Expresiones de la Aldea, San Luis, Tertulias de la Aldea

Epistolario 3

Por José Villegas

En la provincia de San Juan, el 16 de noviembre de 1860 a las 8 de la mañana, una partida al mando del “liberal” Pedro Nolasco Cobo, asaltó la casa del gobernador de la Confederación José Antonio Virasoro, asesinándolo junto a su hermano Pedro y a cuatro personas más, entre las que se encontraba un enviado del Gral. Ángel Vicente Peñaloza quien, justamente, le traía a Virasoro la noticia del caudillo riojano sobre un plan para asesinarlo. Una vez cometido el artero crimen, Cobo asume el gobierno, ordenando la captura de los amigos del gobernador asesinado. Luego, en un acto tan ficticio como fraudulento por “elecciones”, hace asumir en el gobierno de la provincia a Francisco Coll quién, posteriormente y con métodos idénticos, nombra gobernador a Antonino (o Antonio según algunos cronistas) Aberastain, uno de los ideólogos del asesinato de Virasoro.

Terminado su período presidencial en 1860, Justo José de Urquiza entregó el mando ante el Congreso Nacional de Paraná al abogado cordobés Santiago Derqui. Ese mismo año, la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires eligió gobernador al brigadier Bartolomé Mitre, comandante en jefe del ejército porteño.

Y aquí, creemos que es necesario afirmar una vez más, que para los historiadores revisionistas, una de las fuentes más importantes e inobjetables en la etapa heurística de nuestra investigación, es el epistolario. Sencillamente, porque creemos que las cartas son un elemento en el cual quien escribe, deja traslucir su absoluta sinceridad, desnudes confesional y transparencia en un acto de descarnada intimidad, frente a su destinatario receptor.

El Presidente de la Nación, Santiago Derqui, envía instrucciones de acción al Gobernador de San Luis, Coronel Juan Saá, frente a los sucesos mencionados.

Paraná, noviembre 25 de 1860.

Exmo. Señor Gobernador

Coronel Juan Saá.

San Luis

Mí querido amigo:

Anoche a la una he recibido la correspondencia que me ha traído el sargento mayor don Melchor Costa en la que me da Vd. noticias de la horrible carnicería que ha tenido lugar en la Provincia de San Juan.

En la imposibilidad de calcular la inmensa trascendencia de este suceso, he resuelto conferir a Vd.  Inmediatamente la importante comisión de representar al Gobierno Nacional en tan desagradable emergencia.

El fin de esta comisión y la conducta que debe observar al desempeñarla, se lo dirán a Vd. las instrucciones que se le comunican en esta misma fecha, y el decreto de su nombramiento.

Por mi parte, yo no tengo más que recomendarle sino que despliegue Vd. toda la actividad y energía de que es capaz para sacar airosa á la autoridad nacional que Vd. va a representar; pues pesa sobre mí el imperioso deber de garantir las vidas, las propiedades y la libertad de los ciudadanos.

Adjunto á esta, otra carta para el Sr. Gobernador de Mendoza pidiéndole toda su cooperación á las medidas que Vd. adopte.

Creo innecesario recomendarle el mayor empeño en la captura de los alevosos asesinos de San Juan, pero quiero recomendarle esa necesidad, para estimular más aún su actividad y energía.

Quedo ansioso esperando más noticias sobre los nuevos sucesos que hayan surgido del horrendo atentado que Vd. me comunica, pues cuento con que Vd. me tenga siempre al corriente de cuanto ocurra.

Con este motivo me repito de Vd. affmo y S. S. Santiago Derqui.

Resulta casi obvio decir que la nobleza y lealtad a la causa federal del gobernador puntano, lo lleva en forma inmediata a cumplir con aquellas órdenes. Es por ello que en forma urgente se traslada con su ejército a Mendoza, donde su amigo el gobernador Nazar, lo espera para ponerse bajo su mando. No obstante, resultaría parcial nuestro relato sino transcribiéramos lo que sigue:

Paraná, diciembre de 1860

Al Exmo Señor Gobernador Coronel Don Juan Saá

Mendoza

Santiago Derqui (1809 –1867) fue un político argentino y segundo Presidente de la Nación Argentina. Su breve gobierno
terminó con su renuncia al cargo tras la derrota de la Confederación Argentina en la batalla de Pavón.

Mí estimado amigo:

Hoy he recibido su apreciable del 7 del corriente, con un atraso considerable como Vd. ve y que es muy perjudicial. Yo despacho hoy mismo un oficial conduciendo esta hasta donde Vd. se encuentre.

Nada tengo que añadir a mis anteriores en cuanto a la conducta que debía observar en su comisión, pero sí repetiré la que le decía en mi anterior: que el éxito de su comisión pende en gran parte de la celeridad con que debe procederse en ella.

Apruebo su carta particular y nota oficial a Coll, porque su misma moderación legitimará más el uso de las armas que Vd. tiene que hacer para por hacerse obedecer.

Por la nota muy insolente de Coll, dirigida al Gobierno Nacional, que Vd. debe conocer, porque entiendo se ha circulado á todos los gobiernos de provincia, y por la carta de Aberastain publicada en Buenos Aires, se ve que están resueltos á resistir toda intervención Nacional y que tendrá Vd. que ejercerla con la espada en la mano”

Los medios de resistencia que le harán será la fuerza si se creen con la suficiente, ó la astucia para adormecer a Vd. y esperar del tiempo. Debe Vd. pues, prepararse para dejar bien puesto el honor de las armas nacionales en el primer caso, y para no dejarse entretener por los expedientes moratorios que puede adoptar con el fin de parar su acción. Debe Vd. exigir una sumisión de grado ó por fuerza: creo que el uso de esta última se hará indispensable; hoy que niegan al Gobierno Nacional no solo el derecho de intervenir sino hasta el de ser noticiado de los hechos.

Tenga Vd. toda precaución: fíjese en que Aberastain y Sarmiento encuentran muy natural y legítimo matar lo que estorba, que para ellos no hay más que enterrar los muertos, y negocio concluido.

La expectación pública es muy grande, y la indignación excitada por el atentado del 16, crece en una horrible progresión. Creen unos, y afectan creer otros que ese hecho no es aislado, y que es efecto de un plan adoptado por un partido para hacer desaparecer personalidades políticas que incomodan. Tengo la seguridad de que esto es falso, pero el hecho es que así se cree, o cuando menos se teme, y esto basta para que un partido se ponga de pié para defenderse, si la autoridad de las leyes no le amparan. No será pues exagerado creer que la paz pública y el orden penden de que hoy se haga plena justicia.

De ahí deducirá Vd. que es indeclinable mi deber de someter al Tribunal competente los autores y el hecho mismo del 16.

Cuando se me pide en el nombre de la ley y de la paz pública las garantías que consisten en la aplicación de las leyes represivas del asesinato y la revuelta, debo emplear todos los medios al alcance de mi autoridad para darlos al pueblo que administro á esta condición, sin que consideración alguna pueda excusarme de este deber ni aún el de mi propio sacrificio que como hombre de honor debo al pueblo que me obedece.

Vd. como mi delegado, ejerciendo mi autoridad tiene los mismos deberes y el mismo compromiso de honor, y no debe excusar medios algunos legítimos para aprender a los sindicados como autores de aquel horrible homicidio, que lo está quizá en su totalidad entre los mismos que hoy ejercen el gobierno en los que Vd. no debe reconocer autoridad política alguna (hay una parte de carta destruida en este párrafo).

No hay más autoridad legítima en San Juan que la del Gobierno Nacional, al objeto de que esa provincia establezca libre y constitucionalmente las que deban regirla.

Confío mucho en que Vd. hará su deber, como soldado, como representante del Gobierno Nacional y como amigo del jefe del Estado, cuyos deberes más sagrados están tan seriamente comprometidos.

Tome Vd. sus medidas para que su correspondencia no llegue con retardo. Esto es importante.

Escríbame con frecuencia, y disponga de la voluntad de su afectísimo amigo.” Santiago Derqui.

Y Juan Saá hizo lo que debió hacer. Dar batalla a los golpistas magnicidas en la Rinconada de Pocito, vencer y restablecer el orden en la provincia hermana. Generando un escándalo en los liberales porteños y el provinciano aporteñado Sarmiento, estos sucesos serán una de las principales causas de Pavón.

Antonino Aberastain (1810 –1861) fue un abogado y político argentino, líder liberal de la provincia de San Juan,
gobernador en el año 1861, ejecutado después de la batalla de Rinconada del Pocito.