Expresiones de la Aldea, San Luis

Escribo

Por Ana María Calderoni

para no perder el centro de gravedad de las cosas graves de esta vida-muerte circular
desde instantes de años absurdos o insípidos, o desde esta vida que es un capítulo de otras.
Para entender el tiempo, para olvidar las guerras púnicas, las mitológicas, las mías y las del peloponeso.
Para intuir que existo en una dimensión que aún no comprendo.
Para recordar el brillo de las flores, el perfume del otoño y los estruendos del desamor.
Para olvidar la tristeza de mis propias muertes y de los que aún amo y me faltan con su risa viva y su presencia que idealizo.
Escribo porque necesito ser en algún plano.
Escribo desde las tripas vacías, desde un latido extraño sin ritmo audible.
Desde las letras que conozco y desde las que invento.
Escribo desde las aguas amnióticas, desde las casas desarmadas, desde la distopía permanente.
Desde mi ateísmo en el amor.
Escribo desde neuronas químicas, según cuánta acetilcolina puedo producir.
Escribo desde un calendario muerto, o quizás desde alguna utopía interna.
Desde el aprendizaje de no ser nunca más hija, desde las galeras del circo.
Escribo para un escenario vacío.
Escribo para irme de mí flotando en una rama de canela, o navegando en un bote de chocolate con remos de vainillas.

“Una niña escribiendo; El jilguero mascota”, por Henriette Browne. 1870

(*)Ando con retazos de amigos entre la piel y huellas de sus abrazos en las vértebras. Llevo un licuado de amores que no fueron, vestigios de besos infieles y cicatrices de juventud en los pies. Soy la que va con el alma indolente por la incomodidad de la vida. Silenciosa. Incurable.