Payné Nüru, y la sabiduría
Por José Villegas
El Profesor Héctor Ossola en su obra “El Bramido del Puma”, recrea las enseñanzas de Zorro Celeste a sus hijos. Y yo me lo imagino hablando y gesticulando en esos círculos junto al fuego eterno de las noches invernales en las que el aguardiente desataba historias y ejemplos a seguir:
“Estar atado por las cadenas de las tinieblas, (cuando se refiere a tinieblas alude a la ignorancia), vuelve imposible descifrar el silbido del viento, el canto de las aves y el impetuoso correr de las aguas”.
“Carecer de luz interior, es declararse prisionero en una jaula de hierro. Resulta absolutamente imposible escapar y el pobre infeliz, sea indio o winka, queda inerme ante el ruido de la tormenta, el violento estruendo de las rocas cayendo en avalancha, la invisible carrera de los animales corriendo encabritados”
“Para vencer la animosidad divina, no basta la fuerza del cuerpo ni el poder de las armas que truenan y vomitan fuego, sino que se requiere la palabra. La palabra mesurada que hace entrar en razón al que inflige castigo y se le recuerda la alianza y los juramentos de los guerreros de antaño”.
“No hables mucho, (le dice a Panghitrus). Una palabra bien dicha equivale a todo un discurso. Y si hablas en el momento justo, estarás acertado. El cristiano habla demasiado y por eso se equivoca demasiado. No lo imites. Promete mucho y no cumple. Alguna vez deberás hablar ante la injusticia, para eso se necesita valentía. Hablar ante la injusticia es como lancear a varios winkas en un combate. Cuando ayudes a un peñi, estarás mostrando que tienes su misma sangre. Los rankeles hablamos siempre con sinceridad. Y eso es rectitud. Cuando un ranquel dice cosas que no son ciertas, es porque su corazón se ha corrompido”.
“El que habla debiendo callar, es un necio. Chachao Wentrú nos dio la lengua para decir lo que corresponde; no para decir mentiras. El winka dice mentiras. El winka dice que Dios le enseñó “no mentirás”, pero el winka se olvida de lo que le enseñó Dios y miente. Se debe hablar para decir la verdad. Callar las propias penas es sacrificio y es ser humilde y evita llevar al toldo de los otros el dolor que nos causan nuestras penas”.
El sabio guerrero moría una fría noche de julio de 1847, más su hijo Panghitrus Nüru (Mariano Rosas), nunca olvidaría aquellas enseñanzas proféticas.
