Expresiones de la Aldea, San Luis

TRINCHERA

Por Noemí Carrizo (*)

Con los hombros rígidos se alejó de la luz hacia la noche, confundida entre cornisas y paraguas.

La multitud envolvió a Catalina, pero su soledad la ceñía como un aura viva y mordaz.

Chapoteó con descuido en la alcantarilla de una esquina y una inyección eléctrica, placentera entró por sus talones hacia los dedos, con el agua de la calle. Perpleja por la sensación recordó la insistente pesadilla de caminar desnuda entre la gente impasible, eso la hizo sonreír. Una vez más las miradas se asemejaban a las trincheras de una guerra indiferente.

Poco sirvió adelantar relojes, sacudir las sábanas, mutar el nombre, moler las palabras, cambiar el rostro, perseguir los soles. La astilla estaba espabilada. El dolor disuade a la razón.

Sacudió su cabello inundado y continuó a paso inmutable.

Nada más difícil que vivir, pálpito sin ritmo, tanto como trotar con los talones, perder la estabilidad, resbalar, caer de plano y levantarse embarrada para seguir por la calle implacable.

Poner un pie delante del otro, no dejar que el cansancio te adiestre, llorar, gritar, maldecir y salir a esta ruta que llaman vida.

Esquivar la mirada, nunca develar la incógnita, camuflar la grieta; que la casa está acechada.

“Alondra”, por Pál Szinyei Merse. 1882

(*) Desde mi niñez disfruté con mucho placer de la lectura y de escribir desde lo profundo. A pesar que mi vida transcurrió en otros ámbitos, como la medicina; la escritura y la lectura voraz fueron el modo de expresión más genuino y explosivo. Todos los caminos, la vida y lo esencial, me llevan a trasmitir a través de las palabras.