Reportajes

Silvina María Luz Molina-12-06-2022

Mi nombre es Silvina María Luz Molina. Tengo 54 años. Nací en General Galarza, un pueblo de Entre Ríos. Cuando tenía 11 años, fuimos a vivir a Buenos Aires con mamá, papá y mi hermano. Una de las tantas migraciones de Argentina por una de las tantas crisis económicas. Luego de estudiar periodismo me fui a vivir 10 años a Formosa donde nació mi hijo Rodrigo, y en el año 2001 regresé a Buenos Aires donde vivo.

Estuve en pareja 18 años, mi compañero tuvo una muerte súbita en 2010, y a partir de allí vivimos con mi hijo.

Mamá Marta y papá Lito son también entrerrianos. Papá murió hace dos meses. Estaba en San Luis dando un taller para colegas de El Diario de La República cuando me enteré de su muerte. Quiero agradecer el afecto y acompañamiento en ese momento. Mamá tiene ahora 82 y tiene Alzheimer.

Mi infancia fue muy feliz en mi pueblo. Recuerdo la hamaca del patio de mi casa familiar, los juegos en las calles, el fútbol en la escuela –sí, jugaba fútbol y rompía mis botas de taquito- , las tardes de dibujos con mi abuela Dima y mi bisabuela Modesta. Las golosinas del almacén de mi abuelo Gerónimo. Las noches de mirar las novelas de Migré con mamá o de acompañar al partido de fútbol a papá. Los días en el campo con la abuela Elena y el abuelo Eduardo, dando de comer a los animales, andando a caballo, cosechando mandarinas. El olor de las mandarinas me remite a mis recuerdos más lindos.

El pueblo, que en el momento de mi niñez era de unos 5000 habitantes, tenía muchas iglesias. Y eso tenía que ver con las migraciones. Personas llegadas de Europa que trajeron su cultura, sus expresiones religiosas. Me crié compartiendo el espacio escolar, de juegos, de cumpleaños con niñas y niños que tenían distintas experiencias y practicaban distintas religiones. Mi familia era católica. Eso –entendí de grande- influyó mucho en mi construcción como persona, en valorar y respetar las diferencias que nos enriquecen.

Cuando tenía 9 años tuve mi primera pérdida: mi amigo, mi vecino, mi compañero de camino a la escuela, Fabián, murió luego de un tonto accidente jugando en la calle. La muerte a tan corta edad deja una marca que fui convirtiendo en aprendizaje a lo largo de mi vida.

Parte de la primaria la hice en mi pueblo, con maestras que recuerdo mucho. Destaco a Nelly, de primer grado, que me alentaba a escribir, ahí ya estaba la semilla de la periodista apasionada por las palabras. Y a Josefina de quinto que ponía un mapa en el pizarrón y nos invitaba a viajar por Argentina, imaginando paisajes. Soy una viajera incesante.

Los últimos dos años de la primaria los terminé en Buenos Aires, donde sentí discriminación de parte de algunas compañeras. Yo hablaba distinto, tenía tonada provinciana y estudiaba mucho para tapar el dolor que genera la migración. Otras compañeras y compañeros fueron muy solidarios y me abrazaron. Una de ellas fue Viviana, mi hermana elegida. Somos amigas desde los 11 años. El secundario fue en un colegio de monjas, de las hermanas de la Misericordia. En los ’80. Nos tocó la guerra de Malvinas y la democracia. Intensos años. Aprendí de la solidaridad y el reconocernos en las otras personas. Me quedo con ese recuerdo.

Hice periodismo en el Círculo de la Prensa y una tecnicatura en Comunicación Social. Luego vendría un diplomado en Derechos de las Mujeres, y muchos más, relacionados con periodismo, inclusión, género y feminismo.

Siempre supe que quería ser periodista. Jugaba a serlo en el patio de mi casa entrerriana. Era ávida lectora, miraba documentales en la TV. En la primaria tuve maestras que me alentaban a escribir, me gustaba actuar en los actos escolares. Cuando terminé el secundario tenía claro que iba a estudiar periodismo y que quería ejercer fuera de Buenos Aires. Lo hice yendo a Formosa.

Trabajé en Formosa en radio, TV, diarios; en Buenos Aires en un proyecto hermoso que fue Periodismo Social con un equipo profesional desde el cual aportábamos herramientas a medios de todo el país y Latinoamérica para un periodismo inclusivo. Colaboré con distintos medios especializados en género. En 2011 llegué a Télam como cronista, hoy soy la editora de Género y Diversidades de la agencia pública de noticias.

Me especialicé en género fundando una ONG en Formosa junto a otras profesionales que asisten a mujeres en situación de violencia. Luego hice varias capacitaciones en género.

Hace unos 10 años comencé a hacer consultorías en comunicación inclusiva y periodismo de género para organizaciones y organismos internacionales. Escribí guías y manuales al respecto: Noticias que salvan vidas, Manual de Género para Periodistas (Amnistía), Guía sobre adecuado tratamiento periodístico de la violencia sexual hacia niñas, niños y adolescentes (Unicef), Periodismo con Enfoque de Género (Tribunal Constitucional de la República Dominicana) y Guía de Comunicación Inclusiva (OEA).

Disfruto dar charlas y talleres sobre periodismo. Aprendo mucho, son espacios necesarios que me enriquecen como persona y profesional y me permiten unir el trabajo y mi pasión por los viajes.

Esta trayectoria profesional está atravesada por la militancia en redes de periodistas feministas a nivel mundial, latinoamericano y en Argentina. Durante 10 años coordiné con colegas mexicanas la Comisión de Denuncias sobre Violencia a Mujeres Periodistas de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género. Iniciamos esa tarea voluntaria cuando no se hablaba de la violencia de género en periodismo. Fue intenso y profundamente conmovedor acompañar y aprender de las compañeras.

Hubo varios momentos bisagras en mi vida. Elijo el nacimiento de mi hijo, me fijó la prioridades en mi vida siendo muy joven.
Y en el otro extremo, la muerte repentina de Luis, mi compañero de vida. Fui aprendiendo que la vida es día a día, parece una frase vacía, pero no…

Me defino apasionada, comprometida, tímida. Madre, amiga, hija, periodista.

Las injusticias, las desigualdades, las violencias mueven mi emoción y mis enojos.

Escucho todo tipo de música, depende del estado de ánimo. Me encanta bailar. Leo también de todo, por mi profesión. Y prefiero, para distenderme, las novelas de autoras y autores de Latinoamérica.

En mi tiempo libre viajo, camino, me reúno con amistades, bailo. Me río mucho. Elijo con quien estar.

La solidaridad es algo mis padres me enseñaron. En mi casa de la infancia siempre había alguna persona que mamá y papa acogían cuando nadie les recibía.

La amistad es esencial, fundamental, salvadora. Tengo pocas, buenas y potentes amigas.