Destacado, La Aldea y el Mundo, San Luis

CUANDO EL JUEGO DEJA DE SER DIVERSIÓN: EL OSCURO MUNDO DE LAS APUESTAS DIGITALES

Por Fernanda Spinuzza, diputada provincial

Cuando pensamos en juegos, imaginamos diversión, comunidad y aprendizaje. Pero en la realidad digital que nos rodea, esa idea de juego se transforma en una amenaza tangible para nuestra sociedad, especialmente para nuestros hijos e hijas. Debemos actuar frente a la ludopatía y las apuestas en línea que están destruyendo vidas y vulnerando derechos. Las plataformas de apuestas han sabido vestir sus trampas con espejitos de colores y promesas de emoción. Detrás de cada clic, sin embargo, se oculta una maquinaria diseñada para atar al usuario, para convertir el ocio en una adicción. Según un reciente informe, casi el 46% de los adultos y el 18% de los adolescentes han participado en apuestas en el último año. El problema no es menor: los niños y adolescentes son especialmente vulnerables a estos entornos, donde las “cajas de botín” y las recompensas virtuales abren las puertas hacia el juego compulsivo.
Peor aún, las familias suelen descubrir estas problemáticas cuando ya es tarde: deudas acumuladas en tarjetas de crédito, préstamos informales entre adolescentes o, en casos extremos, intentos de suicidio de jóvenes que no ven salida al caos financiero y emocional en que se encuentran atrapados.

Una ley como primera línea de defensa

En el Congreso Nacional dieron el miércoles un paso crucial con el dictamen de la Ley de Prevención de Ludopatía. Este proyecto regula las apuestas en línea, prohíbe el acceso de menores a estas plataformas y establece mecanismos de control como la verificación biométrica. Es un avance significativo que reconoce el juego problemático como una cuestión de salud pública. Sin embargo, las presiones de las grandes empresas de apuestas amenazan con frenar su implementación.
En este punto es donde necesitamos alzar nuestras voces y reclamar que la salud de nuestras familias esté por encima de los intereses económicos. Al mismo tiempo, hay que reconocer el papel que juegala educación y la concientización en esta lucha. Si bien la regulación es un pilar esencial, necesitamos un enfoque integral que incluya programas educativos dirigidos a niños, niñas y adolescentes para enseñarles a identificar los riesgos de estas prácticas. La prevención comienza en casa, pero también debe extenderse a las aulas y a los espacios de interacción digital, donde muchas veces estas actividades se inician. Solo con una red de contención que integre a familias, escuelas y políticas públicas podremos abordar de manera efectiva este problema creciente y evitar que nuestros jóvenes caigan en las redes de la ludopatía.
Necesitamos a la escuela como un actor estratégico para prevenir, detectar y abordar estos casos. Necesitamos que las familias se involucren activamente en la supervisión de los entornos digitales de sus hijos. Necesitamos que el Poder Ejecutivo de cumplimiento a la Ley de Ciberseguridad y ponga en marcha dispositivos masivos y efectivos en el combate con este flagelo.
No podemos cerrar los ojos ante esta realidad. Como sociedad, debemos preguntarnos: ¿qué tipo de mundo queremos construir para nuestros hijos? La ludopatía digital no solo amenaza su salud mental y física, sino que también pone en riesgo su futuro y su capacidad para soñar.