La Aldea y el Mundo, Notas Centrales, San Luis

Sobreadaptadas

Las enfermedades psicosomáticas pueden afectar a las mujeres que, debido a la presión social, priorizan su papel en la sociedad por encima de su bienestar mental y emocional. El precio que pagan por ignorar sus necesidades internas puede ser significativo.

Patricia Girabel

Especialista en terapia vincular psicoanalítica

Hay una problemática cada vez más presente y atañe a esas personas que se sobreadaptan, al mismo tiempo que despliegan un rendimiento casi perfecto, dejan de lado sus propias necesidades. Las mujeres no solo no son la excepción sino que se encuentran en el grupo con mayores afecciones. Y en esto hay que ser muy puntual: hablamos de personas que se olvidan de comer, de descansar, de disfrutar de actividades de recreación o de ocio, porque aparte, creen que es perder el tiempo. El tiempo es oro.

Este mayor rendimiento se realiza a costa de sus propias necesidades físicas, emocionales y espirituales. Y este es el problema.

El cuerpo comienza a debilitarse, suelen aparecer diversos síntomas, hasta convertirse en lesiones orgánicas, que se conocen con el nombre de enfermedades psicosomáticas. Hay una lesión orgánica. Lo que en un primer momento eran sólo alteraciones funcionales (síntomas) por ejemplo: colitis, disfunciones cardiovasculares, taquicardias, arritmias o musculares por el sobreesfuerzo constante que lleva al agotamiento. Cuando esto no se detiene, la sintomatología se vuelve enfermedad: úlcera gastroduodenal, colon irritable, colitis ulcerosa, infarto de miocardio e hipertensión arterial, por nombrar algunas de los padecimientos más comunes, también algunos tipos de diabetes y cáncer.

Cuando nos referimos a las enfermedades psicosomáticas, Rycroft las define: “como un trastorno orgánico con una disfunción fisiológica manifiesta, que parece estar ligada con la estructura de la personalidad del paciente con su historia vital, con sus circunstancias”.

Dichas enfermedades no pasan por el trastorno corporal, sino por la estructura mental, aunque ésta tiene como vía expresiva el cuerpo.

Al referirnos al funcionamiento psicológico hacemos alusión a las siguientes características: dificultades en la tramitación de los duelos, sobreadaptación, canalización de la conflictiva por vía corporal, entre otras.

Hicimos mención que una de las características es la sobreadaptación, la cual se caracteriza por la preferencia del mundo externo sobre el interno. Es un ajuste precoz al medio ambiente, desde los primeros años de vida.

Estas personas, con este funcionamiento psíquico, no parecen sufrir graves conflictos psicológicos. Como sostiene el Dr. Arturo Agüero en su libro: “Emociones que enferman”, necesitan imperiosamente mostrar que pueden hacer muy bien lo que se les pide, que pueden satisfacer perfectamente las exigencias que se les presentan.

¿Qué motivos o razones llevan a estas personas a cumplir de manera tan eficiente desmedidos requerimientos laborales, sociales o familiares? Hagamos un alto. Estamos hablando de demandas excesivas.

Lo que mueve a estas personas a realizar tal esfuerzo es que se sienten interiormente valoradas, respetadas, estimadas y aún queridas. En cambio si no cumplen sienten que van a perder ese aprecio y ese reconocimiento.

Pero ahí no termina la consecuencia de la sobreadaptación, arrastra otro mal: el dejar de lado la vida afectiva que se posterga en lo mejor de los casos y en otros más grave se anula. En general son personas emprendedoras, con una gran capacidad para el trabajo, esforzadas, con tendencia a asumir grandes responsabilidades, se hacen cargo de problemas ajenos, les cuesta delegar o pedir ayuda y no reconocen que la necesitan. El deber está por encima de todo. Estas personas tienen serias dificultades para advertir las señales de alerta que provienen de su cuerpo. Pasan muchas horas sin comer, sin dormir, o sin atender otras necesidades fisiológicas.

Contextos sociales y laborales que no ayudan

La época y la sociedad hacen lo suyo. Refuerzan y valoran este tipo de funcionamiento psíquico y conductual en las personas, sean niños o niñas pequeñas; discursos como: es un bebé tranquilo, ni llora, no sé lo que es un berrinche. En tanto que en adolescentes anulan la rebeldía adolescente lo que interfiere en su identidad y autonomía, y en la adultez la sobreadaptación es naturalizada como lo que se “debe hacer”, se manifiesta en nuestras acciones cotidianas por ejemplo: ¿cómo le voy a decir que no a mi amiga sino me cuesta nada?, ¿por qué no voy a modificar mi horario, si yo puedo arreglar mis actividades?, “puedo ocuparme sola de todas las cosas de la casa, mis hijos están de vacaciones, estudian durante todo el año, no me cuesta nada”.
Podríamos seguir enumerando infinidad de situaciones como estas.

Por eso la persona que se sobreadapta, el elogio le refuerza la conducta y en esto debemos estar atentos de no reforzar en los niños y niñas esta hiperadaptación. Porque allí, en la infancia tiene origen el funcionamiento de la personalidad psicosomática.

Sobreadaptación y enfermedad corporal son dos aspectos de una misma patología.

Young stylish woman looking down having problems with self esteem and disbelief in self strength

Incursionando un poco más en el tema de la sobreadaptación , vamos a relacionarlo con un ámbito de nuestra vida: El trabajo. Freud afirmaba, que la salud mental está relacionada con la capacidad de amar y trabajar. Sin embargo el trabajo puede ser fuente de sufrimiento cuando da lugar a una tarea sin sentido, donde prevalece la actividad repetitiva, fija, sin espacio para la reflexión, la autonomía y ataca la función del pensar.

En el proyecto de investigación y abordaje, Dejours se pregunta qué es lo que en el trabajo está cuestionado como factor nocivo para la salud mental. Llega a la conclusión que, así como la duración excesiva de la jornada laboral y las condiciones de trabajo afectan especialmente la salud física, el sufrimiento mental resultaría de la organización del trabajo, como por ejemplo: contenido de la tarea, sistema jerárquico, relaciones de poder y otras.

En su investigación encontró que las trabajadoras y los trabajadores viven la enfermedad como una injuria, una acusación de ser “vago o vaga” y vergüenza, que tratan de controlarla, disimularla y vivir con ella. Se detiene especialmente en el sentimiento de vergüenza y ésta constituiría una verdadera ideología que actuaría como angustia por el agotamiento del cuerpo, en tanto fuerza de trabajo.

Se daría una secuencia entre la fatiga, la astenia y la depresión. Camino complejo que transita la persona y que una vez logrado busca mantenerlo aún en el tiempo libre.

En un trabajo de investigación que he realizado y publicado, sobre una muestra, en la que participaron mujeres con diabetes y funcionamiento psicológico psicosomático, se encontró que en las actividades laborales privilegiaron el esfuerzo, el rendimiento, el aislamiento social, centrándose sólo en el hacer constante a costa de su empobrecimiento psicofísico.

Tenemos que diferenciar cuando hay satisfacción en el trabajo, la misma podría derivar del reconocimiento que se obtiene, del producto alcanzado (acto creativo) o bien del placer de la cooperación.

En ciertas condiciones laborales, como ser marginada de ciertos círculos, exigencias contradictorias, amenaza de desempleo, y otras; pueden potenciar la adicción al trabajo, en el sentido que actúan como un medio para arrancar un sobre-trabajo. Por lo cual el funcionamiento característico del puesto, la tarea y el contexto laboral estarían promoviendo un aumento en la productividad.

De este modo el Sistema Capitalista aprovecharía el propio sufrimiento de la mujer trabajadora de manera tan sutil que hasta termine por ser innecesaria la concreción del castigo (por ejemplo un despido o una suspensión), simultáneamente, en estas últimas condiciones, el trabajo produciría sufrimiento y éste ocasionaría más trabajo.

Las mujeres somos las principales protagonistas de la lucha contra el hambre, la precarización y la desocupación. No son personales los problemas que padecemos. La sobreadaptación se quiebra lamentablemente con la enfermedad orgánica, pero no, las mujeres vamos por más. Podemos cuestionar lo que nos enseñaron, sabemos que hay una manera diferente de caminar en la vida, seguimos reclamando por la ampliación de derechos y no perder los conquistados.

La sobreadaptación y su correlativo con la enfermedad psicosomática, la extraemos del funcionamiento psíquico individual para llevarla a la práctica colectiva, desmenuzarla, porque está ligada a las actitudes de docilidad, servilismo y sumisión. Esta formación es parte de todo un sistema que se construyó hace siglos.

Algo cambia en la mujer que participa.