Expresiones de la Aldea

Elipsis

María Silvia Belot (*)

Camino lento. Camino en silencio. Río seco. Ha llovido. El agua corre rápido. Pasto alto, botellas de vidrio, papeles, bancos destruidos, una niña en la calesita, un hombre en un circuito pequeño, un grupo de gente hablando todos al mismo tiempo, dos chicas de negro corriendo, una mujer sola.

Camino lento. Camino en silencio. Muevo las manos para sentir la sangre. Él quiere que corra, que me apresure. Desde que salimos me incita a cambiarlo todo; la velocidad del paso, el modo de respirar, mis brazos. Dice que si no lo hago, quedaré para siempre con mi dolor; mi columna torcida, el malestar en el cuello. Quiere que sea aventurera, que salte la acequia, que toque las hojas de los árboles, que trepe un pedestal. Quiere que haga cosas que no tengo ganas de hacer, y por eso mismo cree que tengo que hacerlas. Que tire un palo o una piedra, que me quede quieta para la foto, que sonría. Necesita que me mueva con él, para él, como él. No comprende que me enojan sus pedidos, deberían de animarme.

Camino lento. Hago silencio. Camino en silencio. Me voy para adentro. No deseo apresurarme, como si tuviese que llegar, ¿a dónde? No deseo hablar para romper el silencio. No deseo hacer las cosas que no deseo hacer. No deseo correr y agitar el corazón, ni deseo sonreír para la foto.

Camino lento. Camino en silencio. Él camina rápido, delante de mí. Habla. No quiere esperar. No camina lento. Llegamos. Tomamos agua, los dos al mismo tiempo, entre rápido y lento. Me voy.

Camino lento. Camino en silencio. El alma despreocupada, escribiendo las imágenes simples, mundanas, torpes, inocentes. Un perro negro parado en dos patas frente al amo, una pareja de la mano con las manos tatuadas iguales, la madre que acaricia la nuca del niño, los cuadros pintados en aerosol, la plaza, la peatonal, un grupo de adolescentes rapeando, una anciana de camisa blanca hablando sola, las palomas, el mural, la tienda pintada de todos los colores, los sonidos, los olores, las bocinas, los barrenderos, los otros, los desconocidos, el saludo anónimo, la distancia, el aire, el cielo, el día nublado, la tertulia de cosas que ya no importan, la verdad, la cantidad de números amorfos de deseos incumplidos, las muchas razones estirando el grito de mi voz muda, la letra de la canción en mi cabeza, la lista de fugacidades, mi corazón que no se siente, el cansancio, el recuerdo de tu cara de tristeza hoy, tus ojos vidriados a medio abrir, el cuerpo en el borde del auto, tu roce distante, tu lenta manera de despedirme, la fatalidad del último beso, tu silencio.

“Lecho seco del río”, por Stuart Kim.

(*) Participación en Antologías desde el 2010 hasta la actualidad, publicadas por diferentes Editoriales provinciales, nacionales e internacionales (Dunken, Rosario, De los Cuatro Vientos, Raíz Alternativa, Revista El Viento, Diversidad y Creatividad Literaria, etc).