PLEITOS CURIOSOS
Domingo 21 de noviembre de 1920
Poco antes de promulgarse en Norteamérica la ley que prohíbe la fabricación y venta de bebidas alcohólicas, los tribunales de aquel país tuvieron que intervenir en un pleito verdaderamente extraño.
Un célebre predicador, el reverendo E. Dixon, antialcoholista furibundo, después de haber hecho los mayores esfuerzos para evitar la apertura de una gran fábrica de bebidas espirituosas auguró en un sermón famoso la venganza divina para aquella sucursal del infierno, como él la calificaba.
Algunos días después, durante una violenta tempestad, cayó un rayo sobre la fábrica provocando un incendio que la destruyó totalmente.
En vista de esto, teniendo en cuenta el sermón del reverendo Dixon, la compañía a quien pertenecía la fábrica entabló contra él demanda, exigiendo daños y perjuicios pues consideraba su invocación como responsable de la catástrofe.
Aunque no tan extravagante como ésta, no deja de ser curioso a la demanda instaurada por un comerciante de Praga llamado Borel contra cierto individuo, otrora su amigo, a quién exigía le indemnizara por haberle cortado las guías del bigote en un baile de carnaval.
El querellante estaba orgulloso de sus apéndices faciales, que, según el testimonio del mismo, no reconocían rival en todo el mundo.
Tan horribles fueron para él los efectos de esa mutilación que no se atrevía a presentarse en público, lo que tuvo por resultado el que se le resintieran sus negocios.