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Unas palabras de lectura urgente e imprescindible (parte II)

IRIS

El 13 de junio de 2024 la Universidad de Burgos tuvo la feliz idea de otorgarle a Joan Manuel Serrat el título de Doctor Honoris Causa. En un tiempo donde se dicen tantas ligerezas y tantas banalidades, rescatar sus palabras al momento de aceptar la distinción resultan imprescindibles: “…Solo soy uno que canta y escribe canciones mirando a su alrededor, con los sentidos alerta y escuchando las voces de la calle y también sus ecos. Mis canciones son el resultado de lo que siento, pero también de lo que me cuentan los demás. Ellas son lo que soy, pero también lo que quisiera ser. Son mi realidad, pero también mi fantasía. Más que el fruto de momentos inspirados, ellas son el resultado del esfuerzo, amasando palabras y músicas, tejiendo y deshaciendo mimbres y si las musas, siempre escurridizas y engañosas, acuden a darme una mano, se lo agradezco en lo que vale, pero sin confiar nunca en su voluble lealtad.

Las canciones viven en la memoria de la gente. Algunas, personales e intransferibles, nos persiguen a lo largo de nuestra vida hilvanadas en la entretela del alma.

Otras, aglutinan sentimientos comunes y llegan a convertirse en himnos. Las canciones han acompañado a los hombres en sus quehaceres cotidianos: labrando la tierra, picando la piedra o amansando el hierro. Han cantado sus gestas y han sido el argumento de sus amores. Con canciones despedimos a nuestros muertos y con canciones dormimos a nuestros hijos. Les puedo asegurar que en alguna de ellas hay hallazgos tan definitivos como el teorema de Pitágoras o la aspirina. Por cierto que el propio Pitágoras, hace más de 2.500 años, ya recomendaba cantar y tocar un instrumento musical cada día para eliminar del organismo el miedo, las preocupaciones y la ira. Con canciones me expreso y me comunico con los demás. Lo hago en castellano y en catalán. Soy bilingüe por mi origen y por decisión propia. Soy hijo de padre catalán y madre aragonesa. Escribir y cantar en catalán y en castellano son maneras naturales de expresarme que coexisten en mí y se enriquecen mutuamente.

Soy, como todos ustedes, fruto del tiempo y del mundo que me ha tocado vivir. Creo en la democracia, en la tolerancia y el respeto al derecho ajeno.

La democracia es el medio natural para la protección y la realización efectiva de los derechos humanos y sus principios solo lo son si van de la mano de los de la justicia. Ha sido extraordinario el crecimiento tecnológico y científico que hemos experimentado en los últimos años, pero también ha sido muy grande la pérdida de valores morales de esta sociedad que, más allá de altibajos económicos, atraviesa una crisis de modelo de vida y una falta de referentes, donde se ha perdido la confianza en el sistema, en sus representantes y en las instituciones. La historia nos enseña que en situaciones de crisis graves reaparecen las tendencias a formas autoritarias. Los tiranos se alimentan de la desilusión y cuando se las desatiende, las democracias pueden morir de intrascendencia y los pueblos llegan a entregar las llaves de su propia celda a sus carceleros. Es preciso recuperar los valores democráticos y morales avasallados por la avidez del mercado, donde todo tiene un precio, donde todo se compra y todo se vende. Para ello, más que nunca, nos necesitamos los unos a los otros.

Todos tenemos que sentirnos importantes porque todos somos importantes.

Frente a la desinformación, la mentira y la ignorancia, conviene defender la importancia de la cultura y del conocimiento. El conocimiento, como pilar fundamental que nos sustenta y nos caracteriza como especie. Solo con el conocimiento progresamos individual y colectivamente. El conocimiento nos ayuda a saber quiénes somos y a entender más y mejor el entorno del que formamos parte y del que dependemos. El conocimiento es bueno para vivir en paz, para aprender a ser libres y para crecer sin miedos. El conocimiento profundiza la vida democrática. Y por favor, aunque pinten bastos, no dejen nunca de cantar. Canten, que “Quien canta su mal espanta”. Canten, que cantando se conjuran los demonios y compartes lo que amas. Solo me queda agradecer a los amigos, que hoy me acompañan, su presencia, recordar a los que ya no están, pero que nunca me abandonan, y, felicitar a todos aquellos que, desde los cuatro puntos cardinales, se felicitan conmigo. Muchas gracias”.