Mucho más que la cara del billete de diez mil pesos
Editorial
Nuestra historia está repleta de mujeres que, desde el más absoluto anonimato, han luchado por los intereses de la Patria. Una de ellas fue María Remedios del Valle. “La parda María”, como la llamaban debido a sus raíces africanas, fue una mujer excepcional, a quien el título de “Heroína de la Patria” le cabe a la perfección. Nació en 1766, en el Buenos Aires virreinal y supo demostrar un fuerte compromiso con la causa independentista. Ya en 1807 había participado activamente en el cuidado de los milicianos que enfrentaron la segunda invasión inglesa.
Pero fue tras la Revolución de Mayo que marchó hacia el Alto Perú, junto a su familia, para unirse al Ejército del Norte. Inicialmente cuidó de los soldados, pero no tardó en blandir la espada, luego de perder a su marido y sus dos hijos en la batalla de Huaqui.
Participó del Éxodo jujeño y peleó tan valerosamente en las contiendas de Tucumán y Salta que Manuel Belgrano la nombró capitana debido a su disciplina, compromiso y lealtad. Tras las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, en 1813, fue gravemente herida y apresada por los realistas. En cautiverio ayudó a otros, incluso a costa de su propia integridad: fue reiteradamente torturada y varias veces estuvo a punto de ser fusilada. Lejos de rendirse, escapó de sus captores para sumarse a las fuerzas de Martín Miguel de Güemes.
Terminada la guerra, y de vuelta en Buenos Aires, se enfrentó a la pobreza y a la indiferencia de quienes le negaron su sueldo de capitana. Juan José Viamonte la encontró pidiendo limosna en Plaza de Mayo y arbitró los medios para que, en retribución a su incansable lucha, se le concediera a María Remedios una pensión. Recién en 1828 fue reconocida como capitana de infantería, pero sobre todo como heroína. Tiempo después, fue ascendida a sargento mayor de caballería. Juan Manuel de Rosas la integró a la plana mayor inactiva con el correspondiente grado militar, aumentando el monto de su pensión. En gratitud al entonces gobernador, María Remedios adoptó el apellido Rosas hasta su muerte, en 1847.
El revisionismo histórico y los estudios de género y minorías étnicas revalorizaron su persona. Su rostro, junto al del general Manuel Belgrano, aparece en el billete de diez mil pesos de curso legal, homenaje que responde a un acto de estricta justicia. En su honor se estableció, por Ley 26.852, el 8 de noviembre – fecha de su deceso – como el Día Nacional de los/las Afroargentinos/as y de la Cultura Afro, en reconocimiento a su valentía y a los aportes de dicha comunidad en la construcción de nuestra Nación.
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