Expresiones de la Aldea, La Aldea y el Mundo

Los desterrados, fronteras entre naturaleza y humanidad

Por Eliana Cabrera

Horacio Quiroga fue un escritor de origen uruguayo cuyas obras suelen tomar como espacio en el que se desarrollan los hechos en la selva misionera en los tiempos de la modernidad. Rompe con el eje común en la época de civilización/barbarie, campo/ciudad para mostrar un nuevo escenario de frontera con personajes atípicos y de una variedad poco visibilizada en la literatura canónica argentina. 

Sus producciones literarias recibieron la influencia del realismo, del género fantástico y del modernismo, pese a que se aleja de la tendencia a escribir sobre la ciudad, el hombre y su capacidad de producción y los avances tecnológicos. Fue también lector asiduo de Kipling, Dostoievski y Allan Poe, a quienes tomó como grandes maestros a lo largo de sus trabajos. 

Los desterrados (1926) es una de sus obras menos reconocidas. La obra reúne 8 relatos en los que pueden encontrarse personajes comunes de la zona litoraleña y fronteriza entre Argentina y Uruguay. Se divide en dos partes, “el ambiente” y “los tipos”. 

La primera parte solo contiene un cuento, “el regreso de anaconda”, que relata las desventuras de una serpiente que había luchado junto con otros animales por ahuyentar a los hombres, que amenazaban el equilibrio natural de la selva, provocando una sequía. La anaconda luego acaba naufragando en un embalsado junto con un hombre muerto. Algunas interpretaciones del cuento sostienen que simboliza la lucha entre hombre y naturaleza, la extinción de ambas especies ante el desencuentro de intereses, y bien podría ser el primer o el último cuento del libro: ¿quién acabará reclamando el territorio para sí, el ser humano o los animales? ¿Qué destino le espera a la flora y fauna luego del avance de la modernidad?

La segunda parte de esta obra, “los tipos”, comienza con el cuento cuyo título da nombre al libro. En sus primeras líneas, anticipa los distintos personajes que se harán presentes a lo largo de cada relato: “Misiones, como toda región de frontera, es rica en tipos pintorescos. Suelen serlo extraordinariamente aquellos que, a semejanza de las bolas de billar, han nacido con efecto. Tocan normalmente banda, y emprenden los rumbos más inesperados. Así Juan Brown, que habiendo ido por sólo unas horas a mirar las ruinas, se quedó 25 años allá; el doctor Else, a quien la destilación de naranjas llevó a confundir a su hija con una rata; el químico Rivet, que se extinguió como una lámpara, demasiado repleto de alcohol carburado; y tantos otros que, gracias al efecto, reaccionaron del modo más imprevisto”. Sus personajes huyen, se esconden de sus realidades pasadas o buscan nuevas posibilidades en el paraíso infernal de la selva misionera. Sus decisiones y estilos de vida también son fronterizos: van del sueño al delirio, de lo real a lo mágico, de la razón a la locura.

En uno de los cuentos, “El hombre muerto”el protagonista está trabajando en un bananal, decide descansar un momento y al intentar cruzar el alambrado de púa pisa una corteza de banano. Resbala, cae y nota que el machete que llevaba en su mano se encuentra hundido en el abdomen y que va a morir. Él lo sabe pero pareciera subestimar la situación, o creer que tiene control sobre ella. Este cuento puede considerarse como una descripción del “tipo de hombre” que quiere habitar esas zonas solitarias: dueño de sí mismo, de su “propio trabajo y esfuerzo” y de lo que lo rodea. Pero la naturaleza puede no ser tan fácil de controlar.

Los desterrados sitúa sus relatos en la selva misionera en los tiempos de la modernidad, y puede llegar a pensarse que el intento de manipulación del ambiente y la exhibición de las capacidades del hombre que se observan en el cuento son propias del contexto, y el tema central de la obra. El espacio es detallado con minuciosidad por el autor, no deja de lado la descripción del color local, pero hay otros elementos que decide contrastar: la inquietud y angustia humanas frente a la quietud e inmovilidad de un entorno apasible. ¿De qué son víctimas las personas en cada cuento? ¿De la naturaleza, o de sus propios instintos y estados mentales?