Notas Centrales

“Messi es un perro” y otros permisos literarios

Por Eliana Cabrera

Entre la literatura y el fútbol es posible encontrar un vínculo. Ambas disciplinas tienen sus estereotipos y sus estigmas, y pueden ser considerados opuestos; uno remite al movimiento, a la actividad física y a lo popular, mientras que la otra está más asociada a la quietud, lo intelectual y la “clase alta”. Sin embargo, ambas disciplinas en diálogo permiten destruir esos preconceptos.

No hace falta ni mencionar cuál es el tema del momento. El mundial de fútbol atraviesa las conversaciones en todos los ámbitos de la sociedad. En las escuelas y trabajos se transmiten los partidos o se modifican los horarios para que todos y todas puedan verlos. El país, el mundo, se detiene por 90 minutos. No es ley ni mandato, sino un acuerdo popular que se sabe.

Quienes se encuentren alejados de este sentimiento pasional común, tienen dos opciones: respetar algunos cambios en la cotidianedad por unos meses, o quejarse: el perfil del acusador suele ser una persona que se imagina erudita, contracultural, justiciera en contra de la impunidad del mundo futbolístico o del peso social que tienen algunos referentes: Diego, Messi, Scaloni.

¿Realmente se puede ir en contra fanatismo tan grande que es capaz de unir y despertar patriotismo, siquiera por un rato, a todo un país?

La literatura también tiene sus estereotipos. Con frecuencia se asocia la lectura de libros con la “élite” y el snobismo que la limita y perjudica. Quizás leer sea un privilegio, pero no es excluyente, ni busca formar a los “grandes dueños de la cultura”. Al contrario. La ficción literaria busca narrar de otras formas el mundo que compartimos, y lejos de remarcar “clases”, pretende comprender y mostrarlo todo con nuevos ojos.

Hernán Casciari, por ejemplo, escribió el cuento “Messi es un perro”. A primera vista, es un insulto o una crítica hacia su desempeño. Sin embargo, a lo largo del texto se puede observar que el narrador realmente compara a Messi con un perro: “(…) Como los ojos de Messi, que dejan de ser los de un preadolescente atolondrado y, por una fracción de segundo, se convierten en la mirada escrutadora de Sherlock Holmes. Descubrí esta tarde, mirando ese video, que Messi es un perro. O un hombre perro. Esa es mi teoría, lamento que hayan llegado hasta acá con mejores expectativas. Messi es el primer perro que juega al fútbol”.

En sus descripciones y en esa animalización, paradójicamente, humaniza a Messi. Asociar al futbolista con la figura tierna de un perro jugando devuelve a Messi su carácter de jugador en el mejor sentido de la palabra, apartado ya de todo el resto de situaciones burocráticas y mediáticas que envuelven al fútbol.

Liliana Heker en “La música de los domingos” cuenta la importancia de los relatos de fútbol y su mística. Los y las relatoras no solo describen lo que ocurre sino también tienen la tarea de generar emoción con sus palabras.

Más allá de eso, Liliana menciona en su cuento otra forma de escuchar los partidos, otra “música”: “Parece que poco a poco fueron entendiendo qué quería decir el viejo con ‘música de los domingos’, algo que en otros tiempos había estado en todas partes, dijo, y que se podía escuchar desde que uno se levantaba. Como una comunión o una sinfonía, parece que dijo, y que terminaba recién al caer la noche con la vuelta de los últimos camiones”. Y no se refiere a la radio sino al murmullo en el barrio de chicos y chicas jugando, relatando sus propios partidos en plena calma de domingo.

Roberto Fontanarrosa publicó en 1997 un compilado, “Cuentos de fútbol argentino”, con trabajos de diversos autores y autoras. En el prólogo se posiciona en contra de creer que el fútbol es asunto de hombres. “(…) queridos aficionados al viril deporte del balompié, Inés Fernández Moreno, Liliana Heker y Luisa Valenzuela han sido aceptadas en el plantel siendo, como sus nombres lo indican, mujeres. Bellas literatas que acceden a este mundillo supuestamente de hombres cabalgando en el crecimiento del fútbol femenino y en la innegable pasión que alberga en el corazón de toda niña argentina.”.

La literatura futbolística permite que los y las seguidoras de este deporte puedan sentirse identificados y desmitificar la idea de que el fútbol y la literatura no pueden convivir.La presencia de la ficción tanto en los cánticos como en los recursos narrativos de los relatores y las relatoras permite pensar que la literatura se escabulle en todos los espacios, que trasciende los libros y está más presente de lo que pensamos en nuestras vidas.