Expresiones de la Aldea, Notas Centrales, San Luis

Rastreador de rumbos

Cómo transita la pandemia en la localidad de San Martín; las pestes que superó a sus 92 años; y el trabajo por la puntanidad. El prestigioso historiador Jesús Liberato Tobares brinda luces y mapas

Por Matías Gómez

“Seguimos las indicaciones de los epidemiólogos y nos encerramos. Solo salíamos para comprar algunas cosas esenciales. Pero no nos perjudicó tanto ese tiempo porque lo aprovechamos para completar el diccionario histórico de San Luis. Es un trabajo bastante largo, después de que entramos en este baile no tuve más remedio que bailar”, dice, entre risas, don Jesús Liberato Tobares, siempre reflexionando desde un nosotros.

La voluminosa obra que prepara incluye material que recopiló desde el 59’ en la ciudad de San Luis hasta su regreso a su tierra natal, San Martín.

“Toda afirmación histórica tiene que ser probada, documentada, pero el documento solo no basta porque si nos remitimos solamente a eso le quitamos al estudio de la historia la grandeza y el encanto que tiene”, reflexiona, mientras su voz, al otro lado del teléfono, brota entre las olas de calma en su pueblo custodiado por el Cerro Blanco que fue cuna del poeta César Rosales.

“También durante muchos años hemos realizado investigaciones de campo, primero con el folklore y después con historias. Hemos visitado muchas escuelas, juzgados de paz, registros civiles, reparticiones públicas y entrevistamos a muchísima gente. Por eso, cuando el documento se complementa con la referencia de la gente, con la tradición verbal, la historia adquiere un sentido vivo que nos apasiona”, señala.

Además del coronavirus, Tobares sufrió dos crisis epidemiológicas: la peste de la difteria en San Martín y la peste bubónica en Concarán.

“En San Martín acudimos para atendernos a Concarán donde había un médico, Salinas, muy capaz, porque acá no teníamos médicos, y desgraciadamente mucha gente acudía a los curanderos que tenían nociones importantes con la cura del empacho o roturas de huesos, pero no conocían cómo tratar una peste así”, recuerda. “En Concarán a algunos comerciantes le decomisaron toda la mercadería, las ropas y quedaron en la calle, debido a esta enfermedad causada por las ratas”, indica el escritor que nació el 15 de octubre de 1929.

En ambos casos, Tobares considera que la solidaridad de los pueblos con mayores recursos fue decisiva para la recuperación del interior provincial.

“En todos las pandemias también se desarrollaron vacunas, por eso son importantes: ayudan a disminuir los contagios y las muertes”, apunta el historiador que fue ministro del Superior Tribunal de Justicia de San Luis, integró la comisión encargada de preparar la reforma constitucional de 1962 e investiga aún sobre las tradiciones locales junto a su esposa, Elba Miriam Chávez.

Puntanidad

Rastreador de rumbos y de oficios anónimos, don Tobares ha desarrollado durante más de cinco décadas, un estilo minucioso, hermanado al terruño y con valores criollos en más de 20 volúmenes.

Entre sus obras destacan “Sociología”, “Cerro Blanco”, “El hombre y la poesía”, “Folklore sanluiseño”, “Gente de mi pago”, “San Luis de antaño”, “Toponimia”, “Río Grande”, “Médicos y Boticarios Puntanos de antaño”, “San Luis de Loyola Nueva Medina del Río Seco”, “El cuchillo”, “Creencias y supersticiones vigentes en la provincia de San Luis”, “Supervivencia de voces quechuas en el habla de San Luis”, “Rincón de Rosales”, “Folklore Puntano”, “Noticias para la historia de los pueblos de San Luis”, y “La puntanidad”. El gobierno de la Provincia de San Luis, a través del Programa Cultura, decidió homenajearlo con la edición de su obra completa que quedó agrupada en siete tomos.

Su último libro, “Rastreando el rumbo”, está cimentado en trabajos de campo, archivos y metafísica donde rescata, entre otros aspectos, el valor de las artesanías y la cosmovisión del hombre folk cuyas raíces tocan las potencias espirituales y afectivas del ser.

En 2019, durante la presentación de sus obras completas, mediante San Luis Libro, el autor aseguró que seguía investigando sobre la puntanidad, una idea donde establece el perfil del puntano histórico: Amor a la tierra, religiosidad profunda, vocación docente, hospitalidad y sentido de libertad. A estos valores, en los últimos años, ha considerado también sumar reflexiones en torno a la dignidad.

-En su libro “Rastreando el rumbo” usted desarrolla una teoría, no doctrina, de la cultura nacional, donde la libertad constituye el principio rector, ¿cree que están dadas las condiciones para desarrollar en este momento esa teoría?

Foto: Alejandro Lorda/El Diario de la República.

-No solo están dadas las condiciones para desarrollar esta teoría, sino que hay que propender a trabajar por eso, porque la cultura nacional se hace desde abajo. Es decir nosotros trabajamos por la puntanidad, pero eso no se hace al margen de la cultura nacional sino al contrario, forma parte integral. No podemos concebir la puntanidad ajena, por ejemplo, a la salteñidad, riojanidad, a la tucumanidad, etc, porque somos parte de un ser nacional que hay que trabajarlo todos los días desde distintas ópticas.

No trabajamos para enfrascarnos en la puntanidad y quedarnos en San Luis solamente, sino para encontrarnos con los hermanos argentinos que trabajan de la misma manera. No es un tema para encerrarse en una óptica mezquina, sino en una óptica generosa y fraternal.

También tenemos que considerar el tema de la universalidad, es decir Argentina no puede vivir al margen del mundo. Tenemos que acercarnos a nuestros hermanos aunque sean lejanos y no despreciar, por ejemplo, las culturas árabes, japonesas o chinas.

-La libertad resuena mucho en ese libro, ¿cómo ha cambiado la interpretación de ese valor durante la pandemia?

-Pienso que la libertad hay que ejercerla en la medida en que no lesione otros valores tan importantes como la salud pública. No podemos salir a quemar los barbijos, ese no es un gesto de libertad sino de libertinaje y de agresión. Además, con esta pandemia, valoramos a la salud pública de otra manera, le damos mucha más importancia que hace tres años. Entonces tenemos que darnos cuenta que las indicaciones sanitarias son importantes, porque, en caso contrario, por sentirnos dueños de una libertad sin límites, podemos lesionar la salud del pueblo argentino. Por otro lado, también hemos visto que muchas veces cuando se corta el tránsito se condiciona a personas que tienen urgencias.

-Usted dice en otro párrafo que hay que mirar la tradición con sentido de continuidad, porque no se trata de volver al pasado sino de interpretar su mensaje, ¿Cuál sería el mensaje para los tiempos actuales?

-No podemos apegarnos a la tradición con un sentido de inmovilidad incluso en la danza folclórica. No me gustan las ejecuciones con instrumentos musicales raros o que nunca tuvieron aplicaciones en nuestra tradición, pero no me disgusta que para tocar una zamba se utilicen el piano o el violín que antes no se utilizaba. El “Cuchi” Leguizamón hizo de la música una verdadera innovación, como por ejemplo con su concierto de campanas. No nos podemos encerrar en un círculo, siempre tiene que haber una perspectiva para no quedarnos empantanados, de tal manera que las danzas sean remozadas pero sin alterar la raíz.

También en ese libro sostiene que el rol del escritor de cara al tercer milenio debe estar abierto a la esperanza donde se desentierre el terror cósmico que nos han dejado y siguen dejando las guerras, la droga y la delincuencia, ¿cómo construir esa esperanza?

-Hay que trabajar sinceramente por erradicar la droga y combatir a quienes comercian con ella. También, es muy importante sembrar en los niños el concepto de la paz y eso se logra cuando los padres no están todos los días discutiendo en el hogar o retando a los niños por el solo gusto de retarlos, sino corrigiendo simplemente, de tal manera que la formación hogareña debe ser para que el niño pueda tener una mentalidad abierta. No se progresa si siempre estamos pensando en la guerra y las armas. Además, las personas están siempre dispuestas a escuchar buenas razones pero cuando no son agresivas sino que tienden a garantizar la paz. Hay que trabajar todos los días para eso.

-En los últimos dos capítulos propone que la enseñanza del Martín Fierro en las escuelas sea una necesidad impostergable para la formación del ciudadano de mañana, ¿por qué?

-Desde niño, no me canso de admirar al Martín Fierro. Es un gaucho que sabía mucho, que no solamente dejó al desnudo las injusticias sino que también enseñó un camino para el futuro de los argentinos.

Antes de finalizar, el folklorólogo cuenta que el mate amargo ha sido su compañero desde la infancia y que lo acompañó cálidamente durante esta conversación matinal.

“Y también la guitarra, por más de sesenta años. Quedó trunco el estudio pero siempre toco, no hay que aporrear la guitarra hay que tratarla con dulzura, tratar de sacarle un sonido”, dice. Tobares sabe con lucidez y agudeza sacarle a la cultura puntana las mejores resonancias.