La Aldea y el Mundo, Notas Centrales

SIN COMPROMISOS

Biden anunció el fin de las misiones de combate que EE. UU. mantiene en Irak. Qué hay de real y qué de nuevo en esta “nueva fase”

Por Agustina Bordigoni

Según las versiones oficiales, las guerras de Irak y Afganistán acabaron antes de 2016.   Estados Unidos anunció la retirada de sus fuerzas de combate en Irak en diciembre de 2011, y dos años después el presidente Obama declaró que su país ya no seguiría librando una «guerra global   contra el terror» per se. En 2014, Estados Unidos y la OTAN terminaron  formalmente sus misiones de combate en Afganistán. Estos acontecimientos fueron importantes desde el punto de vista organizativo y simbólico, pero en la práctica real no pusieron fin a la intervención militar en los dos atormentados países, ni tampoco a la actividad que desarrollaban en ellos los varios miles de contratistas privados, estadounidenses y extranjeros, que figuraban en la nómina del Pentágono. La antigua campaña de la guerra contra el terror continuó en nuevas circunstancias y bajo nuevos nombres” (El violento siglo americano. Guerras e intervenciones desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, de John W. Dower).

Al parecer, la campaña estadounidense en Irak adquirirá nuevos nombres. “Una nueva fase”, decidió llamar el presidente estadounidense Joe Biden a la misión que, aparentemente, tendrán las fuerzas de su país allí. En efecto, Biden y el primer ministro iraquí, Mustafa al-Kadhimi, anunciaron en una reunión conjunta que para fin de año (y después de 18 años de presencia) terminarán las misiones de combate estadounidenses en Irak.

Pero, ¿se trata de un nuevo nombre para una antigua estrategia o no habrá cambio alguno?

“El fin de las misiones”

“Creo que las cosas están yendo bien. Nuestro papel en Irak será estar disponibles, continuaremos entrenando, asistiendo, ayudando y lidiando con Estado Islámico, pero no vamos a estar a final de año en una misión de combate”, dijo Biden a la prensa luego de la reunión, aunque no especificó cómo será esta nueva fase ni cuántos efectivos participarán de estas nuevas misiones de entrenamiento militar y apoyo logístico. En la actualidad son 2500 los soldados que permanecen en suelo iraquí, y su tarea se centra básicamente (y precisamente) en ese tipo de asesoramiento.

Por lo tanto, y a fines prácticos, esta “retirada” tendría poco impacto real, al menos en el terreno específicamente militar o de combate.

Podría decirse que desde el lado estadounidense se trata de abandonar, de manera simbólica o declarativa (y una vez más) una de las guerras más impopulares de su historia. Pero además, podrá permitirle a la nueva administración concentrarse en otros lugares del mundo como China, algo que Biden ya había anunciado que sería prioridad.

Esta situación ya comenzó a concretarse en Afganistán, en donde por cierto el escenario se vuelve cada vez más complicado: los talibanes ya se hicieron con el control de varias ciudades estratégicas del país. La violencia parece recrudecer tras la retirada estadounidense, que culminará antes del aniversario de los atentados del 11 de septiembre (esto es, 20 años después de iniciada esa guerra).

“No podemos continuar con el ciclo de extender o expandir nuestra presencia militar en Afganistán con la esperanza de crear las condiciones ideales para nuestra retirada, esperando resultados diferentes”, dijo Biden en abril. Sin dudas existe en este caso una clara diferencia con lo que sucede en Irak, en donde el mandatario anunció que todo estaba “yendo bien”.

En el mismo sentido, el primer ministro Mustafa al-Kadhimi manifestó que Irak no necesita tropas extranjeras. “Nuestro ejército es capaz de defender el país”.

El camino hasta aquí

En 2003 Estados Unidos invadió Irak con la intención de encontrar armas de destrucción masiva, que finalmente nunca se encontraron. Cinco años después, en 2008, el ejército norteamericano en ese país llegó a contar con más de 180.000 soldados. Pero en 2011, después de ocho años de conflicto, Obama anunció el retiro de gran parte de las tropas en Irak. En 2014, y ante el avance de Estado Islámico, decidieron volver liderando una coalición internacional.

Durante el mandato de Donald Trump la presencia militar se redujo a la mitad.

Mientras tanto, estos 18 años de ocupación transcurrieron entre retiradas, promesas de retiradas, anuncios de victoria o reducción de tropas, pero ninguna de estas decisiones o anuncios fueron definitivos. De hecho, el 1 de mayo de 2003 y con una pancarta que rezaba “misión cumplida”, el presidente Bush decía: “Compatriotas, las principales operaciones de combate en Irak han terminado. En la batalla de Irak, EE. UU. y nuestros aliados han vencido. El tirano ha caído e Irak es libre”.

Costaría creer por entonces que tantos años después se siga debatiendo sobre esa libertad a viva voz proclamada.

Posibles consecuencias

Si las misiones verdaderamente se retiraran, el temor que aparece es que la violencia se recrudezca como sucede actualmente en Afganistán. Es decir, que esta experiencia se replique en suelo iraquí pero con el grupo autodenominado Estado Islámico. La organización, que se anunció como derrotada en 2017, todavía está en actividad y aunque con menos fuerza, podría reponerse si queda libre de pelear con militares extranjeros. De hecho, eso sucedió en Irak cuando se dio por terminada la misión en 2011.

Pero esta vez, y de acuerdo a lo poco que se sabe, las tropas estadounidenses seguirían brindando apoyo al Ejército nacional, por lo que es menos probable que esto suceda. En definitiva, el gobierno estadounidense hasta ahora anunció que se va, pero que se queda…

Más bien parece que el anuncio de la retirada de las misiones de combate favorece el discurso de Biden contra una guerra impopular, y particularmente al primer ministro iraquí, en vista de las elecciones que se celebrarán el 10 de octubre.

“Una declaración de compromiso”

“Yo creo que es una declaración de compromiso la que se hizo”, señala a La Opinión y La Voz del Sud Said Chaya, Profesor de la Universidad Austral y Coordinador del Núcleo de Estudios de Medio Oriente de la misma casa de estudios. El especialista dice que esto es así y se evidencia en la respuesta del titular del Departamento de Estado cuando se le preguntó qué iba a pasar con las tropas: “Vamos a ver en diciembre”.

“¿Por qué dice vamos a ver en diciembre? Porque en octubre hay elecciones legislativas en Irak y es probable que el escenario político cambie. Entonces a través de este gesto lo que está haciendo (EE. UU.) es buscar beneficiar al primer ministro en funciones, diciéndole ‘bueno, lo que el sector más duro quiere es que nos retiremos de Irak, entonces está bien, vamos a cambiar nuestras funciones al asesoramiento’.

Me hace acordar mucho al proceso de ‘vietnamización’ que comienza Nixon y que implica un cambio de rol para en realidad generar una salida entre comillas negociada con el gobierno vigente.

Acá no creo que haya una salida pero sí creo que este cambio de rol apunta a fortalecer al primer ministro que está haciendo equilibrio entre los dos principales partidos chiítas: el que está alineado con Irán y el que mantiene una postura más autonómica. De alguna manera lo que hace EE. UU. es tratar de respaldarlo, diciendo ´miren que este primer ministro que ustedes piensan que es dialoguista, que es aliado de EE. UU., consiguió el retiro de la misión de EE. UU. de Irak’. Ese retiro no es tal”, advierte Chaya.

De hecho, en enero de 2020, el parlamento aprobó una resolución no vinculante que establecía la necesidad de poner fin a la presencia de tropas extranjeras. Más allá del alcance de la declaración, resulta una muestra importante de la controversia y el rechazo que genera en algunos sectores de la sociedad la presencia de EE. UU.

Chaya cierra la idea agregando que esto no es más que “un compromiso relativo que se alcanzó para poder beneficiar al sector más moderado en las próximas elecciones de octubre. Por eso dijeron ‘después de diciembre vamos a ver qué pasa’. Es decir, una vez que asuman los nuevos legisladores, esté formado el nuevo gobierno, veremos si nos retiramos o no. Por eso digo, es una solución de compromiso la que se logró”.