Una mujer en coma
Cordelias – Fernando Saad – Capítulo 6
Cuando Eugenio regresó encontró una casa que le resultó enrarecida. Los niños dormían, mientras Mariana miraba un programa de televisión sosteniendo una copa en el aire, con una botella casi vacía frente al sillón. Eugenio la saludó con un beso y se dirigió al baño. En el pasillo recorrió esas fotos familiares. La descubrió, con otro rostro. Bobby, con el rostro triste. Parecía detenerse en su mirada previa, en lo que sintió cuando la vio alejarse del auto. ¿Se hubiera bajado? ¿Ella quería que siguiera sus pasos hasta el departamento? ¿Lo habría esperado detrás de la puerta esperando que finalmente se animara?
Eugenio se metió en la ducha, mientras que los pensamientos sobre la hermana de su mujer se hacían presentes una y otra vez. Alguien golpeó la puerta, y entró interrumpiendo sus pensamientos. La mujer se sentó en el inodoro, mientras dejaba la copa con torpeza sobre el lavatorio. Eugenio intentó despejar sus pensamientos orinando en el hueco de la bañera. Mariana, tambaleando, metió la mano por la cortina, hasta dar con su cuerpo, tomando con decisión el sexo de su pareja. Se quitó la remera y ropa interior, y se metió en la ducha inclinándose para darle la espalda. Él mojó sus dedos con saliva, y luego de tocarla comenzó a moverse sobre ella, descubriendo el rostro de la mujer desdibujado en el maquillaje corrido. Y el agua corriendo, mientras terminaban consumados en una infidelidad a medias.

“En la bañera”, ilustración de Paula Livio.
Cuando vivía con la ex mujer, Clara, nuestro protagonista sentía que había un deseo postergado. Esa sensación equivocada de haber nacido para algo más grande que lo que la vida le había entregado. Cargó esas frustraciones al peso de un matrimonio sin más que darle, y decidió salir de ahí airoso, como quienes escapan por una libertad falsamente merecida. Pero en Clara volvió a encender esa forma de encontrarse. Primero fueron los días donde pudo concretar sus deseos de comenzar una carrera como autor, y producir una serie de libros que por carecer de grandes apoyos pasan en el olvido aunque le permitieron tener dinero suficiente para proyectar la casa donde ahora seguían viviendo esos hijos que ya no puede ver. Porque cuando todo parece caer en el lugar equivocado, la forma de lo que se ha construido pocas veces coincide con lo que realmente permite saciar el deseo. O al menos esa fue su sensación después de aquella noche que dejó a Bobby en su departamento.
A su cuñada. La hermana de su mujer. Ahora que Eugenio finalmente se recostó, su mujer se quedó dormida sin llegar a taparse siquiera. Dejó otra copa de vino en el baño, a medias, y la ropa interior húmeda en el piso de la habitación. Ahora se siente invadido por la necesidad de huir. Otra vez la vida que han construido juntos se revela como un conjunto de obligaciones, a veces iluminada por la proyección en deseos imposibles. Como ese que ahora lo aturde.
En el presente, Eugenio intenta crear el paréntesis. Comprender que los tiempos van a estirarse. Acude a su psicóloga y traman una forma de afrontar lo que le sucede en su familia. Entiende que sus hijos se levantaron con la incertidumbre de no saber en qué casa están durmiendo.
¿Cómo se construye una casa? Un hogar en sus cabecitas, que desate los miedos que se configuran en tareas borroneadas y notitas de los maestros de la escuela. ¿Tiene sabor la comida que les prepara?
Esas son preguntas dibujadas en los pensamientos que traduce durante la sesión de terapia. Si pide las audiencias, y se reúne con sus jefes, y explica la necesidad de cercanía con los hijos. Pero cuando eso ocurre apenas lo escuchan. En voz baja comentan entre los que están del otro lado del escritorio, y dicen que lo van a llamar. Y no pasa mucho tiempo hasta que un llamado llega, y le dicen que no pueden hacer mucho y la decisión es suya, y que lamentan la situación, y esas cosas de falsa preocupación, y le piden que deje la renuncia, que buscarán qué hacer para darle algo, y se despide sabiendo no pasará nunca ese algo. Y todo termina en volver a las aulas, pedir el fin de la licencia universitaria, y los privilegios y experiencias rápidamente de lo que había definido como una carrera profesional. Algo de eso produce un alivio espontáneo, que se apaga con un llamado del hospital. Mariana entró en coma.