San Luis, Tertulias de la Aldea

El Pirunco

Por Sebastián Reynoso

Siempre están los personajes de barrio, aquellos que, por lo general, durante el día nos sacan una sonrisa como sea. Con un gesto o unas simples palabras de ánimo, son aquellos que tienen por costumbre arengar para nuestro lado, personas que tiene el respeto como bandera aunque esto no sea recíproco. Cuando el tiempo pasa y llegan las cosechas son los lugares y las personas quienes defienden a estos entrañables seres que hacen a la historia.

Este personaje se llamaba Juan Alfredo Ceballos, alias “El Pirunco”, su apodo se remonta a su niñez, aunque poco se sabe del por qué de su sobrenombre, se cuenta que tuvo una niñez muy dura, sufrió violencia por parte de su padre, que era una persona adicta al alcohol, y su madre era un persona con discapacidad que falleció muy joven. Por aquel entonces al Pirunco no le quedó otra que salir a las calles del barrio a ganarse la comida ya desde muy joven.

Se dice que en épocas de primavera y verano siempre se lo podía ver en cercanías de las aguas del Río Quinto, algunas veces haciendo trabajos de fuerza con la pala, sacando montañas de arena al costado del río, luego la cargaba en los carros de tracción a sangre, para este tipo de tarea él venía como anillo al dedo, por su fuerza bruta.

Pero su pasión por la pesca no descansaba nunca, y según “El Pirunco”, todas las mañanas se adentraba en las aguas de río para hacerse de los mejores ejemplares, posterior a eso cargaba el botín obtenido en baldes, y así recorría las calles de la ciudad ofreciendo los mejores pescados a la venta. Por solidaridad, cuentan que parte de los vecinos le compraban algo, aunque fuera simbólico, como forma de ayudar a su subsistencia. Sus productos eran pequeños pero para él siempre había sido una pesca récord.

“El Pirunco” se había ganado el cariño de los vecinos que ignorando todas sus fallas, lo tomaban como un vendedor callejero más, y le seguían el juego en todo, un hombre humilde que tenía sus limitaciones, no sabía leer ni escribir, pero trabajaba de lo que sea, aparte de su apodo tradicional muchos lo llamaban el hombre de arena, o el pescador, “El Pirunco”, otro personaje más de nuestra ciudad.

Un buen día de pesca, en San Luis, hacia el año 1930. Foto José La Vía.