Reportajes

César Augusto Blanco, 21-05-2023

Me llamo César Augusto Blanco, nací el 18 de agosto de 1969 en la ciudad de San Luis. En mi familia mi hermano es músico, por el lado del punk rock, mi hija apasionada de la música ricotera, estudia bajo eléctrico y se llama Ana Victoria, y también tengo una hermana que no se dedica a la música pero que siempre nos acompaña. Mi padre falleció en 2006 y mi madre el año pasado. Cuando se enteró que estaba en “Alma de Guitarra” me dijo que a mi padre le hubiera gustado verme cantar folclore cuyano.

Vivíamos en Mitre y Balcarce, en la ciudad. A los cinco años tuve mi primera guitarra, regalada por mi padre. Él siempre quiso aprender pero por su profesión de mecánico no pudo. Los primeros acordes me los pasó él, siempre fue defensor acérrimo del folclore de Cuyo, desde allí fui uno de los animadores en las fiestas familiares, también estaban mis primos que tocan la guitarra y siempre han estado ligados a nuestra cultura, se armaba una especie de mini peña infantil en las fiestas y cumpleaños en la casa de mi abuela. A los nueve años me mandaron a clases con el “Changuito” Arce, que vivía en la calle Colón. Una persona espectacular, muy amable, me corrigió un montón de cosas que yo había aprendido con mi padre, dejé de ir porque Changuito se mudó y a mí se me complicaba por los horarios. Teníamos un vecino que era un músico muy importante, que fue Miguel Reynoso, muy amigo de mis padres,  daba clases particulares en su casa, después comenzó a dar clases en la Galería Sananes, donde tenía el conservatorio Galvani, allí comencé mi carrera, realmente como músico.

Con el tiempo me fui dando cuenta lo bueno que fue el conservatorio y los estudios que cursé, tuve la posibilidad de recibirme de profesor de guitarra, lo que me abrió puertas y posibilidades de tocar con diferentes artistas, soy un agradecido. También fui empleado en la parte privada, pero la música siempre estuvo. Mi primer trabajo en serio con la música fue a los dieciséis años, me habló otro músico de San Luis, Ángel De Dominicis. Tenía un grupo llamado “Ángel y los sonidos del Huayra”, que hacía música de altiplano. Me incorporé a ese grupo muy reconocido en su momento aquí en la ciudad. Después empezaron a buscarme solistas como Hugo Sosa y Ricardo Domínguez Arancibia. Por entonces yo era muy joven, además teníamos un dúo instrumental con Alejandro Aguilera y acompañábamos a Nicolás Páez.

En el año 2000 recibí la invitación de una banda muy reconocida, Bossa Brass, de jazz, dirigida por el Pato Rodríguez, les faltaba un bajista y tenían que audicionar para los casinos. Fui  con la idea darles una mano, porque el bajista tenía un problema de salud. Se presentaron varias bandas, pero en ese momento Jorge Lafue nos eligió a nosotros, a Pato le gustó mi forma de tocar, mi forma de ser, así que entré. Compartimos escenarios con Manuel Galván, con Manuela Bravo, Los Iracundos, Cacho Castaña, Trío Los Panchos, César Banana Pueyrredón, Roque Narvaja, a veces no tenían una banda, ensayaban con nosotros y los acompañamos.

En 2005 tuve la posibilidad de integrar Los Iracundos, junto a José Luis Acosta. Con ellos recorrí el país y pude conocer escenarios en Ecuador y Colombia. Luego ingresé a trabajar en el gobierno, en un programa muy lindo que buscaba músicos y querían incorporar un staff, lo que es ahora Eventos Culturales, en el Centro Cultural Puente Blanco. Fue una apuesta personal y la verdad que no me fue mal, hemos recorrido la provincia, primero como un integrante de una banda de folclore, después como solista. Desde 2012 integro “Alma de Guitarra”. Siempre fui instrumentista, tocando la guitarra o el bajo. Cuando toqué junto a Pato Rodríguez, Pelusa Espinosa, integrante de la banda, me insistió para que cantara.

Acudí a profesores de canto, porque vi que no me iba mal y me gustaba esa faceta. Me abrió otras puertas en la música. Siempre estuve muy ligado al rock, más allá de cantar folclore en Alma de Guitarra.

Actualmente estoy dando clases en el Centro Cultural en talleres de guitarra para todas las edades. Recordando momentos especiales, uno fue llegar al final del pre Cosquín en la Plaza Mayor y ser reconocidos por la gente y el jurado. Tuve la posibilidad de que Luis Salinas y su hijo, Juan, me invitaran a cantar.

Últimamente realizamos tres ciclos de teatro, tributo a Gustavo Cerati. El poder homenajear a un grande con músicos de nuestra ciudad fue muy gratificante, algo inédito como por ejemplo ver cantar a Luis Soloa uno de sus temas. Estoy en un momento muy lindo en mi etapa solista, con el plan de dejar algo para el futuro. Tenemos invitaciones para tocar con la banda tributo en el Cine teatro San Luis y en el Centro Cultural de San Francisco, también con “Rocas Vivas”, una formación tributo a Miguel Mateos. Agradezco a todos mis referentes de la música que siempre me han dejado algo para aprender.