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Crisis y simbolismos

El vandalismo hacia el arte, la nueva tendencia para protestar

Por Gerardo Masman

Museólogo

Las grandes obras de arte son importantes por una razón: son convincentes de una manera que es a la vez inmediata e intemporal. Y esto es ciertamente el caso de las mejores pinturas, esculturas y otras obras de arte que se pueden encontrar en las colecciones de los más famosos museos alrededor de todo el mundo.

Pero hay un lado oscuro en las formas en que las obras maestras pueden encender la imaginación, también pueden inspirar a individuos a vandalizar estos trabajos. Las razones que dan para hacerlo incluyen un amplio abanico que pueden incluso abarcar visiones religiosas hasta celos, y conforman afirmaciones sobre que la desfiguración representa una forma de protesta.

Según la RAE, una de las definiciones de iconoclasia es “actitud de los que rechazan la tradición heredada y la autoridad de las figuras que representan”, de esta forma, los activistas enriquecen su discurso y lucha involucrando iconos que lo complementen. Es decir, los activistas ambientales no pegaron sus manos a “La maja vestida” de Goya, sino a “La Primavera” de Botticelli, no porque una les guste más o piensen que es mejor, sino porque perderemos la primavera si no actuamos para detener el cambio climático, si no dejamos de consumir petróleo.

Pegaron sus manos en la escultura de Laocoonte en el Vaticano porque simboliza cómo ellos también buscan transmitir un mensaje de advertencia, y no están siendo escuchados en sus intentos de evitar daños severos al medio ambiente. Las flores, por “Los girasoles” de Van Gogh, no florecerán y la juventud, por “La joven de la perla” de Johannes Vermeer, no tendrá futuro.

Por desafortunadas que sean las historias que hay detrás de estos incidentes proporcionan fascinantes estudios de cómo las grandes obras de arte tienen el poder de conmovernos, tanto positiva como negativamente.

Los activistas del cambio climático que integran las agrupaciones “Extinction Rebellion”, “Just Stop Oil”y “Letze Genration” han realizado recientemente acciones vandálicas contra el arte, como una nueva forma de protestar por el calentamiento global.

En menos de 20 días sus protestas afectaron cinco cuadros en diferentes partes del mundo, el objetivo: llamar la atención de los medios y generar el debate contra la explotación de yacimientos de combustibles fósiles. A pesar de que estas creaciones artísticas no fueron afectadas al estar protegidas por un cristal, esta forma de manifestarse despertó rechazo entre los ciudadanos que consideran que el arte no puede estar excluido del medioambiente.

Los activistas ecológicos que atentan contra el arte utilizan este instrumento de protesta para advertir sobre distintas problemáticas y llevan a cabo su lucha lanzando comidas por doquier. Entre estos menús utilizados como “armas” destacan los pasteles, el puré de papas, la salsa de tomate y tartas de chocolates.

Los museos preocupados

El domingo 9 de octubre, dos activistas de la organización Extinction Rebellion pegaron sus manos en el cuadro “Masacre en Corea” de Pablo Picasso expuesto en el National Gallery of Victoria de Melbourne. Durante el acto de protesta, los activistas, de 59 y 49 años, desplegaron a sus pies una pancarta que decía: “Caos climático = guerra + hambruna”.

“Las medidas de protección ya no son suficientes”, objetó la directora del Museo Barberini de Postdam, Ortrud Westheider, después de que un grupo de protestantes arrojaran puré de papas contra el célebre cuadro “Les Meules” de Claude Monet. La funcionaria consideró que el acto de vandalismo evidenció que “deben adaptarse los estándares de seguridad para garantizar la seguridad de nuestras obras de arte”. A pesar que el cuadro no sufrió daños graves porque tenía un vidrio protector, se decidió cerrar el museo temporalmente hasta el pasado domingo 30 de octubre.

Escultura de Laocoonte en el Vaticano.

El 27 de octubre de 2022 tres activistas de la organización “Just Stop Oil” fueron detenidos después de que uno de ellos se pegara la cabeza al vidrio que protege el cuadro “La joven de la Perla”, de Johannes Vermeer, en el Museo Mauritshuis de La Haya, en Países Bajos. Pretendía, denunciar la falta de medidas contra el cambio climático.

Otro de los activistas pegó su mano a la pared al lado del cuadro. Luego de que estos actos trascendieran en las noticias de todo el mundo, el museo que exponía la pieza lamentó: “el arte no se puede defender”.

“Todas las autoridades de los museos toman precauciones contra el vandalismo desde hace tiempo. ¿Se necesitan más medidas?: sin duda”, afirmó a la agencia de noticias AFP el presidente honorario del Centro Pompidou de París, Bernard Blistène.

El museo de la Reina Sofía de Madrid indicó que solo las obras “más valiosas están dotadas de vidrio blindado”, mientras que desde el Museo del Prado expresaron que están “en alerta” por posibles situaciones vandálicas.

Durante una rueda de prensa en Qatar, el director del museo Whitney, de Estados Unidos, Adam Weinberg, reflexionó sobre la intención de los militantes ambientalistas que atacaron las obras de arte más famosas del mundo: “se ponen en un escenario para llamar la atención sobre algo” y a continuación cuestionó: ¿esto cambia algo?”.

Por su parte, Tristram Hunt, del Victoria and Albert Museum de Londres, replicó en esa misma mesa que además de estar preocupado por la situación, lo estaba por el “lenguaje nihilista” que rodeaba a las protestas, y criticó que lleva a pensar que “no hay lugar para el arte en tiempos de crisis”.

En tanto, en una entrevista con el diario francés Le Pariesien, la ministra francesa de Cultura, Rima Abdul Malak, consignó: “¡es terrible! ¿Cómo la lógica de la defensa del clima lleva a querer destruir una obra de arte? Es absolutamente absurdo”. También subrayó que Francia no estaba “a salvo de que un día un activista loco ataque un cuadro desprotegido”, y pidió “a todos los museos nacionales que redoblen su vigilancia”.

Para Didier Rykner, director y fundador de la revista en línea La Tribuna del Arte, esas acciones son “contraproducentes”, y espetó que “cuanta más visibilidad se les dé, más volverán a hacerlo”. “Al convertirse en algo habitual, los actos pierden sin duda su fuerza”, aseguró, y apuntó a que el mensaje era “bastante confuso y quizás juega a favor de los que señalan como sus oponentes”.

La Mona Lisa tiene un pasado de agresiones y hasta desaparición

El cuadro más famoso de Leonardo Da Vinci ha sufrido una buena cantidad de daños a lo largo de su exhibición.

A finales de mayo, un hombre lanzó un pastel a la “La Gioconda” de Leonardo Da Vinci, protegida desde 2005 con un vidrio blindado, en el museo de Louvre. El autor del incidente llamó a “pensar en la Tierra”, antes de ser llevado a un hospital psiquiátrico.

En agosto de 2009, una mujer rusa que estaba molesta por la denegación de la ciudadanía francesa lanzó una taza de té caliente al trabajo.

En 1974, una mujer discapacitada que estaba enojada por la política de personas discapacitadas del Museo Nacional de Tokio, donde se exhibía la pintura, la atacó con pintura roja en aerosol.

En 1956, la mitad inferior de la obra maestra fue seriamente dañada cuando alguien arrojó ácido al retrato. Más tarde ese mismo año, un boliviano llamado Ugo Ungaza arrojó una piedra a la obra, astillando la pintura en el codo izquierdo de la mujer. Aunque fue restaurada, y finalmente colocada detrás de un cristal antibalas, eso no impidió que la gente intentara infligirle más daños.

En 1911, un hombre llamado Vicenzo Peruggia robó el cuadro del museo de Louvre y lo escondió por más de dos años. Al mismo tiempo, el escándalo hizo que la Mona Lisa adquiriera de golpe una popularidad universal. Tras la reapertura del museo, los curiosos hacían cola para visitar el espacio vacío que antes ocupaba el retrato de Leonardo.

La pintura aparecía reproducida por doquier: ocupaba las páginas de la prensa –que seguía la crónica del robo día a día–, se empleaba como reclamo publicitario y hasta dio lugar a películas sobre el robo. Como afirma R. A. Scotti en El robo de la sonrisa: “Mona Lisa abandonó el Louvre siendo una obra de arte y volvió convertida en un icono”.

En definitiva el arte siempre es un medio para interpelar a la sociedad, haciendo visible lo velado y manifestando de manera radical un mensaje.

Ataque a “La Gioconda”, un visitante le arrojó un trozo de torta a la obra más famosa del mundo.