Expresiones de la Aldea, La Aldea y el Mundo

LA HOJA DONDE ESCRIBO

Por Eliana Cabrera

Después de estar dos años suspendida, la 46 Feria Internacional del Libro se esperaba con mucha alegría e intensidad, tanto por las editoriales y escritores como por entusiastas de la lectura. Sin embargo, el sentimiento eufórico que se estaba construyendo tuvo un gran parate que dispuso que la feria se viviera “con los pies en la tierra” desde un principio. El escritor Guillermo Saccomanno, encargado del discurso de apertura, no cayó en el discurso previsible acerca de la pandemia y la vuelta a la presencialidad del evento sino que se centró en visibilizar algunos aspectos polémicos que, si bien no eran un secreto, se estaban dejando de lado en medio del frenesí de la feria.

“El monje taoísta vietnamita Thich Nhat Hanh dice que la hoja donde escribo contiene el árbol del que proviene, desde la semilla, pasando por la lluvia, el sol, las estaciones, una historia concerniente a la naturaleza ante la que no puedo hacerme el distraído”. Así aludía Guillermo Saccomanno a la idea de que no es posible ignorar el contexto en el trabajo de la escritura.

Entre otras cosas, el autor sostuvo a viva voz que no solo resulta ofensivo y violento que la Feria se realice en La Sociedad Rural, “institución que fue instigadora de los golpes militares que asesinaron escritores y destruyeron libros”, sino que también las editoriales se ven perjudicadas por la falta de papel para libros, cuya producción disminuyeron por intereses económicos las dos empresas más grandes; Ledesma, cuyos propietarios están vinculados con la última dictadura militar, y Celulosa Argentina, cuyo directivo está conectado con la causa de Panamá Papers.

¿Cómo es que la lectura y la escritura acaba siendo mediada por empresas e instituciones que históricamente están lejos de promover la cultura?

“Decir Feria implica decir comercio. Esta es una Feria de la industria y no de la cultura, aunque la misma se adjudique este rol.” Si bien no es un dato oculto, ya que el mismo nombre “feria” nos remite a una cuestión comercial, no está de más enfatizarlo. Sobre todo porque, entre todas las transacciones, el o la autora de un libro “cobra apenas el 10 por ciento del precio de tapa de un ejemplar”. En su discurso, Saccomanno no deja de recordarnos también que la escritura es un trabajo precarizado y romantizado. Sin ir más lejos, él mismo es el primer escritor que dio un discurso remunerado en la Feria. Anteriormente, ese trabajo intelectual que hicieron en otras ediciones sus colegas fue considerado “un prestigio”. Pero, ¿por qué el dinero finalmente circula por más bolsillos que los de quienes realmente trabajan con la palabra? El autor se pregunta específicamente: “¿Acaso hay un afuera de la cultura de la plusvalía?”.

A la problemática acerca del trabajo de la escritura, se le suma la situación socioeconómica del público a quien está, o se supone que está, dirigido el evento. Claramente la búsqueda es de reactivación económica de un sector que necesita de los y las lectoras para hacerlo, pero la crisis también ha atravesado a quienes podrían acercarse a los libros. Saccomanno menciona al 40% estadístico de pobreza y se pregunta qué sectores llegan realmente a la Feria y, sobre todo, cómo se podría desarrollar la habilidad de la lectura en condiciones de pobreza, y “si un chico con hambre está en condiciones de realizar esa operación, asimilar conocimiento cuando no ha asimilado alimento”.

El escritor, en su discurso, sostiene que no es su intención “bajar línea” sino ser descriptivo. Sus palabras están cargadas de posicionamiento político pero porque no puede escindir su cotidianeidad como escritor de lo anecdótico de su trabajo. Si bien recibió críticas acerca del tono de su discurso de apertura, nadie contradijo lo que expuso. Es optimista, sin embargo, ya que cree que “son varias las generaciones que, en el presente, desde la diversidad y la disidencia, están generando escrituras cuestionadoras”. Aplaude a quienes “a pesar de las dificultades colectivas y personales de toda índole, persisten en la escritura y creen que, si bien la escritura no puede transformar el mundo, puede hacerlo un poco mejor”.

Con su discurso, el cuestionamiento (entre tantos) de Saccomanno que tensiona y nos deja en vilo sería ¿es posible escribir y leer por fuera de la industria del libro y del contexto social y económico que nos atraviesa?

El escritor Guillermo Saccomanno.