Expresiones de la Aldea, La Aldea y el Mundo

¿Dónde están las feministas?… ACÁ ESTAMOS

Por Majo Corvalán

Escribo esto con el poco de paciencia que me queda y por todas las hartas que se indignan al leer los comentarios al pie de las noticias que dejan los opinadores odiantes compulsivos, que enmarañan en un texto mal redactado el machismo, el racismo, el clasismo y siempre, porque nunca falla, la misoginia. 

Para que sea de mayor comprensión el argumento voy a personalizar a todas las personas que preguntan y alguna vez preguntaron ¿dónde están las feministas? bajo el nombre “Raúl”. 

Raúl, a secas, ni querido Raúl, ni estimado Raúl. 

Raúl, venís escribiendo sin análisis que las feministas somos nazis en tetas gritando desaforadas por las calles y quemando iglesias. Vamos a hablar a calzón quitado Raúl, así que antes de que nos sigas difamando, quiero contar quien sos.  Vos sos el que habla pestes de las mujeres. De todas, porque excepto tu madre y tu hijas que son santas, las demás para vos son todas putas, ¿no? Te conozco bien Raúl, yo sé que sos el que tiroteó a la compañera de laburo y después contás a otros tipos que es frígida porque no te dio bola. Sos el que mira porno a escondidas. Raúl yo sé que vos opinás que tu jefa llegó a jefa porque se acostó con alguien y en el fondo, aunque solo lo digas en chiste cuando te juntás a comer asado con “los pibes”, creés que  las mujeres solo tienen que estar en la cocina. Sos machista Raúl, por eso en navidad o para un cumple, a las mujeres les regalás una cafetera y a tu santa madre, el día de las madres, una olla. Porque si salen, se arreglan o se ocupan de otra cosa que no sea criar, van a estar en boca de todos. 

Raúl, ¿te acordás que llevaste a dar una vuelta en el auto a tu sobrino que vino de visita? Apenas tenía 6 años, pero le enseñaste a silbar a las “chicas lindas” y le dijiste que nos encantan los piropos. 

Si, sé que tenés una buena vida, y que te jode que estemos cortando una esquina “las que no tenemos nada que hacer” mientras vos, como buen patriota y  tipo de ley, vas a trabajar cada día. Pero la que no la pasa tan bien es tu hija, Raúl, porque no solo no la vez sino que cuando la ves la llevás al asado con tus amigos, donde se aburre, mientras vos disfrutás. La madre de tu hija tiene tres trabajos Raúl, porque vos apenas le llevás cada tres meses un paquete de fideos y uno de azúcar, porque según vos “se va a gastar toda la plata en joda”. 

Sé que estás en contra del aborto porque creés que “la que abrió las piernas se tiene que hacer cargo”, pero tu ex, que se hizo un aborto sola cuando todavía no era legal, con miedo a la clandestinidad, no piensa lo mismo. Ella sabe que no abrió las piernas sino que vos le dijiste que habías usado un preservativo pero era mentira. Cuando ella te reclamó lo que le hiciste la trataste de loca, igual que las demás que “son todas unas locas” y te sacan de las casillas porque ”hacen las cosas mal”. 

Nosotras nos dimos cuenta hace años que los raúles son de manual y que lo que nos pasa puertas adentro es una problemática social, por eso decimos que lo personal es político. 

Las mujeres no somos ni santas ni putas, aunque te cueste creerlo somos personas, por eso cuando podés comprarnos ya no lo somos, nos convierten en mercadería.  

No somos frígidas si decimos que no, tampoco estamos confundidas ni estamos histeriqueando. NO es No. Tu calificativo no nos importa y tu silbido nos molesta, porque el piropo es acoso y el acoso es un delito, Raúl. 

Capaz no leíste todo lo que escribimos ni escuchaste todo lo que decimos en una impecable y brillante producción de argumentos que elaboramos las feministas de todos los tiempos, y de todo el mundo, mientras no estábamos en tu cocina, pero en resumen, puedo decirte que no necesitamos de un tipo para vivir y menos para trabajar y ascender. Tampoco necesitamos de tu ayuda, de tu aporte, de tu defensa, ni de tu caridad, solo exigimos que dejen de violentar cada uno de nuestros derechos. La violencia machista no es un problema nuestro Raúl, es de ustedes, pero nos afecta a nosotras. 

Cada vez que tenés mejores oportunidades que nosotras, menos responsabilidades y además, te cagás en nuestros derechos, profundizás la salvaje desigualdad que nos afecta. Vos Raúl, el resto de los varones, y los estados que los respaldan.

En esta ecuación macabra en donde las mujeres siempre salimos perdiendo y los tipos salen impunes, es ahí donde vos te apoyas y soltás el veneno: “donde están las feministas”. Pero no estás solo Raúl, veo que algunas te acompañan. Unas pocas mujeres a quienes también les enseñaron a odiarnos y que, muchas veces son funcionales a los raúles con poder. 

El feminismo no es lo opuesto al machismo, es una filosofía que nos abre los ojos ante la desigualdad y nos impulsa a luchar colectivamente. Si, ya sé lo que vas a decir, que algunas salen en las redes o en los diarios diciendo ser feministas y no lo son, buscando un beneficio. Pero eso a vos no te incumbe, porque nosotras vamos a darnos esa discusión. Lo que a vos te incumbe es formarte y medir lo que decis.

Lo hicimos las feministas: 

Raúl las feministas no solo marchamos y convocamos con nuestra causa a millones de mujeres del mundo que sufren sobre sus cuerpos, su salud  y proyectos de vida, la opresión machista en todos los ámbitos de su vida, también transformamos la sociedad. 

Nosotras no podíamos votar en este país  hasta que algunas mujeres como Julieta Lanteri, Alicia Moreau de Justo y Elvira Rawson dieron el debate y formaron un movimiento sufragista heterogéneo que luego de varios años logró el derecho. 

En el mundo, las mujeres logramos entrar a estudiar en la universidad siete siglos después que fundaron la primera.

Las mujeres no podíamos usar pantalones, seguramente para que incómodas pudiéramos hacer mucho menos. Tampoco podíamos divorciarnos por voluntad propia, excepto que el marido decidiera que incumplíamos con los mandatos matrimoniales. Si nos íbamos del hogar no podíamos ver más a nuestros hijos o hijas, quienes quedaban al cuidado de alguna otra mujer de la familia. Tampoco podíamos trabajar o manejar dinero propio.  Para que te des una idea, éramos consideradas incapaces en términos legales. Por Ley, en Argentina, las mujeres tampoco podíamos hacer los mismos trabajos que los hombres, servir alcohol, realizar tareas subterráneas y trabajar de noche.

Si creés que estamos mejor en estos tiempos es porque nos organizamos y luchamos años por nuestros derechos, aunque falta un montón. Solamente con pensar en que aún nos mata una pareja o un ex cada 29 horas y las denuncias por abusos y violencia aumentaron un 400% en la pandemia te das cuenta que este mundo no es la panacea. 

Ahora Raúl, vamos al hueso. Yo sé que querés hablar de Lucio, el niño de 5 años que fue asesinado por su madre y su pareja. 

Te diré que hay muchos casos como este, en San Luis nadie se puede olvidar de Guadalupe Di Falco, la nena de 4 años que fue torturada y asesinada por una pareja que tenía su tutela. Hace unos meses nada más pasó lo mismo con una niña de 5 años que murió en el Hospital de Hurlingham tras ser abusada y  golpeada con ferocidad.

Las feministas estamos a diario luchando por los derechos humanos de las niñas, niños, adolescentes y mujeres, bregando por educación sexual integral, presentando proyectos al Estado, elaborando recomendaciones en los organismos internacionales, accionando desde colectivos que luchan contra la trata de niñeces con fines de explotación sexual y laboral, comprometiéndonos con la búsqueda de cada niña o niño desaparecido y visibilizando que 3 de cada 8 niñas en Argentina son abusadas por padres, padrastros, tíos o abuelos en el 85% de los casos.

Lo que tenés que cuestionar Raúl, es que el patriarcado somete, explota, violenta, abusa y oprime.

En la mayoría de las historias como estas te das cuenta que la nena o el nene fueron atendidos en uno o más hospitales, donde se detectaron las heridas pero se abstuvieron de hacer una comunicación oficial al juzgado de menores de la jurisdicción. 

Y si se hizo, probablemente la defensoría estaba tan repleta de denuncias y con tan poco personal que quedó al final de una enorme pila. Y si se ordenó que una trabajadora o un trabajador social visitara la casa, probablemente también le dieran otra pila de visitas más o extraviaron el informe. 

Te lo digo por experiencia, el sistema falla o llega tarde a la hora de cuidar la salud o la vida de los niños, niñas, adolescentes o mujeres. 

Haceme un favor Raúl, preguntá dónde está el Estado.