Expresiones de la Aldea, San Luis

PESADILLAS

Por Jorge Sallenave (*)

…Ensueño angustioso y tenaz…
pesado… duro, áspero e insufrible,
fuerte, violento o dañoso.
 (Diccionario del Real Academia Española)

A punto de cumplir 58 años

Néstor Ruiz siguió con su mal dormir. A punto de cumplir 58 años, esa tortura que se hacía cargo de sus noches se repetía con variantes.

Ya no soñaba con sus examigos, con las jóvenes que le gustaban, con los fallecidos que intentaban su muerte.

En sus pesadillas había lugar para desconocidos y desconocidas, gente que lo cruzaba en la calle, clientes de la oficina que veía una sola vez.

El director de la oficina fue el primero que apareció, lo tuvo con él durante varias noches. Por más que Néstor Ruiz se hubiera enamorado de la hija, no tenía trato con el director. Por la mañana se preguntaba a qué se debía su presencia en las pesadillas.

Se enteró noches más tarde, cuando el director en la pesadilla le anunciaba que iba a despedirlo.

—¿Cuál es la razón? —preguntó Néstor Ruiz.

—Porque tengo ganas y me ocuparé que no consiga ningún trabajo. Mi intención es que no tenga de qué vivir.

—¡Le he cumplido por años!

—Más me cumplirá ahora. Quiero que la injusticia se ensañe con usted.

—Solo estoy soñando… Su injusticia desaparecerá no bien despierte.

—Mañana, señor Néstor Ruiz, recibirá la notificación del despido.

Personas desconocidas aplaudían al director.

Por primera vez, sus padres aparecieron en sus pesadillas. Los veía como los conociera de niño, cuando era sonámbulo.

Discutían.

—Te he dicho que lo llevés a un médico. ¡Cuanto antes! —dijo el padre.

—Demasiado he sufrido con tus pesadillas.

—A vos no te molesto.

—¡Porque separamos habitaciones!

—Solo te pido que al niño no lo despiertes cuando esté dormido.

—No creo en médicos. Sí creo en el amor de una madre.

—Si no se cura, cosa en la que creo, se las arreglará como he hecho yo. Acepto mis pesadillas.

El niño, en el sueño, se decía que era su padre el que había engendrado sus pesadillas, no su madre como entonces él lo pensaba, cuando su padre dormía dando fuertes ronquidos.

Una de esas noches, solo el padre se hizo presente.

—Llevo años con pesadillas, pero me acostumbré. A veces tomo pastillas para quitarles fuerza, tengo la esperanza que se irán diluyendo.

Otra noche, su padre apareció con un revólver en la mano.

—Si te hacen la vida imposible te propongo que te metás un tiro.

—¡No, papá! ¡No quiero morir!

—Entonces, aceptá lo que te tocó.

El cumpleaños

Supo que su padre no le había mentido. Que él, Néstor Ruiz, si quería seguir viviendo, debía aguantar y en lo posible disminuir, sus pesadillas. Fue en busca de médicos y psiquiatras. No logró que esas pesadillas se calmaran.

Al cumplir los 58 años, optó por una variante. Invitó a la fiesta a sus examigos, a las compañeras de trabajo que le habían gustado, al mismo director de la oficina. Les hizo una cena importante para todos.

Uno de sus examigos hizo uso de la palabra y dijo: “Cada persona sufre diferentes males, solo la amistad y el compañerismo los hace tolerables. Quiero que vuelvas al grupo, mi querido amigo Néstor Ruiz”.

5ta entrega

(*) La Opinión y La Voz del Sud tienen el honor de presentar estos cuentos inéditos de Sallenave. Escritor consagrado que es pluma y esencia de las letras puntanas. La pandemia no pudo con su inspiración, todo lo contrario. Publicarlo es siempre una celebración.