Alejandra Villegas (*)

Verte cuajar la leche para armar un queso firme, redondo y ahuecado.

Otra  tarde mirar cómo armás paquetes con la leña recién cortada. Arriar las vacas lecheras, y yo, galopar desobediente y muy rápido sobre el lomo de mi caballo blanco.

Observar una familia de lechuzas que chusmea con sus pichones en la puerta de una vizcachera, los lagartos ladrones de pollitos, la serpiente que se comió al sapo; las luciérnagas en las noches oscuras, los baños en el rio.

El chañar con leche en las mañanas de invierno, la peligrosa travesura de jugar con fósforos una siesta.

Manejar el auto por primera vez desde el pueblo hasta la casa.

Tus empanadas dulces, tu dulce de naranja con cascaritas. Los chivos asados y la chanfaina.

Mi cumplidora de caprichos.

Tus eternos rosarios.

Tus caricias de manos ásperas sobre mi frente.

(*) Alejandra Villegas, Puntana y Bióloga recibida de la UNSL, más lectora que escritora.