Expresiones de la Aldea, Notas Centrales

BITÁCORA DE PANDEMIA

La Opinión/ La Voz del Sud

En esta ocasión espiamos el cuaderno de bitácora de María Emilia Gutierrez: Hace unos días se cumplieron nueve meses de mí llegada a Suiza. A veces digo que llegué con la pandemia y me gustaría que fuera nada más que un chiste, pero no lo es. Si cierro los ojos, puedo ver con claridad el momento exacto en que anunciaron la cuarentena, el cierre de negocios, las medidas de aislamiento, todas las palabras y expresiones nuevas que tuvimos que aprender de golpe. Con mi esposo habíamos ido a pasar el día a Basilea y en el tren de vuelta a Berna las noticias nos iban llegando de a poco, pero sin anestesia. Al llegar a la estación, en el centro se respiraba un aire enrarecido. Los negocios ya estaban cerrando y lo único que atinamos a comprar fue un juego de mesa parecido al Yenga.

Todo lo que hemos podido conocer de este país está distorsionado por la pandemia y sus consecuencias incalculables, que tomó a la humanidad desprevenida y frágil. Acá cancelaron el carnaval, los mercados callejeros y los festejos, cerraron los viveros y los bares al aire libre. Cosas que al parecer son esenciales para la vida suiza. Y si bien hoy algunas de esas actividades han vuelto a funcionar, en el fondo sabemos que no son lo mismo que eran antes de la pandemia. Me pregunto si alguna vez podremos conocerlas en su estado original, o si ya esto es una nueva normalidad.

Me gustaría decir que esta pandemia me enseñó tal o cual cosa, que reflexioné y aprendí. Pero contra todo pronóstico y entusiasmo y, creo, en sintonía con lo que todos y todas en el mundo hemos hecho apenas nos enteramos de que este sería un año fuera de serie (en un tiempo, ojalá sin barbijos ni distancia, vamos a compartir nuestras experiencias del tipo: ¿dónde estabas cuando se declaró la pandemia? ¿y la cuarentena?), solo tengo un puñado de preguntas: ¿debería aprender algo de esto? ¿qué tan mala ciudadana soy si me canso de usar máscara, de la distancia social y tampoco quiero usar alcohol en gel o desinfectante a cada rato? ¿tengo la obligación de aprender algo nuevo, de anotarme en cuanto curso encuentre disponible, de llenar mi tiempo con distracciones de cualquier tipo? ¿cómo aprovecho mi tiempo? ¿lo aprovecho? y en todo caso: ¿qué significa aprovechar? ¿está mal que me abrume la virtualidad y haya días en los que no quiero ni tocar el celular? ¿tendrá un final esta pandemia? ¿o es el inicio de un mundo distópico, similar al que leí en tantas novelas? Y una respuesta. General, rotunda y única a todo eso: no sé.

“Autorretrato después de la gripe española”,  de Edvard Munch (1919).

Ana Zarate es escritora, vive en San Luis y reflexiona: la bendita Pandemia, llegó para que podamos descubrir y descubrirnos a nosotrosmismos, de repente pudimos ver la miseria humana, lo peor de laspersonas y lo mejor de muchos otros. Seres humanos que dejaron su vida paraayudar y aliviar el dolor de los que la padecían.  Salió a relucir el egoísmo, la

Incredulidad el creerse poderosos, y en algunos casos desafiarla diciendo a mí no me va a pasar, y muchos cayeron en las redes, muchos hoy ya no están.

Un invento de mente perversa creada por la mano del ser humano está destruyendo lo más sagrado como es la vida.

Espero que tomemos conciencia que esto no es un juego, es mucho más grave de lo que pensamos, lo triste de todos esto es que muchos aprovecharon para politizarlo y contar muertos, quién tiene más, quién tiene menos, como si fueran goles en un partido y eran vidas que se iban. ¡Qué tristeza más grande, con cuánta liviandad se tomó todo este tema de la Pandemia!

Llegó de repente, y de un día para otro dejamos de ser los mismos, nos encerramos, nos encerraron, nos llenaron de miedo, he hizo presa de nosotros, nos alejaron de nuestros amigos y familiares y nos encontramos de repente en el hogar, frente a frente con los que convivíamos y no nos dábamos cuenta. Pandemia qué llegaste a controlar nuestra vida y sacarnos a nuestros seres queridos.