Cuando el arte salva vidas
Por Jorge Alberto Cangiano
Exintendente de Villa Mercedes
Corría el año 1994 cuando arribaba a nuestra ciudad, en una apacible tarde de otoño, el artista plástico Pérez Celis, invitado por el Instituto Científico y Cultural El Diario, para dar una charla en el salón ubicado en Pedernera y Pescadores, lugar que en ese entonces era la sede del mencionado diario.
Las instalaciones resultaron rebasadas por una concurrencia ávida de escuchar al profesor que venía precedido de renombre nacional e internacional. Una vez concluida la amena disertación lo invité a conocer el lugar emblemático que tiene la ciudad, la calle angosta.
En esa ocasión me encontraba al frente de la intendencia municipal, interesado en brindar al visitante una amena estadía, a la par de hacerle conocer nuestras tradiciones y valores culturales.
Cuando llegamos al predio estaba todo oscuro, lo que sin dudas sorprendió al artista. Una vez que descendimos del coche caminando unos pocos pasos, se encendieron todas las luces del escenario y demás instalaciones a la vez que resonaron en el ambiente los acordes de la popular cueca, Calle Angosta.
Entramos al boliche don Miranda donde tuvo curiosidad para ver las fotos que documentan el paso de los distintos conjuntos folclóricos que han dejado su huella en el escenario mayor, también le hicimos saber que en el predio se encuentran esculturas que dejaron artistas venidos de distintas provincias, convocados para dejar sus obras en nuestra tierra.
Abajo derecha: “El Ojo del tiempo”, el reloj solar de 23 metros de altura en Merlo, San Luis.
Comenzamos a saborear el asado y disfrutar de una amena charla del invitado, que nos manifestaba lo lindo que hubiera sido dar la charla en este escenario, por su amplitud para congregar una multitud. Nos relataba de sus viajes por Latinoamérica como Perú, Bolivia, Ecuador, Venezuela, interesándose por sus culturas, muestras de su arte, a la par de visitar lugares típicos, representativos en el universo cultural.
Nos decía que en Venezuela le llamó la atención ver, en las paredes de los grandes embalses, pinturas que mostraban escenas que patentizaban las luchas de su pueblo en su devenir histórico. A todo esto se hacía presente en la mesa su secretario haciéndole notar la hora, para despegarlo de la mesa, pero estaba demasiado entusiasmado como para atender reclamos protocolares.
En su periplo por Europa, llegó invitado a Alemania, a una muestra de arte, en un salón muy concurrido, luego de las presentaciones y recorrido por los distintas muestras. Estaba en el copetín que les servían cuando llegó una persona a saludarlo y decirle que aprovechaba la oportunidad para agradecerle profundamente por haberle salvado su vida, situación que lo conmovió, a la vez de la sorpresa que le produjo, en razón que era la primera vez que veía a esta persona.
Pasó a relatarle que había tomado la decisión de quitarse la vida, preparó el escenario, se ubicó cómodamente en un sillón, cuando comenzó a mirar los distintos cuadros que tenía llamándole la atención uno de ellos en particular. La observación se hizo más penetrante, concentrada, descubriendo significados antes no advertidos, consustanciándose con el mensaje que le estaba trasmitiendo el autor.
Enorme satisfacción del artista, aliento, respaldo, empujón vigoroso, para continuar con su auténtica vocación. Este hecho constituyó el broche de oro de esa noche que permanece grabada en mi memoria por su trascendencia, su contenido manifestado a través de una obra, cuya esencia espiritual puede iluminar caminos para seguir estando en este mundo, buscando realizar el bien, tan grandioso como llegar a salvar una vida.