El diario, los perros, los gatos y las navidades…
IRIS
Qué bueno que estuvo El Diario del sábado anterior. Sí, perdóname, pero yo cuando hablo de El Diario me refiero al papel. Ya me retó cuatro veces la Señora Directora: “Iris, tenés que modernizarte…”. Y lo intento, pero… Igual leo las redes y todas las noticias por el telefonito, pero no es lo mismo.
El papel es el papel, qué querés que te diga. Leer el horóscopo,
palpitar la quiniela, no es igual. Mil disculpas.
Bueno, vuelvo al sábado anterior. Qué piolita la chica que es chofer del colectivo. Me encantó y se la ve recontenta. Un amor, y muy trabajadora, muy guapa. Así debe ser, hay que meterle con todo. Se llama Lidia Busto. Vos sabés que leyendo esa nota me encuentro con esto del cuidado de las mascotas de los perros y de los gatos, y todos esos cuentos que vos sabés que a mí me caen bien, pero a cierta distancia. No me vuelvo loca por los animalitos y si están en el fondo, criaturitas de Dios, mucho mejor. Te paso un textual: “…Marcas de moda reconocidas como Dolce & Gabbana ahora hacen perfumes para los amigos peludos, con un costo que supera los 100 dólares…”. Sí leíste bien. Cien dólares estadounidenses un perfume para el perro. No, si estamos todos locos. Mamadera. Seguí leyendo el artículo y resulta que decía que no es conveniente que los perros se bañen muy seguido. Y explica toda una serie de razones. La leyó mi sobrinito menor, que le dispara bastante al agua y al jabón, y le encantó. Resulta que ahora encontró un fundamento espectacular para ducharse más salteado que antes. Un roñoso el mocoso. Vos sabés que me estoy haciendo amiga de una señora muy macanuda de La Punta. Es muy profunda de cosas de Buda y todo eso, pero muy respetuosa. Y le leo este artículo. Dice que tiene una tía que se viene de España exclusivamente para cuidar el gato de la abuela para que no se quede solito porque extraña. Te lo juro por Dios que es así. Y eso que los vecinos le decían que se lo miraban, que le pasaban el alimento y todo eso. No quiso saber nada. Así que la estamos esperando. Sobre todo, la debe estar esperando el gato, que andá a saber la porquería que será. Ya que leí El Diario, aprovecho. Me leí una especie de solicitada, unos muchachos que vinieron a San Luis en moto, y uno tuvo un accidente. Fue en Encón, en San Juan, pero lo atendieron en nuestra tierra. Elogian la ambulancia, la atención de médicos y enfermeras, y sobre todo el Hospital Carrillo. No pueden creer lo espectacular de nuestro hospital. Sirva para muchos papanatas que critican todo. Y a cualquier efecto lo hizo el Alberto, digo por las dudas. Siempre vale la pena refrescar memorias frágiles. Y lo que es justo, es justo.
Nena, estoy viviendo un drama indescriptible. Vienen
las navidades, Papá Noel y todo eso.
Ya te había chusmeado que había conseguido zafar y no ponía mi casa para el 24 a la noche ni por casualidad. Todo iba sobre rieles. Resulta que a la Dione le apareció una filtración en las paredes del fondo y se le llenó todo de agua. A la Matildita se le enfermó la suegra en Villa Dolores y dice que no está de ánimo para recibir gente. Por supuesto que, para ir a otra casa, recupera el ánimo enseguida. Conclusión: armaron una comisión y el jueves a la tarde, entre mate y mate, me empezaron a elogiar el patio, y las luces y la parrilla y el bañito del fondo, y por unanimidad decidieron que el 24 lo pasamos en mi casa, y el 25 al mediodía también. Qué desgraciadas. Qué manera de arruinarme noviembre, diciembre, enero y febrero. No lo puedo creer, me vengo defendiendo de esto desde el 11 de septiembre y no lo logré. Me siento una desgraciada. Y, como siempre, digo que no voy a hacer nada y ya empecé a limpiar, y sacar las cosas viejas que tengo en el fondo, a cambiar las lamparitas, a tirar los trastos viejos que metí en la parrilla y todo eso. Hasta regué unas macetas medio viejonas con plantas que casi había declarado abandonadas. Y hasta voy a comprar unos malvones para que den un poco de color. Para colmo de las últimas guirnaldas navideñas solo me queda un foquito encendido. Yo creía que era un bichito de luz, pero no es como una última luz mortecina con la que no se ve ni medio, ni decora, ni nada. Dios mío, Dios mío. Por supuesto que te voy a ir contando.
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