La Aldea y el Mundo, Notas Centrales

EL INICIO

Hace 100 años se gestaron los principios básicos del nazismo. La ideología creada por Adolf Hitler sacudiría a Europa y al mundo

Por Guillermo Genini

La historia del nacimiento del Partido Nacional Socialista y de su fundador, Adolf Hitler, son fundamentales para comprender el desarrollo del siglo XX. Por su proyección e impacto en el mundo contemporáneo es clave comprender sus modestos inicios que poco después sacudirían a toda Alemania y Europa.

Para ello hay que despejar cada rastro de la vida de Hitler, quien se encargó minuciosamente de construir una imagen mítica de su pasado y borrar todo aquello que no compatibilizaba con sus deseos de proyectar un relato ejemplificador.

Los comienzos de Hitler

Adolf Hitler nació en 1889 en el pueblo austríaco Braunau am Inn cerca de Lintz, en el seno de una modesta familia burguesa de funcionarios públicos. Siendo niño se crio en un ambiente seguro dentro de la organización imperial austrohúngara y no se destacó particularmente por sus dotes físicas o intelectuales.

Tras la muerte de sus padres se trasladó a Viena donde intentó infructuosamente seguir una carrera de artes y se ganó la vida en distintos empleos manuales en medio de la complejidad étnica y religiosa que dominaba la capital austríaca con un marcado trasfondo racista.

En 1913 se trasladó a Alemania y se radicó en Munich. Cuando poco después estalló la Primera Guerra Mundial consiguió alistarse en el Ejercito Imperial Alemán y combatió en el Frente Occidental como soldado y mensajero.

Se destacó en actos de servicio y fue condecorado en dos ocasiones, pero solo alcanzó el grado de cabo. Sin embargo, su sentido de pertenencia a la organización militar y al ambiente de camaradería entre los soldados influyeron en su personalidad.

El final de la Primera Guerra Mundial lo encontró recuperándose en un hospital militar de un ataque de gas mostaza en noviembre de 1918. Allí se enteró de la rendición de Alemania y de la caída del Emperador Guillermo II, lo que le generó un estado de crisis ante un mundo que se derrumbaba.

Los más importantes historiadores del nazismo consideran a estas circunstancias claves para comprender el derrotero ideológico y político de Hitler, quien compartía ciertas inclinaciones nacionalistas, antisemitas y autoritarias con muchos colegas militares. Sin embargo, pocos afirman que sus ideas hayan sido configuradas o derivadas de su experiencia militar en sus años como soldado en el Ejército Alemán.

Por el contrario, historiadores como Eric Hobsbawm, Paul Johnson y María Bejar han valorado más su pertenencia al ejército en relación con el agitado ambiente político e ideológico alemán que impactó en aquellos que se habían convertido en Frontsoldat, u “hombres del frente”.

Desde fines del siglo XIX se crearon y expandieron multitudes de agrupaciones políticas basadas en difusas ideas nacionalistas que pretendían la unión de todos los alemanes tanto en Austria como en Alemania. Estas agrupaciones compartían a su vez un ambiente más amplio donde predominaban ideas profundamente antisemitas, la apelación constante a un pueblo alemán ideal y la búsqueda de la justicia social.

A ello se le agregó desde 1917 la creciente agitación de los grupos y partidarios del comunismo bolchevique que tenían su propia interpretación de la representación del pueblo.

Aprovechar la derrota

En este ambiente convulsionado se produjo la caótica transformación del Imperio Alemán, y de todas las promesas de grandeza que había agitado en su pueblo.

Cuando nació la República de Weimar, en diciembre de 1918, gran parte de las tropas que se desmovilizaban del frente de combate no comprendían cabalmente las razones de la derrota alemana. Pronto se popularizó la idea de la traición interna en una difusa conjura de políticos, comunistas y judíos, cuando la guerra aún no había concluido en el frente militar.

Estas ideas se vieron reforzadas por las huelgas y levantamientos protagonizados por los bolcheviques alemanes que buscaban imponer la revolución proletaria siguiendo el ejemplo de Rusia mediante la creación de consejos obreros en distintas organizaciones sociales y económicas, incluyendo a los militares.

El débil gobierno de Weimar, presidido por el socialdemócrata Friedrich Ebert, apenas pudo controlar el desafío revolucionario de los espartarquistas apelando al uso de la fuerza del Ejército en enero de 1919.

En toda Alemania surgieron grupos pequeños y exaltados que intentaban ganar partidarios en medio de la confusión, la violencia y el desánimo de estos primeros días de la posguerra.

En Munich se formó el Partido de los Obreros Alemanes (DAP en sus siglas en alemán) en enero de 1919. Si bien era una de tantas agrupaciones políticas que reunía a soldados desmovilizados, obreros desencantados y violentos agitadores, sus actividades, caracterizadas por furiosas prédicas nacionalistas y antisemitas, llamaron la atención del mando militar regional de Baviera, que cumplía funciones de vigilancia política.

Hitler en la gestación del nazismo. A la derecha cuadro del “Teatro de la Opera en Múnich”, en su frustrado pase por la carrera del arte.

Durante estos convulsivos meses, Hitler evitó ser desmovilizado y había permanecido como parte del Ejército. Sirvió como informante para la superioridad de los movimientos políticos dentro de su unidad contra comunistas y agitadores. Estas actividades lo vincularon con el servicio de información interna y de propaganda del Ejército.

En septiembre de 1919 su superior, el capitán Karl Mayr, le ordenó iniciar actividades de inteligencia contrarrevolucionaria sobre el DAP que se reunían en una popular cervecería de Munich para conocer sus componentes e intenciones.

Así, el 12 de septiembre, Hitler asistió como parte del público para presenciar una de las reuniones, pero pronto se vio involucrado en debates con los seguidores de la furiosa prédica de Anton Drexler, uno de los fundadores del DAP. Drexler, quien percibió las condiciones de orador de Hitler y la similitud de ideas, inmediatamente lo incorporó a su pequeño grupo de seguidores.

Hitler, jefe de propaganda

Pese a seguir perteneciendo al servicio de información del Ejército, Hitler aceptó formar parte del DAP y pronto escaló dentro de su pequeña estructura política formando parte de la dirección como encargado de las labores de propaganda.

Sus primeras presentaciones públicas tuvieron lugar en octubre de 1919 y causaron una gran repercusión por su elocuencia y claridad. Finalmente se dedicó tiempo completo a las labores políticas y abandonó el Ejército en marzo de 1920, cuando simultáneamente el DAP cambió su nombre por el de Partido Nacional Socialista de los Obreros Alemanes (NSDAP).

Como Jefe de Propaganda del NSDAP, Hitler consiguió reclutar a personajes destacados de la sociedad muniquesa, entre ellos notables nacionalistas y en menor medida a trabajadores. También compartió con Drexler la responsabilidad de la redacción de los primeros lineamientos políticos entre los que se destacaba la revisión de la paz de Versalles, la anexión de Austria, la limitación de la libertad de prensa y de expresión, la negación de derechos a los judíos y el rearme de Alemania.

Simultáneamente el NSDAP, hacia mediados de 1920, inició su transformación en un movimiento de acción directa con la creación de un incipiente cuerpo paramilitar, pues el ambiente de violencia callejera era constante. Esta organización se vio favorecida porque muchos de los miembros de esta pequeña agrupación eran antiguos soldados como Hitler.

El nacimiento del nazismo

A comienzos de 1921 el NSDAP experimentó un gran crecimiento y gradualmente Hitler fue desplazando a los fundadores del partido y acumulando poder dentro de su organización. Esta importancia generó serias tensiones internas y abrió el camino para un cambio en su conducción, a medida que la prédica por la voluntad de luchar y el activismo directo se fueron convirtiendo en una práctica habitual.

Finalmente, en julio de 1921 la crisis interna del NSDAP se desencadenó cuando la conducción política intentó desplazar a Hitler de sus funciones, mientras se encontraba de viaje en Berlín. Advertido de estos movimientos, Hitler regresó a Munich y enfrentó a sus detractores, quienes cedieron la conducción del partido. De esta manera Drexler se convirtió en una figura secundaria y pronto perdió todo control de su antigua estructura política.

Tras este logro, Hitler concluyó la transformación del NSDAP. Con el pretexto de preparar la defensa de sus reuniones y conferencias contra las acciones violentas de otros grupos políticos, más allá de la vacilante protección de la policía, organizó en agosto de 1921 las primeras secciones de asalto o Sturmabteilung, conocidas históricamente como las S.A.

Con la dirección política e ideológica de Hitler y la transformación de los grupos de acción directa del NSDAP en una organización paramilitar, los principales elementos del nazismo como se lo conocería posteriormente ya estaban presentes en agosto de 1921.