La Aldea y el Mundo, Notas Centrales, San Luis

Mujica, de pie

“El Pepe” recibió en San Luis la distinción del Doctorado Honoris Causa otorgada por la UNSL. Su prédica social tuvo una convocatoria multitudinaria que necesitaba escucharlo

Gabriela Pereyra

87 años tiene José “Pepe” Mujica y convoca, cada vez que puede, a brindar por la vida. Admite que cuando esa “vieja” que inevitablemente nos lleva llegue, con todo gusto le pedirá: por favor, señora, sírvame otra vuelta.

El Pepe visitó tierra puntana, la excusa fue recibir la distinción otorgada por la Universidad Nacional de San Luis: el Doctorado Honoris Causa. En su momento fue el propio rector de la UNSL, Víctor Moriñigo, quien viajó a Uruguay a consultarle si podían postularlo, ese gesto fue distinto a otros que lo tienen acostumbrado, esta vez se le consultó, y Mujica lo rescató como algo positivo, contó en los medios el rector.

Con todas sus convicciones, Pepe conversó primero con la prensa y luego charló con el pueblo puntano que se acercó, aunque aclaró que especialmente necesitaba hablarles a los jóvenes. En Juana Koslay, el anfiteatro del Ave Fénix lo esperó colmado con personas de distintas generaciones, que soportaron estoicas junto a Mujica el cambio brutal de clima, el viento Chorrillero tampoco quería perderse del ilustre y enfrió los huesos de los presentes, pero no sus corazones. De pie y caminando, Mujica se desplazaba “predicando” por el escenario, obsequió esa charla anunciada como magistral, aunque Pepe siempre reniegue de esos protocolares nombres. Agradeció al pueblo de San Luis y destacó su participación en la gesta heroica del Ejército de los Andes.

“Yo no vine acá ni por plata, ni por carrera, ni por lo otro, vengo para acá porque soy un predicador de carácter social, y gasto todo el tiempo en mi vida, ando con mis huesos a la miseria, porque tengo 87 años, pero siento el placer de sembrar, ese es el lujo de mi libertad, y ahí andamos con mi compañera (Lucía Topolansky), todos remendados y a los tirones, pero tenemos una causa para vivir, y nos vamos a morir felices porque dejamos muchos compañeros que van a levantar las banderas por las cuales hemos gastado una parte de nuestra vida, los invito a que luchen por la felicidad humana, la vida es una aventura hermosa y hay que vivirla con intensidad”.

“No soy pobre, soy sobrio, liviano de equipaje, vivo con lo justo para que las cosas no me roben la libertad”, repite en cada charla, en cada encuentro cuando sus ojos pequeños y vivaces establecen contacto con algún interlocutor. Y su filosofía podría resumirse aún más en sola una palabra, si el hombre de las cosas simples y las simples cosas quisiera: coherencia.

Con diferentes ejemplos describió la condición gregaria del ser humano, la imposibilidad de vivir en soledad, salvo como un castigo impuesto, la interdependencia de los otros, las diferencias y conflictos ineludibles, la necesidad de mitos y creencias, banderas, y el pasado como trampolín de la historia. Habló también de la política como mediadora entre los vaivenes sociales y sobre la idea errada de que la política debe ser para enriquecerse, dijo que los políticos debieran vivir como las mayorías, no como una minoría privilegiada. “El ayer es importante para sostener las contradicciones de hoy”, pero los jóvenes deben aprender de los errores de su tiempo, no de los nuestros, dijo.

Relató cómo creyó y cree que es posible cambiar el mundo, ya desde los 60 cuando formó parte del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros y sus posteriores militancias, su pérdida de libertad física pero no mental, la llegada a la presidencia de Uruguay, todas las experiencias, solo sirvieron para responder lo verdaderamente indispensable para él:

“vivir por el amor de vivir, el placer de vivir, tan sencillo como el tiempo humano dedicado a cultivar los afectos. Sin afectos no tiene sentido la existencia humana”.

Sin embargo, Mujica alerta permanentemente sobre un plan orquestado para la infelicidad humana, para el inconformismo permanente: “cuando compras no compras con plata compras con el tiempo de tu vida que gastaste para tener esa plata”, repite en cada oportunidad, “una cosa son las necesidades básicas y otra es que nunca tenga límites la cantidad de necesidades”.

Sobre cuál debiera ser la próxima revolución necesaria para que la humanidad dé un cambio trascendental, confesó que se la haría a dios a esa pregunta si pudiera hablar con él, y parafraseando a Atahualpa Yupanqui afirmó que tan importante señor, si almuerza, almuerza en la mesa de otro…

“La revolución es un momento de estallido de los pueblos, hay mucho de subliminal, mucho de hartazgo y mucho de circunstancia… Estamos entrando en un cambio de época, no una época con mucho cambio, sino un verdadero cambio de época, que el conocimiento empieza a ser cada vez más importante, que lo que era proletariado en mi juventud, que eran unos hombres de mameluco y de gorra vasca, son un recuerdo nostálgico de un tiempo que pasó, y que el proletariado del tiempo que viene, son los muchachos que están entrando a la universidad aunque no se den cuenta.

Porque la calificación del trabajo va a determinar que los que dejan ganancia son precisamente los calificados, no digo que ese mundo va a ser mejor o peor, digo que va a ser distinto, y que uno de los desafíos más grandes de los latinoamericanos es cómo somos capaces de gastar una fortuna en la cabeza de nuestros hijos para que estén a la altura de la civilización que se nos viene. Ustedes están en un país agrícola, brutal, la pampa húmeda tiene mucho que ver con la historia de la Argentina, dentro de 20 o 25 años ya no van a ver esas máquinas probablemente, va a haber unos pequeños robots que caminan en el campo e inyectan la semilla, ni siquiera la van a dar vuelta, la semilla va a tener el fertilizante y lo necesario para combatir a los suelos y todo lo demás, y no habrá gente…

Habrá máquinas que caminarán por el campo, agricultura de inyección, el mundo que se nos viene es paradojal y habrá luchas. Luchas como esta: esa caja que sustituye a la cajera cuando vas al supermercado y tú te despachas y cobras… ¿Tendrá que pagar algo o no tendrá que pagar nada?

Y esa máquina que sustituye al que trabajaba en un peaje, ¿tendrá que pagar algo? ¿Ya no hay herramientas que pagan, los camiones no pagan aunque estén parados en el galpón?, ¿las máquinas y el adelanto tecnológico ayudan a la gente o la perjudican? Si una máquina le quita el trabajo a la gente tendrá que aportar algo, estas son todas discusiones que van a tener los trabajadores, están a la vuelta de la esquina, como verán, el mundo no está perfecto ni terminado, vienen nuevas luchas, eso es lo que tengo claro…

Si habrá o no habrá revoluciones no lo sé, pero puede ser haya una humanidad que un día se canse de la gente que despilfarra, porque si unos viejos que han hecho tanta plata que no saben ni en qué gastarla, se gastan una fortuna para ir a mirar la tierra de arriba cinco minutos, eso que llaman el turismo espacial, en nombre de la libertad lo pueden hacer… ¿y tenemos que bancar? Mientras que hay mujeres en África Subsahariana que caminan 5 km para conseguir dos baldes de agua…

¿La humanidad puede en nombre de la libertad tolerar semejante despilfarro de recursos y no solucionar problemas básicos por la vida?

¿Tendremos tan poca empatía?

¡Ah!, yo creo que va a haber lío, ¡tiene que haber lío!

Hace pocos días salió un estudio, tres o cuatro cuadros de fútbol en el mundo son de magnates, sacaron la cuenta que con dos horas y media de trabajo de bombeo de petróleo en Qatar pagan los 400 millones de dólares anuales que gasta por ejemplo el PSG en mantenimiento del equipo. ¿Habrá que soportar semejante despilfarro? ¿En nombre de qué libertad? Mientras hay otra humanidad que no tiene ni para comer… No puedo creer que los humanos seamos tan patos maragullones que indefinidamente vamos a soportar eso, no se trata de que tenga un sentido igualitario que todos comamos lo mismo, y tengamos lo mismo, pero hay que poner ciertos límites para arriba, y espero que los humanos, piensen lo que piensen, desemboquen en eso, porque si no el mundo se hace inhabitable“.

“No vengo a buscar acuerdos, ni votos, ni nada. Hay crisis de abuelos en la sociedad y la juventud quema la mejor etapa de su vida. Somos bichos complicados…hasta cierto punto podemos operar sobre el rumbo de nuestras vidas, tenemos la conciencia y la voluntad, ¿cuál es el rumbo?: es la decisión a tomar.

Hazte la pregunta: qué sentido tiene la vida. ¿Apenas pasar? ¿Apenas transcurrir? No nos educan para vivir… Si no te haces esa pregunta, joven, el mercado te dará las respuestas y pasarás toda tu vida pagando cuotas.

Vale la pena intentar que el mundo que venga sea un poquito mejor. Tienes la oportunidad de darte una causa para tu vida. Tú eliges, ese es el ejercicio de la libertad. Una invitación a no resignarse a las carencias y desastres del mundo en que nos toca vivir, el mundo será un poco mejor si la gente colectivamente se organiza, no va a caer la prosperidad regalada por los dioses, sino como consecuencia del esfuerzo consciente de los humanos con empatía hacia el resto, el logro más grande que puedes tener es venirte viejo, cargado de arrugas, y sentir que no traicionaste jamás el gurí que tenías dentro en nombre de los sueños que te hicieron vivir…”

Buscar pasiones, encontrar sentidos, secar nuestras lágrimas o las de otros, abrazar los afectos, defender la libertad, cambiar lo que no nos guste del mundo, porque ningún cordero se salvó balando; con todas esas sensaciones nos zamarreaba el Chorrillero al finalizar la charla. Tiempo de actuar colectivamente y sin egoísmos, “ser parte de la cosa” pero con compromiso, ser pueblos mejores dependerá de nosotros.

Mujica, de pie, nos invitó a tener esperanza, a levantarnos tras una caída, porque la vida es hermosa.