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El fútbol, variedades y todo lo que se viene…

IRIS

Yo no entiendo nada y ya me tiene repodrida, como a mi hermana, pero dice mi vecino Don Claudino que está raro el fútbol. De los árbitros no voy a hablar porque siempre dijeron que había tongo, que favorecían a los grandes, que iban contra el fútbol del interior y todo eso. Pero ahora parece que el Kun Agüero armó un torneo para jugar en los potreros y se enojaron otros. Y lo dan por la televisión. Juegan “viejas glorias” con pibes jovencitos y hay un montón de dólares de premio. Pero los clubes echaron a los jugadores que se anotaron y no entiendo nada. Después una final, la de la Sudamericana, la jugaron en Asunción y otra, la de la Libertadores, en el Monumental de Nuñez. Yo digo si los dos equipos son brasileños, ¿por qué corno no se van a jugar a Brasil? Cosas raras de estos tiempos. A la selección le ganaron los paraguayos, pero después vino acá, a la Bombonera, y les ganó a los peruanos uno a cero. Gol de Lautaro Martínez con una cabriola rara. Golazo. Jugó el chico nuestro, Leonardo Balerdi de Villa Mercedes. Juega en Francia. Formó la zaga central junto con Nicolás Otamendi, que juega en Portugal. Qué historia la de los peruanos y la Bombonera… No la voy a contar porque es negativa y es del año 1969. La cuestión que nos dejaron afuera de México 70, un mundial espectacular que ganó Brasil, un equipo inolvidable. Viste que el Colapinto de la Fórmula Uno salió a cenar en Madrid con la China Suárez y le sacaron fotitos.

Estuvo bien el pibe, pensó: “Si el 2025 me agarra
sin equipo, que no me agarre sin novia”.

Correctísimo. El frío europeo es terrible. Ahora se va a correr a Las Vegas, en el oeste de los Estados Unidos. Ojo que no es el estado de California, es Nevada. Y la Pampita ya está, ya hizo el cambio. Entró el polista. Ahora son hasta cinco cambios, así que todo bien. Le contó todo a Susana Giménez. Insoportable, pero parece que le cobró treinta mil dólares para ir al programa. Mamadera… cuánta guita.
Se vienen vacaciones, Año Nuevo y todos esos cuentos. Por un lado, viene todo medio loquero, y por otros no hay un sope para nada. Nosotras ya nos pusimos de acuerdo. Con lo verde y lo lindo que está San Luis, nos quedamos acá. Total, tomar mate a la sombra y hablar de gusto nos encanta. Yo meto las patas en el río y me refresca hasta el alma. Vos decís que siempre hablamos las mismas, y siempre hablamos lo mismo, igual nos encanta. Contamos las mismas anécdotas, repetimos los mismos chistes, y amamos y criticamos siempre a las mismas. Y así nos va la vida… juntas. A mí me parece que en el fondo nos encanta compartir cuentos, chismes, pavadas. Cosas de viejas.

Lo que es una cuestión profunda es la del pan dulce.
Tiene fanáticos y profundos detractores. Para mí, opinión
muy personal, hay algunos exquisitos y otros muy flojitos.

Vos sabés que puse en la computadora a ver qué decía, o sea ¿qué es el pan dulce en la Argentina? Trasero, principalmente el de la mujer. La historia del pan dulce o Panettone se remonta al siglo XV en Italia, más precisamente en Milán. Una de las leyendas más conocidas, dice que el primer Panettone surgió una Nochebuena en la corte de Ludovico El Moro, señor de Milán, por un hecho fortuito. A los cocineros se les había quemado el postre y a Antonio, uno de los ayudantes de cocina, se le ocurrió amasar un pan dulce con fruta confitada y manteca para salvar el banquete del duque. Nunca había realizado esa receta, pero fue tal el éxito que tuvo que Ludovico decidió llamarlo “Pane de Toni” en su honor. Otra de las historias habla de un joven aristócrata, Ughetto Atellani de Futi, mejor conocido con Toni, que se enamoró de la hija de un pastelero de Milán y para demostrarle su amor se hizo pasar por aprendiz de pastelero. Por amor a su enamorada inventó un pan con variedad de frutas y cáscara de cítricos y la panadería se empezó a llenar de clientes en busca del afamado “pan de Toni”. Historias… Acá corren los de frutas abrillantadas, los de almendras, y otras variantes medio raras. No confundir con el budín inglés, que además de ser inglés, es otra cosa que nada que ver.