La Aldea y el Mundo, Tertulias de la Aldea

Anotaciones Insomnes

Por José Villegas

Los historiadores chinos aún no se ponen de acuerdo respecto a la existencia o no del sabio Lao Tsé. Lo cierto es que hay cientos de frases que se le atribuyen. Una de ellas plantea un dilema sobre la vida misma. Asi fue como, hace un breve tiempo atrás, en una noche de desvelo me dispuse a escribirle acerca de mis opciones:

¡Che… Lao Tsé!

Nos la dejaste picando

¿Se vive la vida, o… Se cuida la vida?

¿Cómo será entonces, cuidar la vida?

Cambiar la febril euforia por la calma chicha, o el atajo por el camino.

¿Reemplazar el café negro y el mate, y de las comidas el sabor americano,

por el té verde y las píldoras, esas para no vivir masticando?

Y el tabaco compañero de insomnios y veladas, de lecturas y confesiones,

de tribulaciones, elucubraciones y silencios, de esperas en salones y zaguanes,

¿por un par de sanos pulmones inevitablemente mortales?

Y el vino amigo,

de los hombres y las guitarras, ese que da coraje, que abre gargantas,

ese que tiñe los labios, inspirador de poetas,

¿por la colorida gaseosa, arrolladora y efímera dulzura química,

de desprevenidos hígados, avasalladora?

Y el cha-cha-chá, la rumba y el son. El corrido, la samba, la tonada y la cueca. El rock y el pop, el reggae y la chacarera. El jazz, el soul, el funky y el blues

¿Acaso deban morir…? ¿Acaso solo minué, música “rélax”, Clayderman o Frank Pourcel, habrá que oír?

Y el humo de los fogones, humo de leña y hierba. Dibujador de espectros y ninfas, y los vicios inductores de la rápida palabra, esa que a veces molesta.

¿Deban dejarse aplastar por la “calma chicha serena y mortecina”?

Y las lecturas prohibidas, las palabras reprimidas, los deseos inconfesables, los mandamientos desoídos, los códigos infranqueables, y las pasiones que aún no digo,

¿acaso deban dar paso a la inducida “culpa” y al castigo?

Y las opciones para no salvarse. Las ganas de mi libre gana, el deseo de ser fecundo, el hedonismo ya en este mundo. La risa, la sonrisa, el gesto y los rostros…

¿Acaso deban disiparse por la “prioridad del espíritu”? ¿Por los rincones solo tranquilos, de los otros?

Y los decidores de verbos malditos, los blasfemos y herejes, los visionarios temerarios, Schopenhauer, Nietzsche, Marx, Silvio, Yupanqui, Bertolt Brecht, Lafinur y Girondo, John Wilmot, los Césares: Vallejo y Rosales, Andrés Rivera, Abelardo Castillo, Dalmiro Sáenz, Charles Baudelaire, Oscar Wilde, Lord Byron, los Miguel: Hernández y de Unamuno, Roberto Arlt y “el Pelado”, entre tantos y tantos otros más…

¿Cambiarlos por Sabater, el Lama, las astrólogas de la TV diurna, los perturbadores pastores de la TV nocturna, los fluctuantes y eternos tilingos, y aquellos que imponen a quemarropa las “fake news”, constructores del odio serial?

Y las sabrosas, fascinantes e ineludibles dicotomías, las opciones, las elecciones de mi libre gana: ¿Saura o Stallone; Pollok o los exhibidores de egos, Neruda o Becker; el Gabo o Vargas Llosa, Torquemada o Montesinos, el “requerimiento”, o la prosa, jesuitas o inquisidores, San Martín o Rivadavia, los Carrera o Monteagudo, Sarmiento o Nicolás Jofré, Yrigoyen o Alvear, Braden o Perón? ¿Putin o Biden? ¿Alberto o “Lacallo” Pou? ¿El Alberto o algún opositor “testimonial”?

¿Moreno o Saavedra; democracia o dictadura; monarquía o República, artistas o pacatos; poetas o falsos profetas; Mitre o “Lanza Seca”, el Chacho y Varela? ¿El olvido y los olvidadores?, ¿o la memoria y los memoriosos?; ¿la curva de mi abrazo o tu desamor? ¿Mi andar sin ataduras o el yugo insomne de los verdugos?

¿La juventud rebelde o domesticada, la juventud del futuro o del ahora?

¿El pueblo ya, o su “destino”? ¿OEA o CELAC?

¿Víctor Hugo o alimaña Etchecopar? ¿Inna Afinogenova o Cristina Pérez?

En fin… ¿Un poco más de acá, o de allá?

¡¡Che… Lao Tsé…!!

La vida se vive… hasta el hartazgo, dando amor hasta que se acabe.

Trascendiendo hacia lo inconmensurable. Siempre yendo, nunca volviendo. Siempre avanzando por el camino sinuoso, atravesando muros, asesinando fantasmas insomnes, caminando sin retorno y aseverando con el poeta que, siempre vale la agonía de la prisa.

¡¡Che Lao Tsé…!!

A eso he venido, a hartarme de desafíos que, cuando me haya ido,

ya alimentaré al polvo,

ya combatiré al olvido.

Lao-Tsé, también llamado Lao Tzu, se le considera uno de
los filósofos más relevantes de la civilización china.