarse de la violencia. También para intentar despertar a muchas mujeres que se vieron o se verán representadas por ellas, y a hombres a los que ojalá, quien sabe, hagan reflexionar.

La gran diferencia es que en la vida real la opción nunca será –ni debe ser– el precipicio.