Las albañilas de El Volcán
Un grupo de mujeres juntaron sueños y necesidades para aprender a trabajar en construcción. Terminaron un SUM para tener un sitio de reunión y contención, ayudan a otras mujeres que crian solas y proyectan más obras que las beneficia directamente
Por Dayana Anahí Pallero Lagos
En 2021, el presidente de la nación Alberto Fernández, utilizó el término “Albañilas” para referirse a un grupo de trabajadoras de la construcción. Si bien lo importante era el agradecimiento, el debate se desvió en otra dirección.
¿Existe el término albañila? ¿Está aprobado por la RAE? ¿Está bien dicho?
El resultado fue que hubo cientos de textos, minutos de programación y comentarios en las redes sociales al respecto. Si les dio curiosidad, la respuesta es: si bien no figura el término en el diccionario de la RAE, no es incorrecto el término albañila.
Dicho esto, utilizaré el término para contarles la historia de un grupo de mujeres que viven en El Volcán y realizan tareas de construcción.
Lo común, lo “normal” o establecido, lo que estamos acostumbrados a ver, es que los trabajos de albañilería son llevados a cabo por hombres. Pero como dicen, los tiempos cambian y día a día hay más mujeres en todo tipo de labores. Y como ejemplo conoceremos la experiencia que comunitariamente realizan las ‘albañilas volcaneras’.
Un red de solidaridad
Nucleadas inicialmente por un merendero en una casa particular, poco a poco estas mujeres tejieron su red de solidaridad.
Si bien en el espacio hay también hombres, se destaca a las mujeres porque son mayoría. “Acá somos 80% mujeres y 20% hombres” cuentan ellas.
María, la fundadora de este grupo, comenta que siempre sintió la necesidad de hacer algo para ayudar a las mujeres en situación vulnerable.
“Me siento en compromiso con las mamás que crían solas porque suelen tener menos herramientas para salir adelante” explica.
Por muchos años se juntaron en el hogar de esta mujer, pero un día decidieron que necesitaban un lugar propio. Fue así que motivadas por un inicial aporte económico proveniente del Gobierno Nacional iniciaron su sueño.
El puntapié inicial fue esa donación, pero resultó ser escasa para la cantidad de materiales necesarios. Eso no las detuvo, hicieron rifas y crearon un fondo común en el que aportaban con parte de su pago del Programa “Potenciar Trabajo”. Con estas acciones lograron reunir dinero para comprar la materia prima pero la mano de obra corría por su cuenta.
Es así que a finales del 2019 comienzan los trabajos de albañilería. En ese momento ninguna tenía demasiado conocimiento sobre el tema. Pero recibieron ayuda de trabajadores de la construcción que les explicaron y acompañaron a construir su lugar desde cero.
El trabajo de las albañilas volcaneras comenzó con la fabricación de bloques de cemento. Al no contar con la maquinaria necesaria, los blocks se hacían con herramientas manuales. Tenían un molde que hacía el proceso lento pero efectivo, con esa técnica llegaron a fabricar más de dos mil bloques.

Ellas comentan riendo que nadie “daba ni dos pesos por el moldecito”. Pero fueron esos bloques los que se usaron para construir el SUM que cuenta con un gran salón, cocina y baño. Un lugar “hecho por mujeres” cuentan orgullosas.
En este proceso aprendieron cosas que según sus palabras “antes no se les enseñaba a las mujeres”. Saber para qué sirve una herramienta o la técnica para hacer una tarea, significó el descubrimiento de un nuevo mundo. Este conocimiento incluso se transformó en beneficios personales, un caso particular es el de una mujer que comenzó a colaborarle a su marido en la construcción de su propia casa. En el pasado se veían en la necesidad de contratar a alguien que supiera de albañilería para ayudarle.
Durante el proceso de construcción del SUM consiguieron una máquina eléctrica que fabricaba de a cuatro blocks por vez. Esto significó un cambio enorme ya que era más cantidad en menos tiempo, las trabajadoras la describen como un “avance tecnológico” que agilizó el proceso. Se empezó a fabricar doscientos bloques por jornada y en poco tiempo las paredes estaban listas.
El municipio local les donó el material necesario para el techo del SUM, pero la mano de obra siguió corriendo por cuenta propia. Esos días que implicaban mayores esfuerzos se les sumó más gente a ayudar, llegaron a ser cincuenta almas trabajando a la par.
Al finalizar esa obra con la que habían soñado decidieron seguir utilizando ese conocimiento obtenido en favor de quienes más lo necesiten.
Actualmente, dedican parte de sus días a colaborar con la construcción de habitaciones o baños para alguna de las mujeres que son parte de su espacio. La mayoría de esos casos son mujeres que han salido de situaciones de violencia de género y se encuentran maternando solas. La intención es colaborar para que todas tengan una vivienda digna y segura.
Este nuevo aprendizaje se ha transformado también en nuevas salidas laborales. “Algunos que antes no tenían idea de albañilería hoy salen a hacer changas después de sus trabajos” cuentan con entusiasmo.
Las acciones solidarias no se limitan solo a trabajos de albañilería. También han ayudado a otras personas construyendo muebles, cunas y estanterías de madera. Hoy se dividen en dos grupos, uno se encuentra en proceso de creación de una huerta comunitaria. Mientras que el otro grupo, está abocado a la mejora de una vivienda familiar que está hecha de adobe. La intención es brindarle a esa familia monoparental, una estructura más firme y confiable.
Pero los sueños no tienen límite en esa comunidad de mujeres y las actividades son cada vez más diversas.
En el futuro esperan utilizar ese SUM para aumentar su salida laboral, el próximo desafío es brindar un servicio de catering. Mientras tanto se ofrecen talleres de tejido, música como también numerosas actividades para los más peques.

“Siempre van surgiendo cosas para hacer, en algunas tenemos más participantes que en otras, pero intentamos tener cursos constantemente”, relatan.
Ese lugar de encuentro también brinda momentos emocionantes y que las llenan de orgullo. Un ejemplo de ello son los festejos de cumpleaños de los niños y niñas que son parte de este grupo. “En enero hicimos un festejo y fue lindo decirle a esa nena que ese lugar estaba hecho por su mamá” cuenta una de ellas.
Gracias al constante apoyo de las autoridades municipales se dan actividades extra como asesoramiento jurídico. Hace unas semanas tuvieron la visita de abogados especialistas en temas de conflicto familiares. Estos servicios son fundamentales para garantizar los derechos de las mujeres ya que no todas pueden acceder a profesionales que las ayuden.
Además, han sido fundamentales los lazos creados con el Centro de Atención Primaria de Salud. Gracias a este vínculo se ha acercado a la comunidad a información básica tanto de pediatras para los niños como ginecólogas para las madres. Ha sido beneficioso para promover el acceso a anticonceptivos gratuitos, por ejemplo.
También han organizado ferias de emprendedores y pequeños productores locales para ayudar a comercializar sus trabajos y creaciones. “Todo lo que sirva para que el compañero o compañera tenga un ingreso es llevado a cabo” afirma María, la cabeza ideadora de esta comunidad.
Son entusiastas, soñadoras y solidarias. También son albañilas, mamás y luchadoras. Sin duda estas mujeres son ejemplo de superación y compañerismo. Si sos de El Volcán y querés ser parte de este grupo o colaborar con su causa está la invitación hecha. Se pueden contactar con ellas a través de sus redes o de la Secretaría de Diversidad y Género que funciona en El Volcán y facilita un espacio.