El regreso de Blackwater
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En 1983, Michael McDowell, un prolífico autor de horror y fantasía -también fue cocreador y guionista de los míticos films Beetlejuice y El extraño mundo de Jack- lanzó Blackwater, una saga en seis entregas que, por su formato de folletín, rompió moldes en la literatura contemporánea. Casi cuarenta años después, esta obra, que mezcla magistralmente el drama familiar con elementos sobrenaturales, se reedita y ya se convirtió en un fenómeno editorial, con más de dos millones de ejemplares vendidos en Europa.
Ahora, las primeras dos entregas de la saga, La riada y El dique, ya ocupan los primeros puestos en el ranking de ventas en las librerías argentinas para conquistar a una nueva generación de lectores. En noviembre, la editorial publicará los volúmenes 3 y 4, La casa y La guerra, para culminar con La fortuna y Lluvia el 1° de diciembre. Con su escritura fluida y visual, McDowell construye una atmósfera envolvente que oscila entre el pulp y la televisión de calidad, con personajes complejos y escenas memorables que remiten a lo mejor del cine y la literatura. Incluso, el maestro del terror, Stephen King, destacó la calidad narrativa de McDowell cuando dijo: “Mi amigo, mi maestro. Fascinante, aterrador, simplemente genial. El mejor de todos nosotros”. El éxito de la saga no es casualidad.
Terror gótico, poder y lo sobrenatural: las claves del éxito
La trama, que mezcla con maestría elementos sobrenaturales y tensiones familiares, sigue la vida de la familia Caskey, un clan de ricos terratenientes que domina la pequeña ciudad de Perdido. Todo comienza en la Pascua de 1919, cuando una misteriosa mujer llamada Elinor Dammert aparece en medio de una catastrófica inundación.
A Elinor la rescata Oscar Caskey, heredero de la dinastía maderera local, y poco a poco se introduce en la familia. Sin embargo, bajo su encantadora apariencia se esconde un oscuro secreto: puede transformarse en una criatura terrorífica en las aguas del río Perdido. Este componente sobrenatural añade un clima de tensión constante que atrapa a los lectores desde las primeras páginas. McDowell saber cómo mantener la intriga y el suspenso a lo largo de los seis volúmenes.
Uno de los puntos más interesantes de Blackwater es su estructura. Tal como explicó el editor de Blackie Books, Jan Martí, “McDowell exigió que la saga se publicara en volúmenes, de manera parecida a los folletines del siglo XIX”.
Cada entrega finaliza con un cliffhanger -un “gancho de suspenso”-, que genera una adicción literaria similar a las series de televisión modernas. De acuerdo a Martí, el éxito de Blackwater reside en su capacidad para atraer a todo tipo de públicos: “Desde un lector más clásico acostumbrado a leer sagas familiares, a un público más de género que puede venir del terror, hasta públicos jovencísimos que siguen este tipo de libros a partir de redes sociales, pasando por lectores más ‘elevados’ que pueden apreciar la novela más desde un punto de vista literario”.
Blackwater también ha sido reconocida por ser una obra adelantada a su tiempo, al incorporar temáticas LGTBIQ+ y personajes femeninos con una profundidad poco común en la literatura de género de esa época. La historia es, en el fondo, una batalla por el poder en un ambiente dominado por las mujeres.
La matriarca de la familia, Mary-Love Caskey, representa la autoridad tradicional, y su lucha por mantener el control ante la llegada de Elinor es uno de los motores de la trama. “Mary-Love se consideraba la benefactora de la familia, pero si no recibía suficiente gratitud, podía ser cruel”, se lee en La riada, el primer volumen de la saga.
El éxito de la obra también puede atribuirse a la mezcla de géneros que McDowell despliega con maestría. Aunque a primera vista podría parecer una saga familiar al estilo de clásicos como Cien años de soledad, la introducción del elemento sobrenatural, con la misteriosa capacidad de Elinor para transformarse en una criatura del agua, dota a la obra de una dimensión que la acerca al horror gótico, un género que el autor expande de manera magistral.
A través de sus páginas, McDowell construye un universo literario donde los paisajes de Alabama, con sus ríos oscuros y sus pantanos, son tan protagonistas como los propios Caskey. El escenario de Perdido, el pequeño pueblo donde todo ocurre, se convierte en un personaje más, con su atmósfera opresiva y misteriosa que parece envolver a los personajes en cada uno de los volúmenes.