La Aldea y el Mundo, Notas Centrales

Una solución nacional para los dolores crónicos

El proyecto “Immunologia Therapeutics” obtuvo el primer puesto en el concurso Innova Salud. Basada en pequeñas fracciones de ADN sintético de secuencia conocida, esta tecnología disruptiva permitirá cambiar el futuro de los tratamientos

Por Matías Gómez

“Nuestro emprendimiento nació en 2019, sin embargo los investigadores que hoy formamos ´Immunalgia Therapeutics´ venimos trabajando en colaboración desde hace más de 10 años”, cuenta el coordinador de este proyecto premiado, el Dr. Alejandro Montaner, investigador independiente de CONICET y director del Laboratorio de Fármacos inmuno-moduladores y regeneración de tejidos del Instituto de Ciencia y Tecnología (ICT) “César Milstein” (CONICET-Fundación Pablo Casssará).

“Sin lugar a dudas, fue un honor recibir el premio Innova Salud. En primer lugar, por lo prestigioso de la distinción, en segundo lugar por la calidad de los demás proyectos evaluados y finalmente, por la visibilidad que nos otorga a la hora de conseguir inversiones que serán necesarias para avanzar con los estudios clínicos en pacientes, la próxima etapa en nuestro plan estratégico”, apunta.

Costos, beneficios y plazos

“El costo que implica desarrollar un fármaco y poder llevarlo al paciente es muy alto. Hablamos de varios millones de dólares.

Aunque esta inversión parezca inalcanzable, y el camino que hay que recorrer para llegar a esa instancia es tortuoso, los beneficios que podrían obtener los pacientes que sufren de dolor crónico son muchos.

De acuerdo a distintas fuentes, se estima que aproximadamente el 20% de la población adulta sufre dolor crónico y enfermedades relacionadas, por lo que son la principal causa de discapacidad y morbilidad en todo el mundo. Desafortunadamente, un porcentaje importante de pacientes permanece refractario a los tratamientos farmacológicos disponibles. Agravando aún más la situación, la mayoría de los analgésicos utilizados actualmente causan algún tipo de efecto adverso, lo que condiciona su uso en altas dosis o por tiempo prolongado”, indica Montaner.

“Estimamos que los estudios clínicos demandarán unos 3-4 años de trabajo. Esto se realiza en 4 fases sucesivas.

En la fase 1, se estudia la seguridad del fármaco en un número reducido de voluntarios; entre 20 y 60 dependiendo de la propuesta. Si esta fase es exitosa y la droga es segura se pasa a la siguiente. En la fase 2, se estudia la efectividad del fármaco. En esta etapa, se analiza la acción del potencial fármaco en un número reducido de pacientes; entre 50 y 150 aproximadamente, dependiendo de la patología.

Si se prueba la efectividad, se pasa a la fase 3 donde se estudia un mayor número de pacientes; digamos entre 500 y 1000. Acá se estudia no solo la efectividad del fármaco, sino también los posibles efectos adversos (ya que generalmente son del orden del 1-2% y se necesitan muchos individuos para poder identificarlos).

Si todo va bien, se solicita el registro del fármaco ante la Autoridad Regulatoria, en nuestro caso ANMAT.

Una vez aceptado, el fármaco puede empezar a ser comercializado y entra en una etapa de “vigilancia farmacológica”, o fase 4.

Para poder cumplir con estas exigencias, es necesario que una empresa farmacéutica se comprometa a elaborar el fármaco en condiciones controladas y se haga responsable de los estudios clínicos”, detalla el emprendedor que fundó “Immunalgia Therapeutics” con el Dr. Marcelo Villar, investigador superior de CONICET y ex-Director del Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional (IIMT) (CONICET-Universidad Austral) y el Dr. Pablo Brumovsky, investigador independiente de CONICET y director del Laboratorio de Mecanismos e Innovación Terapéutica en Dolor del IIMT.

Fármacos innovadores

“Nuestro grupo de trabajo ha identificado una nueva estrategia terapéutica para el tratamiento del dolor neuropático y el dolor inflamatorio crónico. Esta estrategia involucra el uso de pequeñas fracciones de ADN sintético (oligonucleótido: secuencia corta y definida de ácidos nucleicos) que, inoculado por vía sistémica, estimula la proliferación y activación de células inmunes del propio paciente.

Estas células del sistema inmune “interpretan” la presencia de este ODN (oligonucleótido), como una señal de daño para el organismo. Entonces, el propio organismo monta una respuesta anti-inflamatoria y analgésica de larga duración. Sería el equivalente a una vacuna terapéutica”, explica.

La ciencia viviendo la segunda ola

Sobre cómo sobrellevan el contexto actual de segunda ola, el científico Montaner comenta: “Con dificultades, como en muchos otros ámbitos. En nuestro caso, tuvimos que volver a limitar los ensayos que teníamos en curso en el laboratorio; se dilató la concreción de los objetivos que nos habíamos propuesto; no se pudieron utilizar los recursos económicos que teníamos disponibles, etc.

Sin embargo, no todo fue negativo. Durante este último año y medio, la comunidad ha podido visualizar el trabajo de los investigadores y darse cuenta de la importancia de contar con un sistema científico sólido que pudo responder rápidamente a las demandas de la sociedad en aspectos de diagnóstico, producción de insumos y estudios clínicos de nivel internacional, por nombrar algunos”.

“La pandemia ha traído asociadas una serie de patologías, algunas relacionadas al sedentarismo, otras con la depresión; estas dos condiciones agravan aún más la situación de los pacientes que padecen de dolor crónico. En este sentido, nuestro proyecto podría ayudar a estas personas, sin embargo, y como mencionamos anteriormente, debemos ser conscientes de los tiempos que serán necesarios para poder llevar este fármaco al mercado, para no crear falsas expectativas”, agrega.

Transferencias tecnológicas

“A mi modo de ver, Argentina tiene una realidad distinta al resto de los países de la región. Por un lado, ha tenido un sistema científico sólido y de trayectoria reconocida; por otro, un sector farmacéutico con capacidades instaladas que podrían competir con los estándares internacionales más exigentes, y además profesionales médicos en el sector público-privado que muchos podrían envidiar.

Sin embargo, todas estas virtudes no se han traducido en transferencias desde el sector científico-académico al sector productivo en nuevos fármacos, vacunas propias o mejoras en el sistema de salud.

En este contexto, creo que las responsabilidades son compartidas: científicos que no estamos acostumbrados a interactuar tempranamente con inversores privados, empresas locales que no invierten en proyectos innovadores de riesgo y políticas de Estado que no favorecen inversiones extranjeras.

Sin embargo, si algo podemos rescatar de esta pandemia es que este estado de desconexión entre los actores involucrados, está cambiando”, analiza el investigador del ICT “César Milstein”, entidad que fusiona propuestas públicas y privadas.

Sobre el Concurso Innova Salud

El martes 20 de abril, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, con el apoyo de MSD Argentina S.R.L.(Merck, Sharp & Dhome) anunció como ganador a “Immunalgia Therapeutics”, que recibió la suma de $1.000.000.

Asimismo, destacó como menciones especiales a “PLAMIC” y “Desarrollo de un kit de extracción de ácidos ribonucleicos para detección de Sars-CoV-2”.

El jurado, según difundió la web del CONICET, remarcó que “los tres ganadores fueron destacados por su carácter innovador, potencial impacto en la sociedad, escalabilidad, capacidad para vincularse con otros actores tanto del sector productivo como del sistema científico tecnológico, y por último, por el uso e impacto que podría tener el premio en el camino que cada proyecto viene recorriendo”.

Por su parte, los emprendedores e investigadores agradecieron este reconocimiento nacional ya que atraerá nuevas inversiones en el campo de la salud.

La convocatoria estuvo abierta desde el 11 de febrero hasta el 11 de marzo. En total se inscribieron 93 proyectos de los cuales 59 pasaron la etapa de admisión y continuaron el proceso de evaluación.