Expresiones de la Aldea, Tertulias de la Aldea

Epistolario 2

Por José Villegas

Las Cartas Quillotanas

Continuamos ilustrando con fragmentos de este polémico epistolario entre Alberdi y Sarmiento.

CARTA 3° – Alberdi – febrero, 1853. (Fragmento final)

El Facundo no es un libro de política, ni de historia. Es una biografía, como usted mismo lo llama; casi es un romance, por lo que tiene de ideal, a pesar de su dosis de filosofía que no falta hoy ni a los dramas. Es la vida de un caudillo con pretensiones de ser explicación teórica del caudillaje argentino; teoría incompleta, pues deja en blanco los caudillos de la prensa y de la tribuna que tan bien calificó el padre Castañeda con el nombre de gauchi-políticos. 

La vida de Aldao es la vida de otro caudillo. Yo no llamaría caudillos a Quiroga y a Aldao, porque caudillo fue Simón Bolívar, como usted lo dice en Facundo. Historiando a Belgrano, a Rivadavia, a San Martín, a Moreno, etc., se habría podido educar la juventud en el amor a la libertad, más bien que en el odio personal a los malvados. Plutarco no historió a pícaros para servir a la educación. El cristianismo civiliza por las vidas de los santos, no de los impíos. Educa mucho el ejemplo, es verdad, pero el ejemplo bueno y no el malo que es contagioso como todo ejemplo, bueno o malo. 

Sus Recuerdos de provincia son su biografía, no un libro de política. Historiándose a sí mismo no ha podido aprender más de lo que usted sabe. Ese trabajo no es un servicio hecho a la República Argentina, y dudo que lo sea para usted mismo. Es el primer ejemplo que se ofrece en nuestro país, tan abundante en hombres notables, de un republicano que publica doscientas páginas y un árbol genealógico para referir su vida, la de todos los individuos de su parentela y hasta de sus criados.

San Martín no quería que se tomase su retrato. Varela dejó de sí unos pocos renglones biográficos, que no vieron la luz sino después de su muerte. Pero su biografía de usted no es un simple trabajo de vanidad, sino el medio muy usado y muy conocido en política de formar la candidatura de su nombre para ocupar una altura, cuyo anhelo legítimo, por otra parte, le hace agitador incansable. 

Sus escritos ajenos a la política, sus escritos sobre la instrucción, que son los más serios y más dignos, ¿le darían la competencia de hombre de estado? Lo que es ajeno a la política no puede hacer hombres políticos. Esos trabajos le hacen merecedor de su asiento en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Chile, pero la pedagogía no es la ciencia del publicista, ni las humanidades hacen ministros de estado.

“Facundo”, portada de la cuarta edición en castellano, realizada en París, 1874.