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Rodolfo Agoglia: filósofo puntano, traductor de Platón

(Última parte)

Por Hugo Perez Navarro – Licenciado en Filosofía

Entre 1954-1955 y 1973, Agoglia ejerció los cargos de Decano de la Facultad de Humanidades y de Rector Interventor de la Universidad Nacional de La Plata entre el 31 de mayo de 1973 su renuncia en marzo de 1976, días después de la tragedia que le tocó vivir y cargar con ella por el resto de su vida. El espantoso acontecimiento fue el asesinato de su hijo Máximo Leonardo Agoglia Chorny, de 24 años, militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP), asesinado el 20 de marzo de 1976, en su domicilio de City Bell por un grupo armado que, según distintas versiones, buscaba a su padre. Las versiones dicen que, al no encontrarlo, los atacantes le dispararon al joven frente a sus familiares e incendiaron parcialmente su vivienda. El homicidio se atribuyó a miembros de la Concentración Nacional Universitaria (CNU).
Cuatro días después se produciría el sangriento golpe que ensombrecería los siguientes años de vida de nuestra república y que tendrían un dramático desenlace al conocerse, en el juicio a las Juntas, detalles de un accionar que iba más allá de lo represivo. En 2017, en el primer juicio realizado en La Plata sobre hechos previos al golpe de Estado de 1976 y considerados como crímenes de lesa humanidad, se investigó el accionar de civiles miembros de la CNU. Si bien el homicidio de Máximo fue mencionado por un testigo en el juicio, por su caso aún no se han juzgado responsables.
Lo cierto es que, tras la muerte de Máximo, la familia partió al exilio.
Así, a la trayectoria docente de nuestro filósofo en las universidades nacionales de Buenos Aires, de Cuyo y del Sur les seguirían las de Puerto Rico y de Salamanca, a las cuales se sumarían otras casas de América Latina, España, Francia e Italia y, por último, entre 1976 y 1985, en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Católica del Ecuador, de la que llegó también a ser Decano.
Acaso el encuentro con otro cuyano de alto vuelo, y pareja bonhomía, el mendocino Arturo Andrés Roig, quien le insistiera para que se instalara en Ecuador, le haya aportado elementos para elaborar un duelo que el tiempo haría un poco más benigno, aunque la pérdida de un hijo es algo que duele cada día.
En esos años Agoglia se volcó a la producción de varios libros, documentos académicos y artículos de diverso tipo. “En su personal combinación entre creatividad, erudición y docencia –dice Alcira Bonilla– estos textos retoman investigaciones anteriores sobre la historia de la filosofía, la filosofía de la cultura y la filosofía de la historia y se perfilan con el carácter de aportes maduros al acervo filosófico latinoamericano. En particular contribuyen al crecimiento de la filosofía latinoamericana de la liberación, sobre todo por el desarrollo de dos ideas centrales: la de la cultura como “facticidad y reclamo” y la de su propia “filosofía realista de la historia”
La propia Bonilla sugiere que un recorrido por los escritos en los que Agoglia expone su idea de la cultura permitiría identificar los orígenes hegelianos de la misma, además del sustento de su amplia erudición filosófica y el conocimiento de los referentes más importantes de las ciencias sociales de la época.
El estudio de la formación moderna de este concepto político de cultura nacional y su vínculo con las ideas de Nación y Estado le permiten a Agoglia conjeturar que el pensamiento latinoamericano comparte la idea de sesgo historicista -y, de suyo, decididamente político, en tanto coloca en primer plano la cuestión del poder- en relación con el hecho de que las comunidades culturales alcanzan el nivel de realidad nacional cuando adquieren capacidad de decisión. Esto significa que la noción de cultura nacional podría no ser solo entendida como el simple conjunto de lenguaje, ideas, creencias, hábitos, instituciones y tradiciones de un pueblo -por su mera práctica esencial-, en tanto las mismas no sean percibidas “como integradas esencial e inseparablemente por la voluntad de soberanía política de un pueblo”.

Perspectivas
En tiempos en los que (como Marshall Berman titulara un libro suyo, en obvia referencia a Marx), pareciera que “todo lo sólido se desvanece en el aire”, la lectura de Agoglia –el descubrimiento de Agoglia sería más preciso y más sincero– nos abre la posibilidad de levantar la cabeza para empujarnos a nosotros mismos a empezar a mirar con nuestros ojos más penetrantes cómo es el mundo que emerge (¿o aquello que pretende sumergirnos?), a fin de tratar de descubrir –o más bien, de re-descubrir– quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde queremos ir.
Porque es posible que hayamos aprendido a comprender que el mundo de las Ideas o arquetipos que Platón postulaba, no es un mundo que debamos descubrir en nuestro interior, como muchos creen que nos pueden hacer creer, sino que, por el contrario, debemos buscar fuera de la caverna que nos vienen construyendo las cyberredes, los cyber-materiales y las hiper-fantasías inducidas desde medios que, con discursos cada vez más precarios nos cercan la posibilidad de pensar con algo de seriedad sobre nuestra propia realidad, es decir, sobre nuestras propias vidas.
No es infrecuente ver a varias personas en un espacio común, enfocadas cada una de ellas en su celular; incluso hay amigos que se reúnen por reunirse y cada uno extrae su celular y se zambulle en otro lugar: es decir, zambulle su inteligencia, su conciencia, su ser, podría decirse sin ánimo muy heideggeriano, en otro lugar. Otro lugar que es un no-lugar, porque es irreal. ¿Deberíamos pensar que hoy cada uno se zambulle en su caverna particular, individual, propia y que cree encontrarse de verdad con otras personas que son personas de verdad o con otras personas ficticias, como las que suelen expresar a la inteligencia artificial?
El texto que Platón despliega en el libro VII de la República: ¿Qué pasa cuando alguien decide ir hacia lo que después descubrirá que es el exterior de la caverna? Pues que descubre cómo son las cosas, descubre la verdad, descubre las claves de la ficción que atornilla a millones de seres humanos a una realidad que no es real. Aunque no sin que haya pérdidas: de conciencia, de sentido de la realidad, de esfuerzo, con frustraciones, errores, engaños e imposibilidades.
Platón creía que el mundo funciona así, que el mundo de las ideas nos ilumina porque nosotros no podemos entender la realidad (lo que nos pasa) de otra manera que no sea mediante una ficción que nos ordena la vida. Y a quienes queremos ser libres, solidarios, ecuánimes, sensibles y justos, no nos resulta atractivo que nos vengan a decir qué hacer ni cómo hacerlo. Menos aun cuando eso conlleva la pérdida de nuestra libertad y de nuestros derechos justamente ganados.
Y es sabido que nadie es libre solo y que nadie se salva solo y que nadie puede vivir solo, porque los seres humanos –aunque a veces debamos soportarnos y eso nos cueste o nos fastidie– nos necesitamos unos a otros.
Como nos ayuda a pensar, con estilo amoroso y admirable, Agoglia: si estamos dentro de la caverna y la caverna es esto y esto no nos hace ni libre ni mejores, salgamos de ella. La caverna es el teatro de la mentira. Afuera hay sol, hay luz. Hay otra realidad que es la que no podemos ver y, en rigor, necesitamos. Sol. Y aire. Para vernos y saber que estamos los unos y los otros y todos nosotros.

Aclaración
En la primera parte de este artículo dice que Lafinur entró como docente en el Colegio de San Carlos. Su autor aclara que para esa época la institución había cambiado y, además de un perfil emancipatorio, que lo diferenciaba de la etapa previa, había cambiado de nombre: se llamaba Colegio de la Unión del Sur. Hace esta referencia que, si bien hace honor a las formas, observa también lo esencial de los procesos. El anterior aludía al nombre del rey Borbón y en tiempos del ingreso de nuestro poeta, se estaba en pleno fervor revolucionario.

BIBLIOGRAFÍA
GOGLIA, Rodolfo M.: Platón. CEDAL, Buenos Aires, 1992
BONILLA, Alcira B. “El reclamo amoroso del filosofar en Rodolfo M. Agoglia”. La Biblioteca. Buenos Aires, 2005
MONDOLFO, Rodolfo: El pensamiento antiguo. Tomo I. Losada, Buenos Aires, 2004
PLATÓN. Parménides. Alianza, Madrid, 1998
PLATÓN. Parménides. Editora Inter-Americana, Buenos Aires, 1944. Traducción de Rodolfo M. Agoglia
VASALLO, Angel: ¿Qué es filosofía?. O de una sabiduría heroica. Buenos Aires.