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El incidente

Cordelias – Fernando Saad – Capítulo 12

Y todo pasa, y se desarrolla así, como si nada, y el incidente tiene lugar un domingo, como todos los domingos, y ese domingo ellos han comenzado a no darse cuenta, y todo el día así, y todo como si nada, y ella, Bobby, que llega a la casa de su hermana, y así, y los chicos que se le suben encima, y ella que juega a las escondidas, y luego que cocinan con Mariana, y ahí llega Eugenio, y se saludan como si nada, y Mariana que se siente con dolor de panza, y Bobby que le cura el empacho, y se ríen con Eugenio de hasta dónde llega la cinta, y Mariana que se toma sus pastillas, y los chicos que juegan en el living, y que nadie sabe que hace un tiempo sucedió eso en el estacionamiento, y luego se volvieron cercanos, y luego todo el resto, y ahora que él pasa para bañarse, y que cuando pasa Mariana está en la cocina, y que Bobby estira el cuerpo cuando pasa, y que todo es evidencia en ellos, y él que pasa con esa cercanía donde los cuerpos se rozan, casi en disimulo, y ella que le suben calores al mirar a los niños junto al televisor, y Eugenio que se mete en la ducha, y Bobby que asiste a la hermana, y que preparan el almuerzo, y Bobby que pela unas papas, y Mariana que le dice que lo ve diferente, y esas cosas, y Bobby que no diga pavadas, y la hermana que dice que confía en su intuición, y que Eugenio la trata con enojo, y los chicos que tiran abajo unos portarretratos de la familia, y Bobby que levanta los vidrios, y Eugenio que grita por el agua caliente, y Mariana que vuelve a prender el calefón una y dos veces más, y el viento que llega al tercer piso y apaga la llama, y Mariana que vuelve a prender, y Bobby que se acerca al baño y ve la puerta entreabierta, y que la figura del hombre se dibuja detrás de la cortina gastada, y Bobby que tira los vidrios, y la comida se sirve al rato, y que todos comen callados, o repiten cosas de la tele y las noticias, y toman más vino, y luego el postre, y que todo se vuelve incómodo, y que Mariana baja a recibir un tiramisú del delivery, y Eugenio que la sorprende en la cocina, y le lleva las manos entre las piernas, y Bobby que lo saca, y él que insiste, y ella que se vuelve y asegura la puerta de la mirada de los chicos, y que lo besa en los labios, rápido, moviéndose dentro de su boca, y luego se aleja, y Eugenio que ahora baja y ayuda a Mariana con la caja del pedido, y Mariana que dice que se siente mejor, y que se comerá todo ese dulce con el café, y los chicos que juegan con los almohadones y se pegan, y Bobby que entra al baño, y que se piensa, y que se lleva las manos a la cabeza, intentando pararlo todo, y que se siente acelerada, y que el corazón le tirita, y que ve la ropa interior de Eugenio por el piso, y que la huele toda mojada, y que percibe todo ese sudor que ya conoce, y que lo deja en su lugar, y que no piensa, y que se corre la remera y se toma una fotografía, y que se levanta y sale del baño, y que se acelera cuando se lo cruza en el pasillo, y que llega al comedor y Mariana está poniendo las tazas y la cocina huele a café, y que busca el teléfono mientras los niños le dan un almohadazo, y que el teléfono se le cae, y que Mariana mira de reojo y se ríe de la foto, cómplice, y que Bobby se pone toda roja, y que se apura a mandar la foto mientras Eugenio está en el baño, y que Mariana se sienta a la mesa con la jarra de café, y que al lado suyo, sobre la caja del tiramisú vibra el teléfono de Eugenio, y que Mariana mira hacia el aparato cuando llega el mensaje, y que Bobby descubre lo que está pasando, y así todo, y Mariana se queda con la vista en la foto de la pantalla, y que Eugenio está en el baño sin darse cuenta de nada, y que Bobby la mira sin poder mover los labios, y que Mariana se queda mirando el teléfono y lo toma, y que Bobby toma la cartera y sale corriendo de la casa, sin abrigo ni despedidas, y que baja y sale con una vecina, y que arriba no sabe qué pasa, y que se sube al primer taxi aparecido en calle, y que ahora vibra su teléfono, y que es Mariana, y que dice Hermana en la pantalla, y que timbra una y mil veces toda la tarde desde que ha llegado a su departamento, y que sólo espera que llegue y voltee su puerta, y que se siente ahogada, y se toma tres pastillas para dormir, y que al rato llegan mensajes de Eugenio, y que más tarde suena el timbre y luego golpean eternamente, y que todo pasa sin que pueda procesarlo, y que no podrá dormir, y al rato se queda sin cigarrillos, y se siente cubierta de una vergüenza mostrarse en medio de la noche, y se ahoga en llanto, y dice en voz baja que le duele todo, y que lo siente, y así…

“Tiempo”, ilustración de Paula Livio.